Antonio Hermosín Gandul
Tokio, 6 jun (EFE).- Paul Salopek comenzó a caminar en 2013 en un desierto de Etiopía. Doce años y 17.000 kilómetros después, este reportero doble ganador del Pulitzer acaba de atravesar Japón y se dirige a América, dentro de su proyecto de recorrer las antiguas rutas migratorias de la humanidad y de contar de primera mano los efectos del cambio climático.
Salopek (California, EE.UU., 1962) inició su larga marcha en Herto Bouri, donde se hallaron algunos de los primeros fósiles humanos, y aspira a completarla dentro de 2 o 3 años y con 38.000 kilómetros a sus espaldas en la Tierra del Fuego, en Chile, considerado el último lugar del planeta al que llegaron los hombres.
Por el camino ha dejado tres continentes y centenares de compañeros de viaje, y ha atravesado los conflictos bélicos de Siria y Birmania o la pandemia de coronavirus en China, experiencias que va documentando en los despachos publicados en la web del proyecto «Out of Eden Walk», apoyado por la National Geographic Society y por una organización sin ánimo de lucro.
América como próximo destino

En una entrevista telefónica a EFE, Salopek explica lo que le mueve a seguir adelante con su odisea, que él mismo define como «medio lunática» y en la que cada jornada en el camino es «como una Universidad donde van cambiando las clases».
«Mientras encuentre historias interesantes, sigo, y ojalá al mismo tiempo mejorando como escritor. Pero cuando ya no estén sucediendo esas dos cosas, entonces sí que paro. Hasta ahora eso no ha pasado», afirma.
Salopek habla con EFE tras cruzar las prefecturas de Gifu y Nagano (centro de Japón) y haber caminado 1.400 kilómetros por el archipiélago nipón con destino al puerto de Yokohama (sur de Tokio), donde embarcará en un buque con destino a Alaska (Estados Unidos).
Su ritmo reciente ha sido de unos 35 kilómetros al día, más rápido de los 15 a 25 km que suele caminar porque llevaba «un poco de prisa» para tomar la conexión marítima intercontinental. Salopek sólo recurre al transporte motorizado cuando la geografía o la situación de seguridad le obligan a ello.
Un termómetro humano
Desde sus encuentros con granjeros en Turquía o Afganistán hasta con agricultores de arroz en Kyushu (sudoeste de Japón), la meteorología cambiante es uno de los temas de conversación más recurrentes que Salopek se ha ido encontrando a lo largo del camino.
«Allá por donde paso, me dicen: ‘Oiga, el clima está algo raro estos días, ¿No? Y nos está afectando’. Es una catástrofe global que intento capturar a pie de calle», dice Salopek.
El reportero caminó bajo temperaturas inusualmente altas en Corea del Sur, donde se topó el pasado marzo con los peores incendios forestales de su historia reciente, y en Japón, que en 2024 registró su año más caluroso hasta la fecha, uno de los factores detrás de la ‘crisis del arroz’.
«Lo surreal es que cuando caminaba a través de un desierto de Arabia Saudí con 50 grados, ahí esperaba el calor. Pero no lo esperas cuando vas a través de un paisaje habitado, con caminos, granjas, tiendas, pero sin gente. El calor es tan fuerte, tan lacerante, que la gente no sale de casa», dice sobre su travesía por el ciclo de temperaturas récord en Asia Oriental.
Experimentar de primera mano las consecuencias del cambio climático y recoger las voces de personas afectadas en distintas partes del mundo -como los primeros ‘refugiados climáticos’ que se encontró al inicio de su caminata en Etiopía, unos granjeros en busca de agua-, es una parte central de su proyecto.
«Mi cuerpo es como un termómetro vivo que atraviesa todos estos cambios, y es brutal», relata.
La mayor migración de la historia
Para alguien que camina por un planeta «en medio de la que puede ser la mayor ola de migración de la especie humana», el desplazamiento de personas entre fronteras significa «una manera de sobrevivir a cambios drásticos» y una «herramienta de crecimiento y de experimentación».
Con fenómenos como el calentamiento global o múltiples conflictos abiertos en el mundo, la presión migratoria en muchos países sólo puede aumentar. «Ante eso, podemos construir murallas, o podemos adaptarnos a recibir nueva gente y nuevas ideas, con la esperanza de que juntos podamos armar soluciones a largo plazo», reflexiona Salopek.
Aunque evita «minimizar» potenciales problemas derivados de la inmigración, y en particular su impacto económico o cultural, Salopek destaca el «éxito» que ha tenido el movimiento de personas a lo largo de la historia como vía para superar adversidades.
Este reportero, galardonado con dos Pulitzer por sus trabajos sobre el genoma humano y sobre África, es optimista ante todos los desafíos que se le acumulan a la humanidad, entre los que sitúa las noticias falsas o el lado negativo de las redes sociales.
«Yo veo el ‘slow journalism’ (periodismo lento) como un antídoto a todo esto. El mero mecanismo de reportar a pie de calle permite meterte en la piel de otra gente, y eso es lo más auténtico, las voces de la gente», afirma.
Cuando empezó a caminar hace 12 años, su proyecto de periodismo lento era «un laboratorio», quizás el más ambicioso de este tipo emprendido hasta la fecha. Hoy, esta forma pausada de vivir y contar el mundo, al ritmo que marcan sus pasos, es «más urgente que nunca».