Miguel Álvarez

A Coruña, 24 jun (EFE).- A Coruña ha vuelto a arder esta noche de San Juan para espantar las meigas a las más de 190.000 personas que han participado en la celebración.

La noche más corta del año es también la más esperada de Galicia, con unas tradiciones que se siguen desde tiempos inmemoriales y que tienen al fuego como protagonista.
La fiebre por conseguir un hueco en las playas empezó ya el sábado, con jóvenes en los arenales que diseñaban parcelas e incluso hicieron hasta dos noches al raso -o en tiendas de campaña- para asegurarse los mejores sitios.
Todo ante una falla en la playa de Riazor que en esta ocasión reunió elementos gallegos: un pulpo, María Pita, el escritor Manuel Rivas o las cantareiras homenajeadas en las Letras Galegas han sido alguna de las representaciones.
En esta ocasión, de un lunes para un martes, la fiesta llegó con la duda de si habría sardinas suficientes -los barcos no suelen faenar los domingos, aunque en este caso se ha hecho una excepción-, pero pronto quedó claro que habría pescado para todo el mundo.
Y es que la frase dice que “por San Juan, la sardina moja el pan”, pues ya ha acumulado esa grasa que, tras pasar por la parrilla, aporta a la brona -pan de maíz- el sabor del inicio del verano.
No es la única tradición de la noche, aunque sí la primera, ya desde el mediodía por todos los barrios de A Coruña y también por todos los rincones de Galicia.
Durante toda la jornada, las familias recogen -o compran- las siete hierbas de San Juan: hierba de San Juan, romero, codeso, helecho, hinojo, malva y hierbaluisa.
Este ramo queda todo el día en agua y se recoge por la mañana, cuando cada miembro de la familia se lava la cara con esa agua aromática y las plantas se guardan hasta que se secan, pues vuelven a tener protagonismo.
Los del año pasado lo tuvieron precisamente a medianoche, cuando empezaron a prender las hogueras en todas las playas de Galicia, en un ritual hipnótico que tiñó de naranja los arenales.
Ahí fueron esos ramos de hace un año, que completaron así su ciclo de vida y aseguraron que las meigas están espantadas por otros 365 días.
Aunque no basta con quemar los ramos: la tradición exige saltar las hogueras, cuando baja la intensidad de las llamas, varias veces, hasta nueve en algunas tradiciones.
Todo a medianoche, como marca la costumbre, y ante el unos fuegos artificiales que iluminaron una noche coruñesa en la que, entre las playas y los barrios, se reunieron 190.000 personas, según explicaron a EFE fuentes municipales.
Fueron más que nunca, aunque la esperanza es que no dejen tanta basura como siempre, en una tradición que, en este caso, se rompe desde hace unos años, con una tendencia a la baja y mayor conciencia de recoger lo que se usa en la fiesta.
Son muchas tradiciones, pero nadie se las salta: todo por otro año sin meigas. Y por una noche sin final.