‘A fuego’ refleja a una sociedad que sucumbe al deseo de notoriedad del mito de Eróstrato

Imagen de Pablo Macho Otero cedida por el Teatro La Abadía. SOLO USO EDITORIAL

Madrid, 22 abr (EFE).- El mito griego de Eróstrato da nombre a uno de los síndromes más frecuentes de la sociedad actual aquel que incita a realizar cualquier cosa por alcanzar fama, notoriedad y dinero, y es el que ha inspirado ‘A fuego’, un monólogo en verso e interpretado por Pablo Macho Otero.

Macho Otero (Cangas de Narcea, 1994) codirige esta pieza junto a Emma Arquillué (Terrasa, 1995), un texto que definen como una “stand-up comedy sobre el narcisismo imperante” y apuntan al presidente argentino Javier Milei y a Donald Trump como sus máximos representantes “más que por su deseo de poder por su deseo de llamar la atención”.

La propuesta, que se presenta del 24 de abril al 4 de mayo en el Teatro de La Abadía, nació en 2017, cuando el autor descubre la figura de Eróstrato, ha señalado este miércoles durante la presentación de la obra que dura una hora, lo justo para que el espectador “ni se aburra ni se mee”.

“Cuando descubrí a Eróstrato tenía 23 años y sentí que hablaba de mi generación, obsesionada por llamar la atención, esa ansia narcisista de ser vistos por los demás”, admite.

Era un momento en el que comenzaba a surgir el fenómeno youtuber, jóvenes capaces de cualquier reto por hacerse virales, y acusa a la pandemia de generar esa necesidad de ser visto cuando “todos estábamos en casa” y el teléfono era la herramienta.

Una pieza que considera una autoficción en la que comparte su recorrido para descubrir un personaje que le representa a él mismo y su necesidad de hablar solo en escena para captar la atención.

No tiene pudor en hacer autocrítica, al poner de manifiesto que como cualquiera que se dedique a su profesión quiere ser recordado como autor o actor.

Y para reflejarlo Macho Otero decidió utilizar el verso fijándose en dos referentes Álvaro Tato y Jordi Oriol. “El verso está asociado a algo casposo y polvoriento, ellos lo rejuvenecen, y eso es lo que he tratado de hacer” siendo fiel a la métrica del Siglo de Oro.

Emma Arquillué argumenta que utilizar el verso genera un plus de atención en el espectador, en una pieza con una puesta en escena sencilla, “que no simple”, para que el texto brille.

El autor asevera que el verso está muy cerca de la oralidad, cualquier canción popular “lo es, con un octosílabo puedes cantar una jota o cualquier ritmo”.

Compara el verso con el rap y las batallas de gallos, “no es tan distinto”, un espacio donde se puede vacilar con ingenio verbal, descartando la fuerza física, una manera divertida de conectar con los nuevos “bros y tirarles beef”, argumenta Macho Otero.