Paco Aguado

Zaragoza, 19 abr (EFE).- El novillero Aarón Palacio, que salió a hombros tras cortar tres orejas, se impuso en el mano mano, cargado de tensión, que le enfrentó a su paisano Cristiano Torres en el festejo que abrió hoy la miniferia de San Jorge en Zaragoza.

El triunfo de Palacio, que hacía su presentación en la primera plaza de su tierra, se concretó definitivamente al final de una novillada condicionada por la engañosa movilidad de los novillos de Hermanos Sandoval, una nueva ganadería que hacía su primera aparición en un gran escenario con los seis utreros que sustituyeron a los anunciados de José Cruz que rechazaron los veterinarios.
Esa condición de los astados sirvió para acentuar más el tenso clima vivido en este mano a mano de aspirantes aragoneses, tanto en el ruedo como en los tendidos, donde los partidarios de uno y otro quisieron hacer sentir sus fuerzas a la hora de aplaudir y pedir las orejas. Y tanto fue así que a ambos novilleros les costó asentarse y atemperarse en sus primeros turnos.
De hecho, el festejo comenzó con un emotivo pique en quites entre los dos maños, con unas apretadas tafalleras de Palacio que replicó su rival con unas no menos ajustadas gaoneras. Pero, en dicho clima, a Torres se le vio un tanto acelerado con ese primero, un novillo de poco celo al que atacó de más con la muleta, en un trasteo de más garra que limpieza y en el que ya se llevó la primera voltereta.
Torres se templó algo más, aunque no del todo, con el tercero, que fue el que mejor y más claramente se empleó en los engaños y con el que, tras una apertura de rodillas, resolvió sobre todo con el toreo de cercanías y por circulares, lo que le valió para amarrar la única oreja que paseó por el ruedo de la Misericordia.
Solo que, sin trofeo contable, sus mejores momentos llegarían con el quinto, un novillo muy encogido de riñones, tal vez lastimado, al que faltó mucho empuje en sus embestidas pero con el que Cristiano Torres dibujó los naturales más templados, con un excelente pulso y no poco gusto, potenciando así la nobleza del animal sobre sus carencias.
Y el caso es que apuró tanto la faena que, además de ser forzadamente volteado por segunda vez, contribuyó a que el de Sandoval no le ayudara en el primer embroque con la espada, dejando todo en unas tibias palmas que no fueron premio acorde a sus méritos.
También al triunfador de la tarde se le notó tenso con el primero de su lote, el de más cuajo de la novillada y al que saludó con tres largas afaroladas de rodillas para después, aunque asentado de plantas, exigirle de más en los medios dada la escasa raza de un animal que se agotó pronto, ya rajado a mitad de faena.
Volvió Palacio a recibir con una larga de rodillas al cuarto, solo que esta vez resultó feamente arrollado, aunque sin mayores consecuencias y volviendo a la cara como si tal cosa, para abrir también de hinojos una faena de muleta en la que mantuvo la misma firmeza y un mayor reposo frente a un novillo rebrincado y sin clase al que, volcándose en la estocada, cortó la primera de sus orejas.
Fue por tanto con el sexto, otro castaño de finas hechuras, con el que el novillero de las Cinco Villas echó el resto desde que lo recibió con una larga a portagayola y un buen manojo de lances siguiendo hasta su querencia utrero corretón que ya dejó ver la alegría y la prontitud que tuvo también en la muleta.
El problema es que esas virtudes se complementaron con el defecto de una falta de fijeza que el animal tradujo en varias coladas que Palacio aguantó con la misma firmeza de plantas de toda su actuación, para sacarle así, por los dos pitones, los muletazos más largos y ligados de la tarde a base de no dudar y de recrearse en el temple, especialmente en los soberbios ayudados por alto del remate.
Todo ello precedió a una estocada en la que el zaragozano se tiró literalmente encima del morillo para amarrar así, sin contemplaciones y sin escatimar decisión y valor, esas dos orejas con las que salió a hombros hasta la calle y con las que acabó de acentuar las diferencias.
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FICHA DEL FESTEJO:
Seis novillos de Hermanos Sandoval, que sustituían a los anunciados y rechazados de José Cruz, de finas hechuras aunque desiguales de cuajo y volumen. En conjunto, tuvieron movilidad aunque la mayoría a falta de mayor raza y fijeza. El tercero fue el que más y mejor se empleó en los engaños, mientras que el resto se rajó o se defendió.
Cristiano Torres, de canela y oro: estocada (ovación tras petición de oreja); media estocada trasera (oreja); y pinchazo y estocada (palmas tras aviso).
Aarón Palacio, de canela y oro: media estocada atravesada y dos descabellos (ovación tras aviso); estocada (oreja con petición de la segunda); estocada delantera (dos orejas). Salió a hombros.
Actuó como sobresaliente el también novillero aragonés, Ignacio Boné, que se lució en un quite al quinto. Entre las cuadrillas, destacó el buen tercio de varas de Manuel Jesús Ruiz con el sexto.
Primer festejo de la miniferia de San Jorge de Zaragoza, con algo más de un tercio del aforo cubierto (unos 3.500 espectadores).