Adaptarse para avanzar, un rastro común en el perfil variopinto de los presidentes del COI

Retrato del Barón Pierre de Coubertin, historiador y pedagogo, fundador de los modernos Juegos Olímpicos y presidente del Comité Olímpico Internacional hasta 1925. EFE/aa/Archivo

Madrid, 17 mar (EFE).- Sabios, lores, reaccionarios, visionarios… los nueve hombres que han presidido hasta ahora el Comité Olímpico Internacional (COI) han tenido un perfil variopinto en el que solo destaca un factor común: la decisión de adaptarse a los tiempos, fueran estos buenos o malos, para permitir la supervivencia de su querida criatura: los Juegos Olímpicos.

Sigfrid Edström (5º dcha), presidente del Comité Olímpico Internacional, con un grupo de delegados del organismo en una reunión en Estocolmo en 1947. EFE/jt/Archivo

Lo mismo tendrá que hacer el nuevo presidente que sea elegido este jueves, que gestionará el deporte en un mundo en tensión, que amenaza la convivencia armoniosa de los atletas en un mismo estadio.

Juan Antonio Samaranch (dcha) es felicitado por el hasta entonces presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) , Lord Killanin, momentos después de que el español fuera elegido nuevo presidente en Moscú, el día de su 60 cumpleaños. EFE/aa/Archivo

El COI cumplirá en junio 131 años, en los que ha sobrevivido a guerras, boicots y pandemias gracias al trabajo de estos nueve dirigentes:

– Demetrios Vikelas (1894-1896)

Tras hacer fortuna en los negocios por media Europa y licenciarse en Botánica, decidió que lo suyo eran las letras y publicó cuantiosos ensayos, novelas, poemas y relatos. Ya había apuntado maneras al traducir a Racine al griego a la edad de 17 años; más tarde también traduciría a Shakespeare y a Hans Christian Andersen.

Ya que por 1894 vivía en París, fue elegido para representar a Grecia en el congreso fundacional del COI, y luego para presidir el organismo. Fue quien convenció a Pierre de Coubertin de que la primera edición de los Juegos debía celebrarse en Atenas, y no en París como quería el barón.

Su presidencia se centró en la organización de aquellos primeros Juegos de la era moderna.

Es el único presidente del COI que tiene un aeropuerto con su nombre, el de la isla de Siros.

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– Pierre de Coubertin (1896-1925)

Historiador y pedagogo, en un viaje a Inglaterra se enamoró del deporte y de su valor educativo. Los Juegos de la Antigüedad los conoció gracias a las clases de griego.

Responsable de la restauración de los Juegos en 1896, Coubertin vio tambalearse su idea debido a las caóticas ediciones de París 1900 y St Louis 1904, que coincidieron y fueron eclipsadas por sendas exposiciones universales. Pero logró sacar el barco a flote.

Coubertin ganó una medalla de oro en los Juegos de Estocolmo 1912, en las pruebas literarias entonces incluidas en el programa por insistencia del propio barón. Triunfó con su ‘Oda al deporte’, presentada bajo seudónimo.

Su cuerpo está enterrado en Lausana, pero su corazón se llevó a Olimpia.

Era contrario a la participación de la mujer en los Juegos por considerarla “falta de estética y de interés”.

Si Vikelas dio nombre a un aeropuerto, Coubertin se lo dio a calles, estadios… y a un planeta, el 2190 Coubertin, descubierto en 1976 por un astrónomo soviético.

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– Henri de Baillet-Latour (1925-1942)

En 1919, cuando presidía el Comité Olímpico Belga, recibió el encargo de organizar con solo un año de plazo los Juegos de Amberes 1920. Su éxito en esta empresa fue determinante para abrirle las puertas de la presidencia del COI.

Tras los Juegos de 1928 intentó excluir a las mujeres de los deportes olímpicos, pero no lo logró. También confesó que no le gustaban los judíos ni su “influencia”, pero que no iba a “molestarles”.

Pasados los Juegos de Berlín 1936, los nazis hicieron al conde de Baillet-Latour miembro de honor de la organización deportiva Freunde und Arbeit dirigida por Joseph Goebbels. Y en 1940, cuando Hitler invadió Bélgica, su esposa Elizabeth von Clary agradeció al führer que hubiera llevado a su país la ideología nazi.

Cuando De Baillet-Latour murió de un infarto, siendo aún presidente del COI, sobre su féretro se colocó una corona de flores con la esvástica, remitida por el propio Hitler.

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– Sigfrid Edström (1942-1952)

Fue también el primer presidente de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) y, como tal, responsable de la polémica decisión de excluir a Paavo Nurmi de Los Ángeles 1932, acusado de profesionalismo.

Al morir De Baillet-Latour, el sueco ocupó la presidencia del COI en funciones hasta el final de la II Guerra Mundial, cuando fue ratificado en el cargo. Tuvo que resucitar los Juegos tras el parón bélico.

Edström pensó, con muchos recelos, que los países comunistas debían participar en los Juegos. El COI invitó a la URSS, pero lo soviéticos dijeron que no estaban en condiciones tras la guerra. Se incorporaron en Helsinki 1952.

Durante el mandato de Edström se acordó que solo una ciudad por país podía ser candidata a organizar los Juegos, tras encontrarse con seis ciudades estadounidenses para la elección de la sede de 1956; finalmente ganó Melbourne (Australia).

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– Avery Brundage (1952-1972)

Hasta el momento, es el único presidente no europeo que ha tenido el COI.

Fue olímpico en atletismo en 1912.

Como presidente del COI tomó decisiones muy controvertidas. Una de ellas, negarse a devolver dos medallas de oro a Jim Thorpe, ganadas en las pruebas de pentatlón y decatlón de Estocolmo 1912 -en las que participó Brundage- tras haber sido injustamente descalificado por profesional. Era un purista del ‘amateurismo’.

Pero su postura más cuestionada fue la de permitir que los Juegos de Múnich 1972 siguieran adelante tras el atentado en la Villa Olímpica, que se saldó con la muerte de 17 personas: 11 deportistas israelíes, un policía alemán y cinco terroristas del grupo palestino Septiembre Negro. “Los Juegos deben seguir”, sentenció Brundage tras la masacre.

También pidió la supresión de los Juegos de invierno por considerar que estaban contaminados por la comercialización.

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– Michael Morris, Lord Killanin (1972-1980)

Lord desde los 21 años, tuvo una educación exquisita en Eton, Cambridge y la Sorbona, entre otros centros. Eligió ser periodista y fue corresponsal en la segunda guerra chino-japonesa.

Amigo íntimo de John Ford, produjo ‘El hombre tranquilo’, entre otras películas.

En el Congreso Olímpico de 1973 suprimió la palabra ‘amateur’ de la Carta Olímpica

Su etapa al frente del COI fue una carrera de obstáculos: el desastre económico de Montreal’76, el boicot africano por el apartheid, la retirada de Denver como sede de los Juegos de invierno de ese mismo año, el boicot occidental a Moscú’80, la falta de ciudades interesadas por la sede de 1984… Lord Killanin aseguró que todo ello afectó a su salud cardíaca.

Durante su presidencia, se eliminó la paga de 300 francos suizos anuales a los miembros del COI y se rechazó que una mujer pudiera ser elegida para formar parte de la asamblea del organismo.

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– Juan Antonio Samaranch (1980-2001)

Vivió la Guerra Civil española desde los dos bandos, pero optó por el de los sublevados. Estudió empresariales, jugó al hockey sobre patines, practicó el boxeo y el fútbol y pronto entró en política. Fue concejal, delegado de Educación Física y Deportes, procurador en Cortes y embajador en Moscú.

Durante sus 21 años en la presidencia del COI dio la vuelta al olimpismo como a un calcetín: se cargó el amateurismo, puso fin a la etapa de los boicots, dio entrada a la mujer en los órganos directivos y sentó las bases de una prosperidad económica que se prolonga hasta la actualidad gracias a la venta de los derechos de televisión y a los programas de patrocinio.

Fue clave para la concesión a Barcelona de la sede de los Juegos de 1992.

La etapa final de su mandato estuvo marcada por dos escándalos: el dopaje, que extendió su mancha sobre todo el deporte, incluido el olímpico, y la corrupción en el seno del COI destapada tras ganar Salt Lake City los Juegos de invierno de 2002. De pronto se supo de que, a cambio del voto, las ciudades ofrecían dinero, empleos, viajes, prebendas… y que había votantes que los aceptaban. Rodaron cabezas y la institución se obligó a una modernización postergada durante décadas.

Antes de retirarse, propuso a su propio hijo como miembro del COI. Ese hijo, ‘Júnior’, puede convertirse este jueves en el segundo Samaranch al frente del organismo deportivo.

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– Jacques Rogge (2001-2013)

Cirujano ortopédico, fue un destacado regatista, participante en tres Juegos Olímpicos (1968-1976). Esto le llevó a presidir el comité olímpico de su país, la asociación de comités europeos y finalmente el COI.

Fue el primer presidente afectado por el límite de doce años en el cargo, durante los que mantuvo una lucha tenaz contra la corrupción y el dopaje. Se inventó los Juegos de la Juventud, pero, en cambio, no pudo sacar adelante otras reformas que tenía en mente, como una revisión profunda del programa de deportes olímpicos.

Sufrió lo indecible con los retrasos en los preparativos de los Juegos de Atenas 2004 y con la politización de los de Pekín 2008. Durante su etapa se abrió el mapa de los Juegos a Sudamérica, al concederse a Río de Janeiro la sede de 2016.

Fue el presidente con el que Madrid vio fracasar sus tres candidaturas olímpicas, para 2012, 2016 y 2020.

En su intento de acercarse a los deportistas, tomó la decisión de alojarse con ellos en la Villa Olímpica durante los Juegos. “Una habitación pequeña, pero con todo lo necesario”, dijo sobre su experiencia.

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– Thomas Bach (2013-2025)

Fue el primer campeón olímpico (en esgrima en 1976) en llegar a la cúspide del COI.

Respondió a la crisis de interés por los Juegos con la novedosa solución de conceder a la vez dos ediciones, las de París 2024 y Los Ángeles 2028. También deja ya dados los de 2032, para Brisbane (Australia).

El quebradero de cabeza de la presidencia de Bach tiene un nombre: Rusia. Primero por el dopaje de estado descubierto tras Sochi 2010 y luego por la guerra de Ucrania y sus consecuencias en el deporte.

Entre tanto, llegó la covid. Por primera vez, una pandemia obligó a aplazar unos Juegos, un año, de 2020 a 2021.

Otra piedra en el zapato de Bach fue la corrupción en la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), que condujo a su inhabilitación.

Para la posteridad quedará la creación de los Juegos Olímpicos de los eSports, cuya edición inaugural está prevista para 2026.

Natalia Arriaga