¿Adiós a los históricos precios del aceite de oliva?

Imagen de archivo de botellas de aceite en un supermercado. EFE/ Daniel González

Madrid, 11 may (EFE).- Todo apunta a que los históricos altos precios del aceite de oliva no se van a repetir, al menos, a corto y medio plazo; las cotizaciones en origen continúan a la baja y se aproximan a las de 2022 y, tras esta campaña 2024/25, con una producción normal-alta, se perfila otra mejor gracias a las lluvias.

Pero la situación no era así hace unos meses. Entre julio de 2022 y abril de 2024 los precios del aceite de oliva se dispararon. En ese periodo, según los datos mensuales del IPC, el aceite de oliva se encareció un 112,69 % y el consumidor no tuvo más remedio que pagar hasta 15 euros por un litro de virgen extra.

Los agricultores, por su parte, vieron cómo las cotizaciones en origen del virgen extra crecían un 158,20 %, al pasar de los 3,35 euros/litro (1 de julio de 2022) hasta los 8,65 euros/litro (1 de marzo de 2024), según los datos del observatorio de precios Infaoliva, con un máximo de 8,98 euros/l el 15 de enero de 2024.

Ahora, la subida interanual se ha moderado. Según el IPC, el índice del precio del aceite de oliva para el consumidor anota un bajada del 37,9 % ente marzo de 2024 y el mismo mes de 2025; Infaoliva recoge una retroceso del 123,28 % entre las cotizaciones en origen del día 8 de mayo de 2024 (7,48 euros/l) y de 2025 (3,35 euros/l).

España es el primer productor mundial de aceite de oliva, con un volumen medio por campaña que supera de largo el millón de toneladas, es también el primer exportador y uno de los principales consumidores del denominado “oro verde”, con un consumo medio de unas 550.000 toneladas.

Como en una tormenta perfecta, el sector sufrió en las pasadas dos campañas una caída extrema de la producción por la sequía (solo 665.000 toneladas en 2021/22 y 852.300 toneladas en 2022/23), a la vez que un fuerte repunte de los costes energéticos, el transporte, el cartón o el plástico, principalmente por la guerra en Ucrania.

El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación incluyó el aceite de oliva entre los alimentos básicos de la cesta de la compra: eliminó su IVA entre julio y septiembre de 2024, pasó al 2 % en el último trimestre del pasado año y desde el 1 de enero de 2025 mantiene el tipo superreducido del 4 %.

El ministro Luis Planas ya apuntó pocos días antes de que comenzara la actual campaña aceitera el 1 de octubre de 2024 que tenía “claro que el precio va a bajar, porque es una cuestión fluida de la oferta y la demanda”. Los últimos datos ministeriales aumentan la producción 2024/25 hasta 1,407 millones de toneladas.

Por motivos de competencia, nadie en el sector habla públicamente de cómo se van a comportar los precios en el futuro, pero sí coinciden en calificar que el negocio del aceite de oliva ha vuelto a la “normalidad”.

Así ocurrió esta semana entre los ponentes que participaron en el seminario de la Fundación Cajamar para presentar un análisis sobre el mercado de aceite de oliva en 2025.

El estudio concluye que el aceite de oliva vive una fuerte recuperación productiva, con precios a la baja y un consumo que bajó menos de lo que subieron los precios, y que se ha recuperado más aceleradamente de lo que se esperaba en los últimos meses, lo que demuestra la fidelidad del consumidor a este alimento.

El director de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores (Anierac), Primitivo Fernández, ha subrayado que, con los últimos datos de las salidas de ventas de aceite envasado -aumentaron un 47,15 % en el primer semestre de 2025, hasta los 81,32 millones de litros- ya se puede hablar de la vuelta a los niveles “pre-sequía”.