Raúl Salgado
Ferrol, 8 mar (EFE).- Ainhoa Arteta regresa este sábado al Auditorio de Ferrol con un recital variado de Puccini, Falla y Granados, con el que celebra 35 años de carrera. La soprano, tras superar una grave infección, está feliz y con ganas de compartir su música: “Cada día que pasa soy consciente de la gran suerte de haber vuelto”, dice.
A este auditorio gallego ya había acudido en 2014, cuando el contenedor cultural daba sus primeros pasos.
La soprano guipuzcoana trae “un recital muy ameno y a la vez muy variado”, ha contado a EFE en una charla previa, en la que ha comentado que los autores que llenan el programa de la cita “son prácticamente del mismo período” y es un repertorio “muy agradecido”.
Con una trayectoria como la suya, opina que tras “tantos años” ha aprendido “mucho” pero, como el primer día, “es fundamental que salga al escenario contenta de saber que voy a hacer un trabajo maravilloso y a pasarlo bien”.
Arteta mantiene únicamente “los nervios de la responsabilidad”, de estar a la altura de la “exigencia” implícita en eventos de este tipo, y tiene claro, y para algo se lo dijo el tenor Alfredo Kraus, que a la voz “hay que escucharla y nunca obligarla”.
“Es una lección de las más importantes de la vida; si tú escuchas tu voz y haces lo que puede hacer, puedes llegar a cotas que ni imaginabas”, expresa la vasca, que advierte de que en ocasiones “pecamos de querer hacer cosas con las que la voz no está a gusto, que no es su estilo; ahí sí pueden entrar nervios y pánico escénico”.
Cuando el público “se olvida de todo y empieza a disfrutar”, añade, aflora el “mayor regalo que me pueden hacer”, ser conocedora de que ha convencido a la audiencia, “a veces muy jóvenes”, con programas que busca que sean “amenos y a la vez puristas”.
El concierto de Ainhoa Arteta de este 8 de marzo se enmarca en el calendario anual de la histórica Sociedad Filarmónica Ferrolana, de cuyo público ensalza que acuda “sabiendo muchas cosas”.
Sepan lo que sepan, le gusta “mucho explicar” lo que canta, hablar con los espectadores, en un espectáculo que suele incluir “muchos temas” y de alta música: “Normalmente se forma con las canciones clásicas hechas por los mejores poetas y compositores; en tres minutos, tienes que contar y salir del tema, el siguiente no tiene que ver con el anterior”.
La soprano siempre quiere extraer el “néctar” de cada texto porque, “más que cantar, se cuenta”, así que ahí entra, con un papel principal, la gestualidad: “Un recital es lo más directo que se puede hacer, eres tú sola con un abanico enorme de expresiones y momentos; cuenta muchísimo ver cómo participa el público”.
Le acompaña el pianista Javier Carmena, con el que colabora desde hace años y del que dice que es “una maravilla actuar con él; es un magnífico pianista y un estupendo cantante, eso ayuda muchísimo”.
Recala en la ciudad naval una mujer “más feliz que nunca” tras superar una infección que sufrió hace ya cuatro años y que derivó en un fallo multiorgánico y una septicemia generalizada.
“Salgo con muchísimas ganas de cantar y contar”, valora la dama de la lírica, que reconoce que un hecho así permite ser “consciente del gran regalo que es la vida”, la que ahora le guarda más alegrías: “Hay Arteta para rato, tengo una agenda llena y disfruto cada momento”.
