Madrid, 28 sep (EFE).- Veinte años después de llegar a la presidencia del Comité Olímpico Español (COE) Alejandro Blanco recuerda que fue elegido porque las federaciones querían que lo dirigiera «una persona del deporte» y han mantenido su apuesta para reelegirle en mayo pasado para un sexto mandato, sin oposición, con un apoyo que considera «un ejemplo para el deporte y para la sociedad».

Blanco, en una entrevista con la Agencia EFE, repasó los cambios que ha vivido el organismo desde su llegada el 29 de septiembre de 2005, para convertirse en la casa de los deportistas y las federaciones; sus nuevos proyectos, como la defensa del modelo del deporte o la universidad UCAM-COE en Torrejón (Madrid), y opinó que hay que condenar absolutamente todo lo que tiene que ver con la violencia y la guerra, sin focalizar la protesta a través del deporte.

– Pregunta (P): ¿Pensó alguna vez que 20 años después seguiría como presidente?
– Respuesta (R): Sigo teniendo la misma filosofía que ese día, siempre voy día a día. No me imaginaba cuando entré en esta casa que iba a estar 20 años, ni 8, ni 12. Fueron unas elecciones muy duras que habíamos ganado, que el deporte había dicho por primera vez que el comité de España queremos que lo dirija una persona del deporte y olvidar otras cosas.
P: ¿Cómo era el COE de hace 20 años y cómo es el COE de ahora?
R: Es muy distinto, no tiene nada que ver. Quizá el mejor ejemplo es que cuando yo llego, a los 3 días viene David Meca, que había batido un récord, me propone una rueda de prensa y al día siguiente recibo una llamada diciendo que no puedo recibir en esta casa a deportistas, que el COE solo estaba para organizar el viaje a los Juegos Olímpicos cada 4 años. Entonces pregunté: ¿y empresas? Tampoco puedes recibir empresas. No puedo decir la respuesta que di por corrección. Todos aceptábamos que el COE en aquella época tuviese otro rol. El gran cambio es que esta casa se ha convertido en el centro del deporte sin bandera política, en la casa de los deportistas y las federaciones. Había que cambiar la forma de entender el COE y el servicio que daba a la sociedad, de ahí que la primera acción más significativa fue la creación de la oficina de atención al deportista.
– P: Desde entonces no ha vuelto a tener rival ¿Cómo ha conseguido tanto apoyo?
– R: Primero por el cariño de la gente y luego porque creo que han visto que, con nuestros aciertos y errores, estamos dedicados 24 horas al servicio del deporte, de los deportistas y de las federaciones. Es lo que hace que seamos un referente en cuanto a estabilidad deportiva. Un ejemplo no solo para el deporte sino para toda la sociedad.
– P: ¿Y a partir de ahora qué objetivos tiene?
– R: Hemos hecho mucho, pero falta mucho por hacer. Lo más importante es el tema del modelo del deporte. Creemos firmemente que la estructura deportiva en España se mantiene desde la época prehistórica y los tiempos han cambiado. Desde la creación de la oficina de Atención al deportista ahora tenemos casi 500 deportistas estudiando carreras y este año inauguraremos la Universidad UCAM-COE en Torrejón.
Tenemos que hacer una labor muy importante para que haya mayor representación en puestos más importantes en las federaciones internacionales; seguir en que somos el comité número uno del mundo en sostenibilidad, en el programa que fue la gran admiración de todos con la integración de refugiados en nuestro país a través del deporte, y seguir investigando, con un proyecto enorme a través de unos sensores para determinar, en tiempo real, qué es lo que ocurre en el organismo de un deportista o cualquier persona practicando deporte.
P: ¿Qué nota le pone en este momento al deporte español?
R: No me bajo del 10. Cuando hablan de resultados internacionales la gente, probablemente por la inmediatez, no valora tanto lo que es el deporte español. Porque cuando vamos a un campeonato y hacemos una valoración del resultado nunca ponemos en la mesa la ayuda que se recibe en otros países comparada con la que se recibe en España, dicho desde el agradecimiento al Gobierno en cuanto a apoyo económico. Pero estamos muy lejos de otros países. Si no tenemos los mismos medios y somos capaces en muchísimos deportes de tener a los números uno del mundo, algo tiene el deporte español.
P: ¿Qué piensa del papel que desde algunos foros se reclama al deporte frente a los conflictos bélicos?
R: Tenemos que condenar absolutamente todo lo que está ocurriendo en cuestiones de violencia, de guerra, de invasiones y de muertes. Hay que hacer la protesta en todos los sentidos, pero no focalizarla a través del deporte, ni de los deportistas. Si hay algo que tenemos que entender es la importancia del deporte. El deporte une, es el espacio en el que todo el mundo habla, dialoga, compite, se abraza, llora, ríe. Es el punto de encuentro y de entendimiento. Quizá la mejor respuesta que se puede dar es que esas grandes manifestaciones del deporte sean los mejores mensajeros de paz en el mundo. Si el punto de encuentro que la sociedad acepta, que es el deporte y la competición deportiva, lo utilizamos para que sea el mayor emblema de una protesta creo que nos equivocamos. La respuesta tiene que ser global. Hay muchos más medios para intervenir o para estar en contra de esa situación que utilizar el deporte.
P: ¿Cuál es la diferencia entre el caso de Rusia y Ucrania y el de Israel y Palestina?
R: El tema de Rusia es por transgredir la tregua olímpica y el periodo de la tregua olímpica lo determinó Naciones Unidas con 193 miembros que votaron por unanimidad. Ha habido un gran error en muchas manifestaciones diciendo que el COI sancionaba países y es mentira. El movimiento deportivo jamás se mete en la política de los países y el COI tiene que cumplir la Carta Olímpica. La diferencia es sencilla, Rusia invade Ucrania en ese periodo de tregua y por eso el COI suspende al Comité Olímpico de Rusia. En este caso el Comité Olímpico de Israel, que es sobre quien tiene competencias el COI, no ha transgredido ninguna norma de la Carta Olímpica, por eso no se les sanciona. Todo el deporte en el mundo condena cualquier tipo de agresión, cualquier tipo de guerra.
Olga Martín