Álvaro Lario (ONU): No invertir en desarrollo agrícola supondrá más conflicto y migración

Imagen del presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de las Naciones Unidas, Álvaro Lario. EFE/ Luis Gandarillas

Sevilla, 28 jun (EFE).- Álvaro Lario, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), una de las agencias especializadas de la ONU, advierte de que las inversiones en las zonas rurales de países en desarrollo son aún limitadas y que no favorecerlas supondrá «más conflicto, más inseguridad alimentaria y más migración forzada».

Con casi 3.000 millones de personas viviendo en zonas rurales de países en desarrollo y pequeños agricultores produciendo un tercio de los alimentos a nivel mundial, las inversiones en su potencial crecimiento siguen siendo limitadas, explica Lario en una entrevista con EFE previa a la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo, que se celebrará la próxima semana en Sevilla.

No favorecer las inversiones dará lugar a «más conflicto, más inseguridad alimentaria y más migración forzada», avisa el único español al frente de una agencia especializada de la ONU.

«No creo que sea el mundo que queremos construir», plantea Lario antes de lamentar que, «desgraciadamente, cada vez hay más desigualdad».

El presidente de esta agencia especializada de la ONU desgrana que en la actualidad hay en el mundo 300 millones de personas con hambre y en extrema pobreza y más de 700 millones en un estado de inseguridad alimentaria.

Según Lario, la única manera de no seguir en esta trayectoria es «mitigarla en la medida de lo posible creando oportunidades de trabajo y de ingresos».

Por ello, confía en que de la conferencia de la próxima semana salga «un mensaje fuerte de que la inversión en desarrollo es importante no solo para cumplir los objetivos de desarrollo sostenible, sino para que la población tenga opciones que ahora no tiene en sanidad, vivienda o trabajo».

El sector privado como parte de la solución

Bajo el liderazgo de Lario, el FIDA se convirtió en el primer fondo de las Naciones Unidas en acceder a los mercados de capitales y obtener una calificación crediticia, lo que le permitió ampliar su capacidad de movilización de recursos hasta llegar al sector privado, que ahora se plantea como parte de la solución.

El gran reto a corto plazo, según explica, es conseguir que instituciones como el propio FIDA o el Banco Mundial sean capaces de crear los instrumentos que permitan al sector privado invertir para solventar estos problemas de desarrollo.

«Se necesitan cientos de billones cada año», defiende Lario, que apuesta por poner en marcha incentivos, estructuras e instrumentos para movilizar al sector privado.

En su opinión, «no vale solo con apelar o pedir, porque evidentemente el sector privado tiene una serie de objetivos que no siempre están alineados con ayudar a eliminar la pobreza o el hambre».

El presidente del FIDA añade que agencias como esta están utilizando su propio dinero para «coinvertir» bien sea en deuda, en capital, en pequeñas y medianas empresas o en fondos de impacto, para lo cual trabajan con los gobiernos en crear los «ecosistemas» y conexiones con instituciones financieras que favorezcan ese clima.

Geopolítica y seguridad alimentaria

Lario subraya que tanto la agricultura como los sistemas alimentarios son un «negocio». Por ello, la ONU trabaja con bancos nacionales de agricultura, instituciones financieras, gobiernos y cooperativas para intentar que tengan acceso a los mercados, con unas ventas y unos ingresos. En caso contrario, sería una ayuda y no una inversión.

Con un 80 % de la pobreza en el ámbito rural, Lario destaca la importancia de conectar a los pequeños agricultores con cadenas de valor más grandes y «crear oportunidades para que tengan ingresos que les permitan enviar a sus hijos al colegio o tener acceso a una sanidad mínima».

Para el presidente del FIDA, la seguridad alimentaria se ha revelado además como uno de los factores fundamentales a nivel geopolítico desde que, durante la pandemia, muchos países se dieron cuenta de que su suministro de alimentos «dependía de un país que estaba a 3.000 o a 5.000 kilómetros».

«Esto se convirtió en un factor de seguridad nacional, porque dependían de las importaciones, que en muchos casos producen también impactos políticos, de inmigración, de conflicto y de acceso a recursos», explica Lario, quien recuerda que en las negociaciones comerciales «buena parte de las líneas rojas se producen en torno a la producción agrícola y de alimentos».

El responsable de la ONU subraya que, en la situación actual, con el mayor número de conflictos de la última década, se generan presiones migratorias y unos mayores costes «en términos de defensa y de guerra», una trayectoria que «no es muy sostenible», por lo que apela a los gobiernos a «continuar tomando estas inversiones como una manera de mitigar un mundo de mayor presión migratoria y mayores conflictos».