Ciudad de México, 12 jul (EFE).- “¿Qué palabras elegir para narrar una novela sobre una mujer que las conoció todas?”, plantea a EFE el escritor argentino Andrés Neuman sobre su último libro dedicado a María Moliner (1900-1981), la creadora del diccionario que “cambió la lengua española vinculando el afecto y el intelecto” con un “oído migrante” capaz de escuchar hasta el eco de Latinoamérica.
Con “intimidación y admiración” a los 80.000 vocablos del ‘Diccionario de uso del español’, el filólogo estudió los 81 años de la española para escribir ‘Hasta que empieza a brillar’, una obra que pone “carne y hueso” a “la poeta de la lengua”, quien hubiera sido la primera mujer en ingresar a la Real Academia Española (RAE) de no haber sido rechazada en 1972.
El ganador del Premio Alfaguara (2009) sabía que adentrarse en la mente brillante que redefinió el léxico en plena dictadura franquista con palabras como ‘madre’ -antes entendida por la RAE como “hembra que ha parido” a “mujer que tiene o ha tenido hijos”- era una labor más íntima que cerebral.
Una abuela brillante

Para ello, inventó un “truco” con el que habitó las memorias más afectivas de la historiadora, como las de su infancia, cuando su padre la abandonó por migrar a Buenos Aires o las de su adultez, época en la que reformó el sistema bibliotecario español y, al mismo tiempo, tuvo cinco partos y enfrentó la muerte de su primera hija, María.
“Jugué a imaginar que era mi abuela, porque la idea era desembarazarse de la formalidad de esos años de estudio. Así que jugar a que podría haber sido su nieto me la acercó como personaje de carne y hueso, con sus dudas, contradicciones, conflictos”, confiesa para decir que su novela también está dedicada a las abuelas, las “asiduas lectoras” de diccionarios.
Con una sonrisa que le cierra los ojos, Neuman analiza la cartografía migrante de Moliner, que pisó Latinoamérica con el intercambio de cartas que su padre le enviaba desde Argentina o las que le mandaba Luis Buñuel desde México como enamorado, pero también por su hermana, Matilde, una de las primeras mujeres en escribir una tesis doctoral en España, que, precisamente, investigaba los procesos de independencia de la región.
Dentro de España, detalla, la lexicógrafa fue “una migrante interna” que se fue desplazando por las amenazas y la precariedad económica de la Guerra Civil y la dictadura, por lo que su cuna está Aragón pero su “oído migrante” escuchó el español de Castilla y León, Andalucía, Madrid e incluso el catalán de su esposo Fernando Ramón.
Rescatar de la “extinción” a Moliner

Ese oído capaz de resumir tantas voces en casi 3.000 páginas está más vigente que nunca, afirma el autor, y la ironía es que está en “peligro de extinción porque no está digitalizado”.
Incluso defiende que escribió este texto para que se reviva su “ejemplo lexicográfico” en este siglo donde el lenguaje está siendo tan “envilecido y tergiversado”.
“Actualmente, hay una disputa por el sentido de algunas palabras, como ‘libertad’”, expone.
Por eso, “Moliner es tan necesaria”, pues fue quien “quiso hacer un uso preciso, justo y generoso de las palabras, empezando por la definición de madre o amor (…) Ella puede recordar a la comunidad hablante no solo su lengua, sino lo que contribuye sentirla”, afirma.
Por ahora, el esfuerzo de Neuman de sembrar con letra las hazañas de posiblemente la mujer más conocedora de la lengua española ha llegado hasta la puerta de la última casa de la bibliotecaria -en la calle Don Quijote de Madrid-, donde las nietas de María Moliner apilan con emoción el texto que hace homenaje al brillo tan único de su abuela.
“Doña María es de todo el mundo (…) pero tuvo 13 nietos y nietas, y un día dos de ellas vinieron a la presentación de ‘Hasta que empieza a brillar’, de lo más conmovedor y aterrador que me ha pasado”, revela con un sentimiento de alivio porque la abuela que imaginó y la que vive en el corazón de la familia Moliner son igual de “entrañables”.