Argentina, un país donde con un empleo no se llega a fin de mes

Personas esperan para tomar un transporte público este jueves, en Buenos Aires (Argentina). EFE/ Juan Ignacio Roncoroni

Buenos Aires, 7 ago (EFE).- El deterioro del mercado de trabajo en Argentina avanza desde que llegó Javier Milei al Gobierno: cada día más personas recurren a empleos informales para obtener ingresos extra y llegar a fin de mes, incluso quienes ocupan puestos cualificados y poseen estudios universitarios.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC), en el primer trimestre de 2025 el 16,1 % de la población económicamente activa estaba en la categoría de ocupado demandante, es decir, personas que tienen trabajo pero buscan otro.

El especialista Luis Campos, del Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), compartió con EFE su investigación basada en cifras oficiales: desde diciembre de 2023, cuando Milei asumió la Presidencia, se han perdido más de 183 mil puestos de trabajo.

En este período, los asalariados formales pasaron del 21,3 % al 20,6 %, los ocupados por cuenta propia (autónomos) pasaron del 3,8 % al 4 %, y los ocupados informales, desvinculados del sistema de seguridad social, subieron del 5,8 % al 6,4 %.

Estos números conducen a lo que el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) define como «estrés económico»: a pesar de que la desocupación no crece y la inflación ha detenido su espiral ascendente, millones de personas viven en situación de precariedad, ya presente durante el mandato del peronista Alberto Fernández (2019-2023).

Jubilados y trabajadores públicos al volante

Un hombre vende alimentos que sostiene en su cabeza este jueves, en Buenos Aires (Argentina). EFE/ Juan Ignacio Roncoroni

Luis tiene 67 años y alquila su casa en Buenos Aires. Tras 23 años trabajando como guardia de seguridad, se jubiló en 2022. Dos años después, comenzó a conducir su auto para una aplicación de transporte de pasajeros por algunas horas y algunos días.

«A medida que la economía se deterioró, fui aumentando el tiempo hasta llegar a salir siete días a la semana», explica a EFE, con el fin de suplir sus ingresos en un 70%.

Dice que el sistema público de salud le retribuía el 100 % de su gasto en medicamentos, pero con Milei ese subsidio se recortó un 50 %.

Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), desde diciembre de 2023 las pensiones mínimas en Argentina perdieron un 32 % de su valor.

María tiene 49 años, un máster en gestión cultural por la Universidad Complutense de Madrid, es madre soltera y trabaja para el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

Durante la pandemia de la covid comenzó a vender ollas de una reconocida empresa argentina. «En 2020 y 2021 llegué a vender 30 ollas por mes, sacaba el doble de mi sueldo formal», reconoce.

Pero en 2024 todo se vino a pique: «No llego a vender una por mes, y por ser revendedora el fisco me cobra los impuestos personales más altos», protesta María.

Ahora completa, a duras penas, sus ingresos con encargos puntuales de prensa y relaciones públicas en el ámbito de la cultura.

Sol tiene 32 años y es administrativa en el Gobierno: su sueldo ha caído a la mitad desde la asunción de Milei.

 Ante este shock, transportó pasajeros con su auto hasta que encontró un nuevo trabajo: gestión de cuentas de redes sociales. Por momentos, ambos empleos se solapan en horarios, los realiza de forma simultánea.

«Con el trabajo estatal no llego a cubrir el alquiler y los servicios. Tener dos empleos me permite mantener niveles de endeudamiento relativamente bajos. Uso la tarjeta de crédito para gastos cotidianos desde el día 20 de cada mes», cuenta Sol a EFE.

Luis, María y Sol pidieron que sus apellidos no figuren en este artículo, tampoco quisieron ser grabados con la cámara. La clase media argentina tiene orgullo.

Luis Campos de CTA afirma a EFE que el empeoramiento del mercado laboral en Argentina acumula más de diez años: «La economía dejó de crecer en 2012 y, desde entonces hasta 2024, el crecimiento del empleo formal asalariado es menor al crecimiento vegetativo de la población económicamente activa».

La ciencia cae en barrena

Leonardo Amarilla tiene 41 años y vive en Córdoba, la segunda ciudad más grande de Argentina, donde trabaja para el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

Es doctor en Ciencias Biológicas y también es conductor de aplicaciones de transporte desde diciembre de 2024, cuando, según cuenta a EFE, empezó a endeudarse para comprar comida.

Los ingresos de investigadores en Argentina cayeron más del 40 % desde fines de 2023, con el inicio de la gestión ultraliberal del Gobierno de Milei.

«Salgo a conducir el auto para acercarme a ese porcentaje que perdí, pero no llego. Trabajo ocho horas para CONICET y llevo pasajeros entre tres y cuatro horas por día, más los fines de semana que hago jornada completa», relata.

De ese 40 % perdido, todavía está 25 % por debajo de lo que precisa para llegar bien a fin de mes y enviar algo de dinero a sus padres, jubilados con la pensión mínima.

En Buenos Aires, Florencia Podestá es becaria de CONICET y, junto a otros científicos, intenta visibilizar en una acampada de protesta el recorte presupuestario: «Los becarios estamos necesitando cubrir con otras fuentes de ingresos nuestro salario principal», dice a EFE.

A los becarios solo se les ofrece como alternativa ejercer la docencia, pero hasta un tope de ingresos. Si alguien lo sobrepasa, el Estado retiene en su cuenta la diferencia.

EFE buscó la opinión de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovelo, o del secretario de Trabajo, Julio Cordero, pero los asesores de los responsables de la política laboral en Argentina declinaron hacer comentarios.

Sebastián Rodríguez Mora