Beatriz Arslanián
Ereván, 24 abr (EFE).- Decenas de miles de ciudadanos armenios se dirigen este jueves al memorial de Tsitsernakaberd para rendir homenaje a las víctimas del genocidio armenio en el Imperio otomano, tragedia que cumple hoy 110 años sin el reconocimiento turco.
“Hoy, honramos la memoria de las víctimas inocentes del genocidio armenio, que fueron sometidas a matanzas y deportaciones masivas a partir de 1915”, aseguró el primer ministro armenio, Nikol Pashinián, en un mensaje a la nación con ocasión del aniversario.
Pashinián subrayó que los acontecimientos que tuvieron lugar en los últimos años del Imperio otomano “dejaron una profunda huella en el alma y la conciencia de cada armenio”.

Tragedia nacional y personal

“Para muchos ciudadanos de Armenia, el Genocidio no es sólo una tragedia nacional, sino también una tragedia familiar y personal”, recordó.
Según el líder armenio, la supervivencia de ese antiguo pueblo y su país han sido un tema clave de la agenda nacional desde hace más de un siglo y la política actual dirigida a la normalización de las relaciones con los vecinos es, en su opinión, una de las garantías de un futuro pacífico del país.
Mientras, el patriarca de la Iglesia apostólica armenia, Gareguin II, subrayó en un mensaje con ocasión del 110 aniversario del genocidio que “los crímenes cometidos contra la humanidad no tienen justificación ni fecha de prescripción”.
“El reconocimiento y la condena universal del genocidio armenio es la misión de nuestro pueblo y de toda la humanidad civilizada”, afirmó el jerarca religioso.
Marcha de las antorchas
Miles de personas recorrieron anoche las calles de Ereván, portando antorchas encendidas en una marcha que se repite cada año en vísperas del 24 de abril.
La marcha partió desde la Plaza de la República, el corazón simbólico del país, y se dirigió hacia el memorial de Tsitsernakaberd, el sitio que rinde homenaje a las víctimas de uno de los crímenes más atroces del siglo XX.
El recorrido estuvo marcado por cantos patrióticos, banderas nacionales y pancartas que evocaban a los más de un millón y medio de armenios que fueron asesinados entre 1915 y 1923, en el marco de una campaña sistemática de exterminio llevada a cabo por las autoridades otomanas.
La marcha de antorchas no pierde su vigencia. En el contexto actual, marcado por el desplazamiento forzado de los armenios de Nagorno Karabaj y las tensiones con Azerbaiyán, el acto adquiere un carácter aún más simbólico. En este contexto, los jóvenes cargaban carteles con los nombres de aldeas y ciudades que se encuentran actualmente bajo el control de las tropas azerbaiyanas.
“Marchamos no solo por quienes murieron hace un siglo, sino también por los que fueron expulsados de sus hogares hace menos de dos años. La historia se repite”, afirmó Ani, una estudiante de 22 años que participa por tercera vez en la manifestación.
La parte armenia califica de ‘limpieza étnica’ a la ofensiva militar de Azerbaiyán en septiembre de 2023, que forzó el desplazamiento de más de 100.000 personas. Este hecho reavivó en muchos armenios el temor de que el genocidio no sea solo un capítulo cerrado del pasado.
Turquía persiste en su negacionismo
Hasta el momento, más de 30 países han reconocido oficialmente el genocidio armenio, entre ellos Francia, Alemania, Argentina y Estados Unidos, que dio el paso en 2021 durante la presidencia de Joe Biden.
Sin embargo, Turquía continúa negando que los hechos constituyan un genocidio y rechaza cualquier responsabilidad histórica. Según Ankara, las muertes masivas entre la población armenia del Imperio otomano se produjeron en el contexto de la Primera Guerra Mundial.
Esa negativa es uno de los principales obstáculos para la normalización de relaciones entre Armenia y Turquía, que no tienen vínculos diplomáticos desde hace décadas.
Sin embargo, ambos países iniciaron un diálogo en 2022 mediante la designación de enviados especiales y varias rondas de conversaciones, cuyos avances fueron escasos.
Los sectores más nacionalistas y gran parte de la diáspora armenia consideran inaceptable cualquier acercamiento mientras Turquía mantenga su política negacionista.
A ello se suma el fuerte respaldo de Ankara a Bakú durante los conflictos con Armenia por el control de Nagorno Karabaj, lo que ha deteriorado aún más la confianza entre las partes.
Mientras, desde el gobierno armenio, la posición oficial ha sido la de promover una política exterior pragmática, con la aspiración de alcanzar una paz duradera en la región.
Sin embargo, el trauma colectivo por la pérdida de Nagorno Karabaj ha debilitado el respaldo popular al gobierno y ha colocado a la conmemoración del genocidio de 1915 no solo como símbolo del recuerdo, sino también como advertencia de que la justicia aún está pendiente.