Arrebato sin premio de Morante de la Puebla en una alborotada Corrida de la Prensa

El diestro Morante de la Puebla durante la corrida de la prensa de la Feria de San Isidro, con reses de Garcigrande, este miércoles en la Plaza de Toros de Las Ventas, en Madrid. EFE/ Juanjo Martín

Paco Aguado

Madrid, 28 may (EFE).- La arrebatada faena que Morante de la Puebla le hizo al primer toro de la tarde, que se quedó sin premio por la negativa del presidente a atender una abundante petición, fue el pasaje más trascendente de la Corrida de la Asociación de la Prensa de Madrid, celebrada hoy en Las Ventas dentro del abono de la feria de San Isidro ante unos tendidos especialmente alborotados.

Llamó mucho la atención la actitud, por momentos, sobreexcitada de un público que jaleó de manera desmedida toda esa actuación de Morante, pero al que después pitaría con fuerza cuando el de Puebla del Río decidió cortar por lo sano con el segundo de su lote, al tiempo que asistió pasivamente, más pendiente de las meriendas y de las copas, a las intrascendentes actuaciones de los otros dos toreros del cartel.

Y es que había muchas ganas de ver a Morante de la Puebla, que fue quien concitó un nuevo ‘no hay billetes’ en la feria, ya el octavo, como se vio desde que una ovación tras el paseíllo quiso sacarle a saludar, en un instante de euforia al que también se sumaron sus compañeros, a los que el sevillano hizo salir por delante a desmonterarse. 

Así que quienes a eso acudieron a Las Ventas se encontraron muy pronto con lo que buscaban, porque, para abrir boca, Morante se asentó en la arena con el capote para fijar y mecer, en un palmo de terreno y con absoluta suavidad, las abiertas embestidas iniciales del que abrió plaza, rematándolo todo con una soberbia media verónica.

El de Garcigrande, de muy serias pero finas hechuras, derribó en el primer puyazo y soportó muchos, y no siempre buenos, capotazos durante su lidia, incluso sufriendo un innecesario golpe contra el burladero cuando el subalterno de turno lo cerraba en tablas para que el matador iniciara la faena.

Todo eso hizo que el toro, que se empleó con calidad, llegara algo mermado de fuerzas a ese tramo final, que Morante prologó con muletazos templados pero de mano baja y exigentes, para dejarlo en el tercio, donde iba a llegar todo un despliegue de torería que se respondió con estridentes y nerviosos olés en un tendido absolutamente desatado.

Las dos primeras tandas de derechazos tuvieron una intensa y algo amontonada ligazón, sin que un motivado y entregado Morante dejara al toro ni tiempos ni espacios, por lo que el animal perdió las manos en alguna ocasión. Pero se reposó más en la siguiente serie de naturales, donde todo fluyó más y mejor y que tuvo el remate de un inmenso cambio de mano, una honda trincherilla y un genial molinete invertido.

Unos airosos muletazos más con la diestra y unos efectivos pases por bajo para cuadrarlo, ya muy a menos el de Garcigrande, fueron los últimos pasajes antes de una buena estocada de lento efecto que necesitó de tres golpes de descabello a los que debió agarrarse la presidencia para negar una petición de oreja unánime pero ya no tan fuerte como los olés que acompañaron la breve e intensa faena del artista de la Puebla.

En cambio, ese mismo público de supuestos ‘incondicionales’ se enfadó también de más cuando Morante pasaportó sin contemplaciones -apenas seis o siete pases de tanteo- a un cuarto sin celo alguno, uno de los más apagados de una corrida en la que aun así, y además de ese primero, salió otro toro notable en tercer lugar.

Pero con este Tomás Rufo ni se arrebató como el maestro ni apostó como era de esperar, ya que se pasó siempre muy despegadas las nobles y claras embestidas de un astado que pedía más temple para desarrollarlas en su totalidad y no los toques bruscos que le recetó el toledano en un trabajo en el que, pese a la euforia que dominaba el tendido, no escuchó ni un solo olé, al igual que con el desfondado sexto.

Por su parte, la actuación de Alejandro Talavante estuvo marcada por una extendida desidia, cuando no pasividad, en sus dos breves trasteos, lo mismo con el desrazado segundo que con el quinto, que, antes de apagarse por un duro castigo en varas, salió galopando y embistiendo con una suprema calidad a la que el extremeño respondió con unos cortísimos y superficiales lances a pies juntos en vez de con las hondas verónicas que hubiera merecido.

FICHA DEL FESTEJO

Detalle de la mano del diestro Morante de la Puebla durante la corrida de la prensa de la Feria de San Isidro, con reses de Garcigrande, este miércoles en la Plaza de Toros de Las Ventas, en Madrid. EFE/ Juanjo Martín

Seis toros de Garcigrande, muy bien presentados y, de serias cabezas aunque algo desiguales de hechuras y alzadas. También de juego variado, aunque casi todos con un medido fondo de raza y fuerzas. Por duración y entrega, destacaron los lidiados en primer y tercer lugares.

Morante de la Puebla, de corinto y oro: estocada y tres descabellos (gran ovación tras aviso y petición de oreja); media estocada baja (pitos).

Alejandro Talavante, de verde esmeralda y oro: estocada delantera desprendida tendida (silencio); pinchazo y estocada atravesada (silencio).

Tomás Rufo, de grosella y oro: pinchazo y estocada (silencio); bajonazo trasero (silencio).

Corrida de la Asociación de la Prensa de Madrid, con la presencia de honor de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, acompañada en el callejón por la también presidenta de la APM, María Rey, y el torero retirado Juan Antonio Ruiz, Espartaco.

Decimoséptimo festejo de abono de la Feria de San Isidro, con no ‘hay billetes’ en las taquillas (22.964 espectadores), en tarde calurosa y sin viento.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (c) y la presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid, María Rey (i) durante la corrida de la prensa de la Feria de San Isidro, este miércoles en la Plaza de Toros de Las Ventas, en Madrid. EFE/ Juanjo Martín