Arropado por el exilio, el dalái lama cumple 90 años con un plan para desafiar a China

El Dalai Lama participa este domingo en las ceremonias de su cumpleaños en el templo de Tsuglagkhang, acompañado por el actor Richard Gere (dha). EFE/EPA/HARISH TYAGI

Dharamshala (India), 6 jul (EFE).- El dalái lama cumplió 90 años este domingo arropado por miles de fieles en la capital de su exilio, la ciudad india de Dharamshala, en una celebración que ha servido de plataforma para lanzar un renovado plan: asegurar la continuidad de su linaje, defender la causa del Tíbet durante cien años más y desafiar el control de China.

El dalái lama celebró este domingo su 90 cumpleaños con una gran ceremonia en Dharamshala donde, arropado por miles de fieles, dejó a un lado la tensión geopolítica de la semana para ofrecer un discurso centrado en la compasión y la gratitud. EFE/ Lucía Goñi

La jornada en Dharamshala, en el Himalaya indio, ha sido una mezcla de devoción, misticismo y estrategia política. Desde primera hora, un mar de túnicas granates de monjes y monjas, junto a peregrinos tibetanos y seguidores occidentales, colmó por completo el complejo del templo Tsuglagkhang, hogar del dalái lama.

El dalái lama se centró este domingo, en su 90 cumpleaños, en dejar a un lado la tensión geopolítica de la semana para ofrecer un discurso centrado en la compasión y la gratitud. En su intervención principal desde el templo Tsuglagkhang, su residencia en el exilio indio, el líder espiritual se centró en la esencia de su práctica diaria. "Para cumplir los objetivos de uno mismo y de los demás, yo genero esta mente del despertar (Bodhichitta)". EFE/ Lucía Goñi

«Nunca hemos visto a alguien que encarne totalmente el desinterés, el amor completo, la compasión y la sabiduría. Nunca hemos visto un ser humano como este», dijo el actor estadounidense Richard Gere, amigo y discípulo del líder tibetano, durante la celebración.

El actor que esta semana ha hecho múltiples apariciones intentando revivir la «tibetmanía» que inspiró Hollywood en los 90, aseguró la fortaleza física y mental del líder tibetano que a pesar de su edad camino entre la multitud de fieles y se dirigió a la audiencia con su carisma habitual.

Pero bajo el júbilo de la celebración, en Dharamshala subyace una corriente de nostalgia. La nostalgia por un Tíbet libre que la mayoría de los presentes nunca ha visto y que los más ancianos recuerdan con una claridad dolorosa.

Este enclave, con sus monasterios y sus tiendas vendiendo recuerdos del Palacio de Potala, es en sí mismo un acto de memoria; un esfuerzo colectivo de más de seis décadas para reconstruir un mundo perdido en una ladera india. Es esa memoria, aferrada con tanta fuerza, la que alimenta la lucha política y la devoción por el hombre que la encarna.

El plan tibetano, forjado durante esta semana de alta tensión, se basa en la decisión del propio dalái lama de que la institución que lleva su nombre continuará tras su muerte y que solo una fundación de su confianza, la Gaden Phodrang Trust, gestionará la búsqueda de su reencarnación.

Esta decisión fue ratificada por un histórico cónclave de líderes de todas las escuelas del budismo tibetano, que concluyó el viernes con una nueva estrategia de confrontación. El Sikyong (líder político), Penpa Tsering, detalló públicamente los argumentos acordados, cambiando el tono diplomático tradicional por uno de desafío directo.

El órdago del dalái lama a Pekín se materializó en la víspera de su cumpleaños, con su vaticinio de que espera vivir «otros 30 o 40 años más», desarmando la aparente estrategia china de simplemente esperar su fallecimiento.

Este factor se entiende mejor al recordar el precedente del panchen lama, cuya reencarnación reconocida por el dalái lama fue secuestrada por China en 1995 para imponer a su propio candidato.

Toda esta estrategia se desarrolla en un complejo escenario de cautela internacional, con tímidos apoyos a la santidad budista, solo Estados Unidos y la anfitriona India emitieron declaraciones oficiales de felicitación. En los últimos años el temor al «efecto dalái lama», la represalia económica de China contra quienes apoyan al dalái lama, ha mermado los apoyos.

En el acto central de este domingo, el dalái lama evadió la política, pese al tono desafiante de sus demás mensajes esta semana. En cambio se centró en la gratitud y en la «bodhichitta», la mente del despertar.

Con los deberes políticos ya ejecutados, la celebración de sus 90 años fue, precisamente más bien una demostración de unidad, fuerza espiritual y la serena confianza en un futuro que, aseguran, ellos mismos controlarán.

Indira Guerrero