Tokio, 20 sep (EFE).- «Me he visto más peleón que el año pasado en los Juegos, me veía ganando hasta el último 100». Así de tajante se mostró el cántabro Mohamed Attaoui tras disputar la final de los 800 metros en el Estadio Olímpico de Tokio, dónde quedó quinto con 1:42.21, marca de la temporada, en una carrera en la que el keniano Emmanuel Wanyonyi no dio opción a sus rivales y firmó con 1:41.86 el récord de los campeonatos.
Attaoui llegó a estos Mundiales en su mejor momento de forma. Lo demostró en la primera ronda y también en las semifinales con dos carreras que ganó de forma contundente y que fueron un aviso a sus rivales, principalmente a Wanyonyi, que quizá salió en la final a marcar un ritmo muy rápido desde el inicio pensando en el español y la forma que tiene tan explosiva de acabar.
«No sé si Wanyonyi ha salido así por mi. Vete a saber. Ha salido así porque de esta forma revienta a todo el mundo, no deja a nadie con cambio y él aguanta a ese ritmo de 1:41», declaró.
La carrera fue parecida a la final olímpica de hace trece meses en París, en la que Wanyonyi también firmó un tiempo similar y se llevó el triunfo de forma clara. En este tiempo, Attaoui ha cambiado, es un atleta más maduro, más completo, con más personalidad y, sobre todo, con más ambición.
«Me he encontrado bastante bien para como ha sido la carrera pero no estoy contento, quería mucho más. La carrera no me ha beneficiado, se ha salido muy rápido y en el primer ‘cien’ he tenido que acelerar porque veía que me iba a descolgar. Me he colocado bien pero cuando empezaron a sucederse ataques me podía poner a rueda del argelino (Djamel Sedjati) pero no quería por si se quedaba colgado y es lo que tenía que haber hecho», relató.
«Después me quise colar, tuve que sacar el brazo y ese frenazo con Tshepiso Masalela me ha pasado factura para el ultimo cien. Es una pena porque me he visto más peleón y me veía ganando hasta el ultimo cien», apuntó.
A Wanyonyi lo acompañaron en el podio Sedjati (1:41.90), plata, y el canadiense Marco Arop (1:41.95), bronce.
Attaoui, quinto en los Juegos Olímpicos de París, repitió puesto en Tokio. Es la gran esperanza del 800 español, él lo sabe y por su talento los rivales ya lo temen y lo empiezan a tener en cuenta. Desde que entrena en el equipo ON, en St.Moritz (Suiza), a las órdenes del alemán Thomas Dreissigacker ha dado un enorme salto de calidad. Los medios le ayudan, como esas concentraciones que hacen en Sudáfrica en altitud.
Lo que no hay duda es que el Attaoui, de 1,70 metros de altura, 57 kilos y 23 años, es un prodigio. Llegó de Marruecos a España en brazos de sus padres a los 6 años y en Torrelavega empezó a correr entrenado por Raúl Gutiérrez.
Su amor por el atletismo era tal que con sus ahorros se pagaba concentraciones y material hasta que hace dos años, tras debutar a los 21 en el Mundial de Budapest, firmó un contrato profesional con ON, que no quiso dejar escapar a la perla española.
Caído en el ostracismo Mohamed Katir tras su sanción, Attaoui es el atleta que, junto a Adrián Ben, ha vuelto a levantar con letras mayúsculas la ilusión del aficionado español por el mediofondo desde aquella primera generación de los noventa que lideró Fermín Cacho y que más tarde siguieron Reyes Estévez y Juan Carlos Higuero.
David Ramiro