Asunción, 10 jun (EFE).- El Plan Cóndor, el sistema represivo que aplicaron las dictaduras militares del Cono Sur, fue parte de la Guerra Fría y contó con el apoyo de EE.UU. y Francia, según el escritor y periodista francés Pablo Daniel Magee, que documenta la relación de esos países con la conspiración en su libro ‘La Pluma del Cóndor’, publicada este año en español.
Magee explicó a EFE que la obra retrata «la vida increíble» del reconocido activista paraguayo por los derechos humanos Martín Almada (1937-2024), que descubrió en 1992 los llamados ‘Archivos del terror’ del Plan Cóndor, y cuenta cómo nació y se desarrolló ese esquema de coordinación secreta de los militares de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay y después de Brasil para reprimir a los opositores de izquierda en las décadas de 1970 y 1980.
El también catedrático, que siguió el trabajo de Almada durante ocho años, dentro y fuera de Paraguay, destaca que su libro establece «la formación de agentes operativos militares paraguayos, chilenos, argentinos por las fuerzas militares norteamericanas y por la CIA y por el FBI».
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Oficina Federal de Investigación (FBI) actuaron en el contexto de la Guerra Fría, que enfrentó al sistema capitalista contra el comunista, explicó.
«Tenemos una carta del director del FBI de la época que le manda a Pastor Coronel, que era el peor torturador paraguayo, era el carnicero (…) Le dice: ‘Feliz Navidad. Usted se merece la mejor Navidad posible y la mejor vida posible con todo lo que hace por su país'», relató Magee.
Tras el descubrimiento de los documentos militares secretos, Almada hizo reclamos a EE.UU. para que asuma la responsabilidad de una reparación con las víctimas y, según Magee, solo Barack Obama reconoció en una visita en 2016 como presidente estadounidense a Buenos Aires que hubo un pasado «intervencionista» de Washington en el Cono Sur.
Agregó que su libro también establece la responsabilidad de Francia en el sistema represivo porque agentes del país europeo enseñaron técnicas de tortura y obtención de información a estadounidenses, los que, a su vez, los transmitieron a los agentes militares suramericanos a cargo de ejecutar las operaciones represivas.
«La verdad es que la responsabilidad francesa fue enorme en todo lo que fue el Plan Cóndor y las técnicas de tortura y de interrogación. Francia tuvo una responsabilidad colosal y es lo que voy también explicando acá», dijo Magee, que reconoce haber sido cuestionado por ser un investigador francés interesado en revelar las implicaciones de su país en esas operaciones.
Homenaje al cóndor

Un primer acercamiento de Magee con la historia del Plan Cóndor fue por medio de una profesora universitaria estadounidense que trabajó para el ex secretario de Estado de EE.UU. Henry Kissinger (1923-2023) y le contó las relaciones con el golpe en Chile y las operaciones militares posteriores.
El Plan Cóndor tiene como fecha oficial de nacimiento el 25 de noviembre de 1975 en Santiago de Chile durante un encuentro de jefes militares, aunque la presunción es de que ya funcionaba desde antes de tener ese nombre. Magee refirió que la denominación fue sugerida por la delegación uruguaya al ser el cóndor el ave emblemática de Chile.
En la práctica, la conspiración militar consistió en el intercambio eficiente de información de inteligencia militar, de persecuciones, deportaciones y de crímenes cometidos por los regímenes dictatoriales.
Para su investigación, el autor francés eligió como hilo conductor la trayectoria de Almada, «un pequeño maestro, sindicalista paraguayo, luchador a su manera, profundamente humanista», según sus palabras, pero que por su compromiso con los derechos humanos alcanzó una relevancia internacional.
Almada nació en la zona del Chaco en 1937, se crió en condiciones de pobreza entre indígenas de la etnia chamacoco, trabajó de forma precaria como vendedor en la calle, fue pedagogo, abogado y estuvo detenido durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989).
Por su trabajo, desarrolló contactos a niveles de presidentes y recibió el Nobel Alternativo en 2002.
A Magee, que tiene vínculos familiares con Paraguay, le parece una «paradoja tremenda» que Almada haya sido objeto de reconocimientos internacionales, como el que recibió en 2021 de Francia, pero que en Paraguay haya sufrido «por un mecanismo de olvido muy fuerte».
«En algún momento describo el Museo de las Memorias como una isla de memoria en un océano de olvido, que es Paraguay. Paraguay quiere olvidarse. Él (Almada) luchó toda la vida para que no se olvide lo que pasó», sostuvo el escritor, al referirse al espacio establecido en la antigua sede de la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos, conocida como ‘La Técnica’ y conocido como uno lugares del tortura durante la época de Stroessner.
Según Magee, también hay un «sistema de impunidad» para quienes cometieron los crímenes.
La documentación revelada por Almada, consistente en 700.000 folios militares, permitió que muchas víctimas de la dictadura en Paraguay y de otros países pidan Justicia por la violación de sus derechos humanos.
Por la información recogida en comisiones de cada país sobre el Plan Cóndor, el número de las víctimas en general, según el entrevistado, podría rondar las 250.000 personas, entre muertos, desaparecidos, torturados o «hijos robados», en una estadística que sigue en investigación.
Javier Aliaga
