Las Palmas de Gran Canaria, 13 jun (EFE).- Expertos en Endocrinología, Nutrición, Diabetes y enfermedades cardiovasculares han advertido este viernes de la «banalización» de los fármacos como ozempic, wegovy o mounjaro, cada vez más populares para perder peso con fines meramente estéticos y cuyos efectos a largo plazo aún se desconocen.
La semaglutida o la tirzepatida (más conocidas por sus distintos nombres comerciales) han demostrado «efectos extraordinarios» contra la obesidad, con resultados de hasta un 25 por ciento del peso sobrante perdido; sin embargo, su creciente popularidad ha llevado a la sociedad a pensar que son tratamientos que «vienen muy bien para la operación bikini, y eso no es así».
Así lo ha subrayado el médico José Manuel Cucalón, del grupo de trabajo de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), en la segunda jornada de su 31 Congreso que reúne en Las Palmas de Gran Canaria a más de 2.500 profesionales.
No existe el fármaco milagro

La obesidad es una «auténtica epidemia mundial», con cifras de prevalencia que alcanzan el 37 por ciento; además de ser una enfermedad en sí misma, es fuente de otras 20 comorbilidades como la diabetes, la hipertensión o incluso el cáncer.
No responde a un solo mecanismo ni factor e incluso existe la obesidad que no está asociada ni a la dieta ni al sedentarismo; por ello, requiere de un abordaje multidisciplinar y personalizado, que puede incluir (o no) medidas farmacológicas.
Los nuevos fármacos han revolucionado su tratamiento, pero cada vez más personas están poniendo en riesgo su salud por usarlos fuera de indicación o sin el seguimiento médico adecuado.
«Solo los facultativos podemos hacer un diagnóstico certero y prescribir más o menos este tipo de fármacos. Deberíamos no banalizar lo que supone un tratamiento costoso, largo y de por vida, que es complejo y tiene efectos secundarios», los más frecuentes, náuseas, vómitos y otros trastornos digestivos.
Aunque llevan muchos años usándose para la diabetes y algo menos para la obesidad, el problema viene de utilizarlos inadecuadamente por estética. Y es en estas personas en las que «no sabemos qué ocurrirá muy bien a largo plazo».
Muchos de quienes los usan con ese fin lo hacen «con esperanzas de que se va a perder peso sin cambiar hábitos», ha señalado Isabel Egocheaga, responsable del Grupo Cardiovascular de la SEMG.
Pero «no hay fármaco milagro» y luego viene el efecto rebote: ya se están viendo casos de recuperación de hasta el 75 por ciento del peso a los seis meses de haber dejado el tratamiento.
La importancia del mantenimiento
«Los fármacos que utilizamos ahora no queman la grasa, actúan sobre la enfermedad, sobre muchos puntos de su origen y esto no es banal. Tenemos que separar su uso de los motivos estéticos», ha insistido también esta doctora.
Afortunadamente, la obesidad está experimentando un cambio de narrativa que ha propiciado que «muchos pacientes que se consideran sanos pero tienen exceso de peso consulten».
Ese cambio de lenguaje también ha ayudado a los propios profesionales a entender que la obesidad no es un «desbalance entre comer mucho y gastar poco».
Tradicionalmente, siempre se han prescrito dietas hipocalóricas, que se acaban abandonando por su monotonía. «Si queremos que las personas se cuiden, tenemos que adaptarnos a su vida», ha remarcado Eva Sáez, enfermera del grupo de Diabetes de la SEMG.
Ahora, «cada vez más se apuesta por ir adaptando y variando» la dieta y, en función de la evolución, introducir o no a una restricción calórica. Solo así se garantiza la adherencia.
Con el ejercicio pasa igual, «ya no se trata de decir ‘camina’ para perder peso», sino que existen multitud de ejercicios que se pueden adaptar a la persona.
Lo importante después es mantener todo eso y «no olvidarnos de que hay que continuar un seguimiento», ha concluido.