Belém corre para terminar las obras antes de la COP: “La ciudad es un caos”

Fotografía del 23 de abril de 2025 de un ave en el mercado de Ver-O-Peso durante las obras de adecuación para acoger la COP 30, en la ciudad de Belém (Brasil). EFE/ Isaac Fontana

Belém (Brasil), 28 abr (EFE).- La ciudad brasileña de Belém se apresura a terminar decenas de obras prometidas para la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU (COP30) que se celebra en noviembre, una situación que los habitantes describen como “caótica”, pero que, al mismo tiempo, ven con esperanza.

Fotografía del 23 de abril de 2025 donde se observa el mercado de Ver-O-Peso, durante las obras de adecuación para acoger la COP 30, en la ciudad de Belém (Brasil). EFE/ Isaac Fontana

A poco más de medio año del arranque del evento, es difícil pasear por esta urbe amazónica de 2,5 millones de habitantes, rodeada de ríos y selva, sin escuchar el ruido del taladro.

Fotografía del 24 de abril de 2025 donde se observan personas trabajando en el Parque da Cidade, principal proyecto para acoger la COP30, durante sus obras de adecuación en la ciudad de Belém (Brasil). EFE/ Isaac Fontana

“Allá será la entrada de la ‘blue zone’”, explica la operaria en un portugués trufado de términos en inglés que solo los asiduos a las COP conocen.

La ‘blue zone’ o “zona azul”, el lugar donde se levantarán los pabellones para la celebración de las negociaciones climáticas, es todavía un descampado lleno de polvo, como pudo ver EFE durante una visita al lugar, invitada por el Gobierno del estado de Pará.

La previsión es terminar de allanar el terreno a finales de mayo para luego dejar que la ONU se encargue del resto.

Al lado de la futura ‘blue zone’, decenas de jardineros plantan palmeras y samaumeiras en el que será conocido como Parque de la Ciudad, un enorme espacio de 500.000 metros cuadrados con centros culturales y recreativos en construcción construido sobre un antiguo aeropuerto.

El parque tiene un avance del 78 %, aunque otras obras vinculadas a la COP presentan un progreso mucho menor, como el 20 % de la Vila COP, el conjunto residencial con 405 suites destinadas a autoridades de todo el planeta.

Precisamente, la elección de Belém como sede de la COP despertó inquietud sobre la capacidad de esta ciudad, que contaba hasta hace poco con apenas 18.000 camas de hotel, de albergar las 50.000 personas esperadas para la conferencia.

“Estamos dentro del cronograma para entregar las obras para el evento”, asegura a EFE el secretario regional de Infraestructura y Logística, Adler Silveira, si bien reconoce que la temporada de lluvias ha provocado una “desaceleración” en el ritmo de ejecución.

La inversión de 4.500 millones de reales (unos 790 millones de dólares) en infraestructura prevista por el Gobierno de Pará incluye obras pendientes desde hace décadas, como kilómetros de red de alcantarillado para el 80 % de la población de Belém que aún no tiene acceso.

Mel Costa, de 32 años, dueña de una peluquería que pese a encontrarse en el centro de la ciudad, no está conectada a la red y depende de una fosa séptica, convive con el ruido de las obras desde hace meses.

“La COP está siendo como organizar un cumpleaños en el último minuto… es un caos y me pregunto si va a dar tiempo”, dice con una sonrisa, al lado de un maniquí con peluca.

Aunque ha perdido un 30 % de la clientela debido a las obras, Costa está ansiosa por conectarse a la red y librarse de la dichosa fosa séptica, que tiene que vaciar cada tres meses para evitar incidentes.

“Da mucha vergüenza cuando se llena, porque tengo clientes que van al baño y la tubería no traga cuando tiran de la cadena”, explica, sonrojada.

El icónico mercado municipal del siglo XIX, cuya estructura de hierro fue traída de Europa en tiempos del auge del caucho, también está pasando por reformas.

La comerciante Isabel Barbosa, de 44 años, ha tenido que trasladar de forma temporal su puesto de hierbas aromáticas a un lugar cercano, pero dice que no le importa.

Desde el anuncio de la COP, ha notado un aumento del turismo, por lo que trabaja todos los días de la semana sin descanso.

“Tengo la esperanza de cambiar de carro…”, dice, antes de apuntar a su nuevo “producto estrella”: un perfume color verde fluorescente bautizado como ‘Llama gringo’.

Jon Martín Cullell