Cannes (Francia), 23 may (EFE).- Mucho se había hablado en los últimos días de ‘Resurrection’, la película con la que el chino Bi Gan compite por la Palma de Oro de Cannes y que se daba por obra maestra antes de estrenarse. Para algunos, lo es, para otros, un horror, una enorme división de opiniones para una declaración de amor al cine.

“Sofisticada”, “confusa”, “pretenciosa”, “hipnótica”, “seductora” o “el peor filme” de Cannes. Son algunas de las primeras reacciones a un filme enorme en todos los sentidos: dura 160 minutos, tiene un plano secuencia final de 40 minutos en 3D, algunas secuencias bellísimas, pasa del cine mudo al sonoro, brillantes transiciones de géneros, historias incomprensibles…
Como dice la revista Variety, en el mejor resumen que se puede hacer del filme: “Podría decirse que es la peor película en competición en Cannes este año y es una fuerte candidata al premio a mejor Dirección del festival, y con razón”.
Bi Gan propone en ‘Resurrection’ un viaje a través del cine en cinco capítulos, que empieza como un filme mudo para luego convertirse en un thriller o en una distópica historia de vampiros.
Una película que encajaría a la perfección en un museo de arte contemporáneo más que en un festival de cine y con la que el director, ha querido aportar “una especie de apaciguamiento y de confort”, algo que todos necesitamos, como explicó este viernes en rueda de prensa.
“Si el mundo no hubiera evolucionado como lo ha hecho y no estuviera en la situación crítica en la que está, yo hubiera continuado haciendo filmes más personales”, aseguró Bi Gan.
‘Resurrection’ es su cuarto largometraje, el anterior fue ‘Largo viaje hacia la noche’ (2018), que participó en la sección ‘Una cierta mirada del festival’, y ahora compite por primera vez en la oficial con un filme que refleja el amor que tanto él como sus colaboradores más cercanos sienten por el cine.
De ahí el comienzo mudo y en blanco y negro de la película, la repentina irrupción del sonido, el estallido de color, los grandes decorados y los homenajes que contiene el filme, a clásicos como ‘El gabinete del doctor Caligari’ (1920), de Robert Wiene, o ‘La dama de Shangai’ (‘The Lady from Shanghai’, 1947), de Orson Welles.
Yee Jackson y Shu Qi son los protagonistas de la película y multiplican sus personajes en cada uno de los capítulos del filme, sin aparente conexión entre ellos aunque con elementos comunes, como un monstruo que aparece en el primero y en el último.
“Nunca me planteé qué había en común en estos cinco personajes, intenté separarlos y buscar lo único y singular que había en cada uno de ellos”, explicó Jackson, que además reconoció que hasta que no asistió anoche en Cannes al estreno del filme, no supo qué es lo que había hecho.
“Hasta ayer no supe hacia donde iba cada uno de mis personajes o de las historias, porque Bi Gan nos daba continuamente elementos nuevos y nos cambiaba las indicaciones, así que no sabía no sabía cuál iba a ser el resultado”, explicó.
En el mismo sentido se manifestó Shu Qi, que justamente lo que más le ha gustado del trabajo del realizador es “que permite al espectador construir su propia interpretación del filme”. “Sería una pena llevar a la audiencia hacia una u otra dirección”, agregó.
Bi Gan precisó que da a los actores los elementos necesarios para la construcción de sus personajes, como la ropa que tienen que llevar, la forma de andar, las expresiones de sus caras y a partir de ahí empiezan a trabajar, muchas veces sin un texto concreto, tan solo con el diseño del recorrido tanto físico como emocional que tienen que hacer en una escena.
Parco en palabras, el realizador respondió con un lacónico “es mi trabajo” al ser preguntado por qué quiso llevar a los espectadores a un universo de sueños para hablar de la realidad.
“Para mí los sueños son mi mundo, es una cuestión muy simple, no tengo tiempo, siempre estoy trabajando mucho, no tengo tiempo para viajar alrededor del mundo y ver cómo es el mundo, así que simplemente mi trabajo es proporcionar películas a la gente”.
Alicia García de Francisco