Israel D. Arrive

Bilbao, 21 may (EFE).- Entre Londres y Manchester suman más de 9 millones de habitantes y nueve equipos de fútbol en la élite; en las últimas horas pareciera, sin embargo, que todos sus residentes estuvieran en Bilbao y limitasen sus simpatías hacia el Tottenham Hotspur y el Manchester United.

La final de la Europa League que se escenificará a partir de las 21.00 horas en el estadio de San Mamés ha traído consigo un tsunami migratorio de aficionados ingleses que ha alterado la vida del territorio.
La mayor parte de los visitantes son fáciles de identificar. Unos visten camisetas rojas en las que se pueden leer los nombres de Ronaldo, Rooney o Casemiro en la espalda. Los otros portan camisolas blancas con las leyendas de Son o Bale.
Unos presentan un escudo con un gallo de pelea y los otros, un blasón con un diablo rojo y un tridente. No hay excesiva paridad, la mayoría son hombres y tanto unos como otros llevan casi siempre una pinta de cerveza en la mano. Como alternativa, un botellín.
El sol y las agradables temperaturas que reinan esta semana en Bilbao les han permitido a todos ellos echarse a las calles para exhibir su pasión por un sueño que esperan materializar esta medianoche.
La capital vizcaína ha despertado sin excesiva resaca tras una noche con escasos incidentes: dos semáforos rotos y algunas quejas vecinales por el ruido.
Pese a que el Gobierno Vasco mantiene activado el Plan de Protección Civil en fase de alerta desde ayer, la jornada transcurre con un inesperado relajo, únicamente alterado por la presencia de miles de personas en las calles.
La Ertzaintza continúa, pese a todo, desplegando desde tierra, ría y aire un dispositivo policial que, con más de 1.500 efectivos, vivirá su verdadera prueba de fuego a la finalización del encuentro.
Mientras los aficionados del Tottenham, conocidos como Spurs, se han dejado ver en las primeras horas por el entorno del Museo Guggenheim y el Arenal, sus hoy rivales de Manchester se han desplegado por contra masivamente por la plaza Nueva y el entorno de la de Miguel de Unamuno.
Allí las terrazas de los establecimientos hosteleros, copadas por los hinchas, convivían con carteles en los que se podía leer ‘Tu Airbnb fue mi casa’.
‘Fan zone’
Posados ante Puppy, el perro floreado de Jeff Koons situado a la entrada del Museo Guggenheim, y paseando por el Arenal para tomar el sol mientras se ‘hidrataban’, ha sido la nota predominante hasta la apertura de las denominadas ‘fan zone’.
Los ‘diablos rojos’ han encontrado su refugio en el parque de Etxebarria, donde una pantalla gigante reflejaba imágenes de un pasado glorioso que este miércoles pretenden reactivar. La cerveza y la música amenizaba el paso de las horas entre gritos de ‘Come on, Manchester’.
Por su parte, los londinenses han copado con sus camisetas blancas las inmediaciones de Amezola a la espera de hacinarse, unos y otros durante las próximas horas, frente al estadio de San Mamés.
Su capacidad esta noche -49.600 espectadores- parece del todo insuficiente para dar respuesta a las necesidad de los más de 55.000 desplazados.
Movilidad
Mientras todo esto sucede, los bilbainos han mantenido una rutina diaria condicionada por las limitaciones de movilidad impuestas en algunas zonas, lo que ha animado a algunos a optar por el teletrabajo.
Prevenidos ante la invasión, han sido por contra decenas los que han apostado por salir a la calle ataviados con la elástica del Athletic, como quien presume de novia en un desfile de modelos.
A la espera del partido, y de que uno de los dos conjuntos levante la ansiada copa, Bilbao y sus autoridades confían en que el comportamiento ofrecido por la gran mayoría de aficionados se siga pareciendo más al de un cónclave vaticano que al de un funeral vikingo.