Kabul, 7 mar (EFE).- La apresurada retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán en 2021, ante la llegada de los talibanes, dejó abandonado un gran arsenal militar que ahora es fuente de disputa. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sugirió recientemente su devolución, pero los fundamentalistas rechazan esta idea, al considerarlo su botín de guerra particular.
Durante las dos décadas que duró la guerra entre los talibanes y el Gobierno de la depuesta República, apoyado por Estados Unidos, el país norteamericano entregó a las fuerzas republicanas todo tipo de equipamiento militar, incluyendo helicópteros, armas o equipos de comunicación, inteligencia y vigilancia.
Gran parte de este material, no obstante, quedó atrás cuando el último soldado estadounidense partió de Afganistán la medianoche del 30 de agosto de 2021, apenas 15 días después de que los talibanes tomaran Kabul tras una rápida ofensiva.
Según el Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR), se estima que un valor de 7.120 millones de dólares en equipamiento financiado por Estados Unidos permaneció en Afganistán, lo que ya desde el primer momento fue fruto de debate por su posible uso por parte de los talibanes, o su potencial venta en el mercado negro.
Trump recuperó esta discusión recientemente durante la primera reunión de su gabinete, cuando propuso “recuperar gran parte de ese equipo”.
“Dejamos atrás equipos que valen miles de millones, decenas de miles de millones de dólares, (incluidos) vehículos nuevos”, dijo Trump, antes de sugerir que Afganistán se ha convertido en “uno de los mayores vendedores de equipamiento militar en el mundo” gracias a la venta del material que Estados Unidos dejó allí.
Entre 2003 y 2016, Estados Unidos transfirió 75.898 vehículos, 599.690 armas, 162.643 equipos de comunicaciones, 208 aviones y 16.191 piezas de inteligencia, vigilancia y reconocimiento a las fuerzas afganas, de acuerdo con un informe de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno estadounidense publicado en 2017.
¿Un derecho legítimo?
El Gobierno de facto de los talibanes, quien negoció precisamente con la primera Administración de Trump la retirada de Estados Unidos de Afganistán, rechaza las palabras del nuevo inquilino de la Casa Blanca, y considera que el material militar les pertenece como “botín de guerra”
“Las armas que fueron confiscadas habían sido proporcionadas a la Administración anterior, que estaba bajo su control (estadounidense). El Emirato Islámico (como se autodenominan los talibanes) las capturó como botín de guerra”, dijo la semana pasada el portavoz principal del Gobierno fundamentalista, Zabihullah Mujahid, en una entrevista con la televisión afgana Tolo News.
Para posteriormente añadir que esas armas se utilizan “para defender nuestro país y para contrarrestar cualquier medida que tomen”.
Expertos consultados por EFE recalcaron las escasas posibilidades de que la devolución del material militar se acabe llevando a cabo, argumentando que la reclamación afgana es legítima.
El experto afgano en asuntos militares Ahmad Khan Andar dijo a EFE que las armas no habían sido abandonadas por los estadounidenses en Afganistán, sino que habían sido proporcionadas al Gobierno de la República, y su derrota en el conflicto lo convirtió en un botín de guerra que ahora pertenece al país asiático.
Además, recordó que si Estados Unidos rinde cuentas por sus armas “también debería compensar la destrucción de Afganistán y la matanza de afganos”.
El coronel Zalmay Kharotai subrayó igualmente que Estados Unidos no poseía un derecho legítimo a solicitar la devolución del armamento, y en su lugar sugirió nuevos mecanismos que la Administración Trump podría poner en marcha si lo quisiera de vuelta.
“Si quiere sacarlas del control de los talibanes, el mejor enfoque sería permitir que el pueblo afgano elija un Gobierno por medios democráticos, que luego podría manejar legalmente la transferencia de armas”, propuso.
Ambas posturas están lejos de llegar al entendimiento. El Gobierno de facto de los talibanes lamentó el pasado 8 de febrero la supuesta transferencia de helicópteros militares afganos desde Uzbekistán a los Estados Unidos, que habían sido empleados por funcionarios de la República para huir al país vecino, y solicitó su devolución inmediata.
Además de acusar a los talibanes de vender el armamento estadounidense, Trump también afirmó la semana pasada que la base aérea de Bagram, antigua fortaleza de EEUU en Afganistán, está bajo el control de China.
Una afirmación que, no obstante, han negado los talibanes, asegurando que en Afganistán no se encuentra ninguna fuerza china.