Brainport Eindhoven, epicentro de alta tecnología convertido en Silicon Valley de Europa

Brainport Eindhoven, en el sur de Países Bajos, es un ecosistema único en la industria manufacturera de alta tecnología, una especie de Silicon Valley a la europea, donde universidades y centros de investigación colaboran con empresas, desde empresas emergentes hasta gigantes como Philips, Siemens y ASML, para revolucionar el mercado. EFE/Imane Rachidi

Imane Rachidi

Eindhoven (Países Bajos), 7 may (EFE).- Brainport Eindhoven, en el sur de Países Bajos, es un ecosistema único en la industria manufacturera de alta tecnología, una especie de Silicon Valley a la europea, donde universidades y centros de investigación colaboran con empresas, desde empresas emergentes hasta gigantes como Philips, Siemens y ASML, para revolucionar el mercado.

Es como una ciudad dentro de otra: aulas para los más pequeños, academias que estimulan el ingenio de los universitarios, robots que sirven bandejas de comida, las entrañas de máquinas complejas que podrían ser la base de los dispositivos del futuro y, sobre todo, un ambiente que fomenta la creación, innovación, inversión y confianza en el potencial europeo.

Ámsterdam, el Puerto de Róterdam —el más grande de Europa— y Brainport son las tres zonas económicas más importantes del país.

Brainport se presenta como “una región tecnológica de primer nivel y un lugar agradable para vivir, trabajar y disfrutar”. Con unos 800.000 habitantes, es “pequeña en tamaño, pero con un impacto enorme”, según se puede leer en su página web.

“Es una de las fuerzas económicas de Países Bajos y lleva más de 10 años duplicando el crecimiento medio del país. Esto se debe en gran parte al desarrollo e inversión privada, pero también pública”, cuenta con orgullo a un grupo de periodistas internacionales, entre ellos EFE, el alcalde de Eindhoven y exministro neerlandés de Finanzas, Jeroen Dijsselbloem.

Las innovaciones que surgen de Brainport ayudan directamente a enfrentar los grandes desafíos actuales, como la transición energética, la mejora médica y la movilidad sostenible. Dijsselbloem lo describe como “un ecosistema tecnológico súper interesante, con mucho potencial para Países Bajos y Europa”.

El milagro económico

Brainport Eindhoven, en el sur de Países Bajos, es un ecosistema único en la industria manufacturera de alta tecnología, una especie de Silicon Valley a la europea, donde universidades y centros de investigación colaboran con empresas, desde empresas emergentes hasta gigantes como Philips, Siemens y ASML, para revolucionar el mercado. EFE/Imane Rachidi

ASML fabrica máquinas para producir chips; VDL Groep produce desde piezas de coches hasta autobuses eléctricos; NXP se encarga de chips para automóviles, tarjetas bancarias y dispositivos inteligentes; Thermo Fisher Scientific desarrolla microscopios y herramientas para la investigación científica. Otros, como HighTechXL, Eindhoven Engine y TNO, son incubadoras y centros de innovación donde nacen empresas emergentes con impacto mundial.

Esta región logró dar un giro en dos décadas, pasando de ser una zona en crisis a convertirse en el centro de conocimiento de los Países Bajos y un referente europeo en alta tecnología.

En 1998, Philips trasladó su centro administrativo a Ámsterdam y despidió a más de la mitad de su personal, pero mantuvo en Eindhoven sus áreas más técnicas, que continuaron trabajando en tecnología punta. En 2003, abrió su campus tecnológico a otras empresas y así nació High Tech Campus Eindhoven (HTCE), un catalizador de innovación y emprendimiento, donde trabajan más de 12.500 personas en más de 300 empresas, incluyendo empresas emergentes y centros de investigación.

“Sería inteligente por parte de Europa invertir en regiones que tienen potencial, donde hay una base de conocimiento muy fuerte. Nuestra propuesta es: identifiquemos las regiones donde hay potencial de desarrollo tecnológico y apoyemoslas con un ecosistema completo. Invirtamos. Así es como arrancó la alta tecnología en EE. UU., fue un proceso muy regional”, señaló el alcalde.

Agenda social

Brainport Eindhoven, en el sur de Países Bajos, es un ecosistema único en la industria manufacturera de alta tecnología, una especie de Silicon Valley a la europea, donde universidades y centros de investigación colaboran con empresas, desde empresas emergentes hasta gigantes como Philips, Siemens y ASML, para revolucionar el mercado. EFE/Imane Rachidi

Las visibles grúas y obreros en Eindhoven recuerdan que el crecimiento económico aumenta la demanda de viviendas, carreteras, transporte, servicios y talento.

Brainport ha optado por la financiación público-privada para solucionar los desafíos sociales que acompañan al éxito. Gobierno nacional y municipio han acordado un paquete para la transición de movilidad de casi 1.600 millones de euros, y las empresas contribuirán con 219 millones a través del Brainport Partner Fund.

Según Dijsselbloem, el debate político siempre se centra en el dinero público, pero “deberíamos darle prioridad a la financiación privada” porque “no tenemos mercados de capital desarrollados, ni el volumen o calidad del capital privado de Asia o EE. UU.”.

“Nuestra economía depende mucho de los bancos, y a los bancos no les gustan las empresas nuevas y complejas porque no las entienden. No los culpo, las reglas de gestión de riesgos para los bancos son estrictas”, defendió.

Para Dijsselbloem, el presidente estadounidense Donald Trump “nos va a obligar a espabilar” porque “hemos hablado mucho de autonomía estratégica, política industrial, crear campeones europeos… Pero en términos reales, seguimos muy atrás”.

Brainport quiere construirse como una región donde la innovación no deje a nadie atrás. El sector empresarial ha decidido no solo invertir en infraestructura y talento, sino también en proyectos sociales, como viviendas asequibles, educación técnica para jóvenes y apoyo a colectivos vulnerables.

Paul van Nunen, director de Brainport Development, lo resume: “No se trata solo de hacer crecer la economía, sino de asegurarnos de que todos puedan vivir dignamente en medio del crecimiento”.

En tiempos de tensiones geopolíticas, competencia internacional feroz y desafíos climáticos, Brainport se presenta como una fórmula europea para no perder el tren del futuro: tecnológica, sí, pero humana.