Cabezas clavas de los «guerreros de las nubes» del Antiguo Perú emergen en nuevo hallazgo

Fotografía cedida por la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza (Untrm) que muestra a un arqueólogo inspeccionando dos piedras con forma de cabeza humana este martes, en el sitio arqueológico de Ollape (Perú). EFE/ Untrm

Lima, 12 ago (EFE).- Los vestigios de más de 200 edificaciones circulares de los chachapoyas, una de las civilizaciones prehispánicas que habitaron el Antiguo Perú antes que los incas, fueron descubiertos en el norte de los Andes peruanos, una de ellas con dos singulares «cabezas clavas», piedras con forma de cabeza humana que colgaban de los muros de estas construcciones.

El hallazgo, que tuvo financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), se realizó en el sitio arqueológico de Ollape con el uso de la tecnología LiDAR (Light Detection and Ranging), que permitió escanear desde el aire la orografía para identificar las estructuras ocultas bajo los bosques, la vegetación y la tierra.

«Sin el apoyo de esta tecnología, hubiese sido mucho más costoso, en tiempo y dinero, reconocer estas más de 200 estructuras arqueológicas», comenta Pablo Solís, director del Instituto de Investigación, Arqueología y Antropología Kuélap (Inaak) de la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza (UNTRM) y director del proyecto arqueológico Xalca Grande.

Para los arqueólogos de este proyecto, impulsado por la UNTRM y la Municipalidad de La Jalca, las formas circulares de las estructuras con frisos de rombos en la base no dejan lugar a dudas de que se trató de un poblado de los chachapoyas, la civlización que habitó la cuenca alta del río Utcubamba, en la región peruana de Amazonas, entre los años 800 y 1500 d.C., hasta que fueron conquistados por los incas.

Conocidos también como los «guerreros de las nubes» por vivir en lo alto de las montañas donde están los bosques nubosos y por oponer una gran resistencia a los incas, los chachapoyas tuvieron su gran centro en la fortaleza de Kuélap, un monumental recinto al que se le considera como el ‘Machu Picchu’ del norte de Perú, pero alrededor de esta región dejaron otros centros poblados como el de Ollape.

Sorprendentes cabezas

Fotografía cedida por la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza (Untrm) dónde se ven arqueólogos inspeccionando un zona en el sitio arqueológico de Ollape (Perú). EFE/ Untrm

La gran sorpresa llegó cuando en uno de los edificios se encontraron con dos «cabezas clavas», dos esculturas de cabezas talladas en roca con un soporte para ser insertadas a modo de clavos en los muros de piedra, con una función presumiblemente ornamental.

Estos monolitos, trabajados en piedra oscura, muestran sendos rostros de mirada penetrante, nariz prominente y dientes rechinantes, con un estilo similar a los tradicionales sarcófagos de barro donde los chachapoyas enterraban en lugares inaccesibles.

«Estas ‘cabezas clavas’ estaban empotradas en la parte de arriba del edificio y, con el paso de los años, han caído y han quedado enterradas», explica el arqueólogo Omar Falconí, que realizó el hallazgo de estas litoesculturas, poco habituales de encontrar todavía en un centro de los chachapoyas.

Frisos inéditos

La estructura donde estaban insertadas estas «cabezas clavas» también cuenta con un friso peculiar en forma de zig zag que se diferencia del resto de construcciones y que apuntaría a que se trataba de un espacio especial, de una importancia mayor que el resto.

«Nos parece bastante interesante y significativo que estos dos elementos simbólicos estén en esta estructura. Nos podría reflejar que algún tipo de función diferente a la doméstica se desarrollaría en este espacio. Es un friso un poco singular no visto antes en toda el área chachapoyas», señala Solís.

«Siempre se tiene la idea de que las estructuras circulares de los chachapoyas eran casas, pero con las investigaciones que hemos desarrollado hasta el momento podemos entender que no solo tenían un uso doméstico, sino tal vez sacro o secular. Conforme se vayan haciendo las investigaciones, lo podremos entender», agrega.

Un museo que espera turistas

Todos los bienes arqueológicos recuperados serán llevados ahora a laboratorio para ser estudiados, analizados y clasificados, y posteriormente serán exhibidos en el museo comunal de La Jalca, lo que «ayudará a que (sus habitantes) sepan cuidarlo».

Los edificios desenterrados recibirán un tratamiento de conservación para que puedan abrirse a los visitantes y promover el turismo, tanto de viajeros nacionales como internacionales.

En las excavaciones también han participado vecinos y vecinas de La Jalca, quienes «están colaborando con nosotros en la excavación, y se están identificando como su patrimonio cultural que pertenece a La Jalca Grande», comenta Solís.

Asimismo, contribuyeron a los hallazgos estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) de Lima, la decana de América, y de la Universidad Nacional de Trujillo (UNT), que llegaron a «formarse como arqueólogos en las excavaciones».