Calixto Bieito y Joaquín Furriel se adentran en el infierno de su particular Ricardo III

El director español Calixto Bieito (i) posa junto al actor argentino Joaquin Furriel luego de una entrevista con EFE este viernes, en Buenos Aires (Argentina). EFE/ Matias Martin Campaya

Buenos Aires, 29 jun (EFE).- «Soy el rey», grita un descomunal Ricardo III interpretado por Joaquín Furriel, ataviado con pantalón y chaqueta a la moda actual y ante una hilera de micrófonos que simbolizan el poder y la locura. Esa escena es el preludio del infierno al que se dirige el protagonista en la última adaptación de Shakespeare por Calixto Bieito en Buenos Aires.

El director español y el actor argentino son la pareja teatral que ha puesto patas arriba la prolífica escena porteña, donde nadie quiere perderse ‘La verdadera historia de Ricardo III’ en el Teatro San Martín de la avenida Corrientes, donde se puede ver hasta el 14 de septiembre para luego viajar a Madrid y Bilbao en octubre.

Locura, violencia, desinformación, maldad, verdad, infierno y poder son palabras que pronuncia Bieito en una entrevista con EFE para desgranar hasta dónde ha querido llegar en esta puesta en escena, por supuesto radical, como es habitual en él.

Presenta a Ricardo III tal y como lo concibió Shakespeare, pero en un entorno actual en cuanto a elementos escénicos y vestuario, y que convive con los médicos forenses que analizaron los restos del rey encontrados en un garaje de la ciudad de Leiscester en 2012.

«Shakespeare escribió Ricardo III basado en los rumores sobre su maldad, hizo una obra propagandística para los Tudor» (a los que quiso complacer), explica Bieito.

Además, el hallazgo reveló que Ricardo III no tenía joroba, como lo había descrito el genio de las letras inglesas; y, por eso, Bieito hace una reivindicación de la verdad histórica.

«Estas dos historias dan la oportunidad de hablar de la propaganda, de la manipulación de la historia, de la historia explicada por los vencedores, de dónde están los límites, de dónde está la verdad», detalla el director.

Más actual imposible, porque Shakespeare, según Bieito, siempre es actual.

La maldad y el poder

En su particular Ricardo III, Calixto Bieito da rienda suelta al más puro Shakespeare y lo retrotrae a la actualidad con guiños al mundo que vivimos: «la esencia de la maldad».

«Seguramente, siguiendo el corazón de las tinieblas, es algo que pertenece al propio ser humano. Nos preguntamos si es genético, si viene del contexto que influye para que una persona cometa actos. En la obra es el ansia de poder, es la locura por poseer y controlar la vida de los demás para poder manipularla e incluso divertirse con la destrucción de la vida», expresa el director.

«Vamos a la guerra porque va a distraer de otros problemas», declama durante la obra Ricardo III, un Furriel vehemente y con muchos asesinatos a cuestas. Esa frase provoca suspiros del público la noche del estreno porteño, sobre lo que Bieito comenta a EFE: «Es que Shakespeare siempre va a ser actual».

Este Ricardo III nos traslada a «un paisaje de locura, de caos, donde alguien puede decidir públicamente delante de una cámara de televisión si vamos a eliminar a este presidente o a este enemigo tranquilamente», según Bieito.

«Ha habido un cambio en los paradigmas de la maldad y eso está aquí reflejado», apunta, para destacar: «hay cosas que consideraríamos malignas dichas hace 20 o 30 años en público y ahora se pueden decir delante de una cámara tranquilamente, se puede hasta retransmitir un asesinato», añade.

Un descomunal Furriel

Joaquín Furriel, quien ya interpretó ‘La vida es sueño’ bajo la dirección de Bieito, es productor de este Ricardo III y, además, hace una actuación fuera de serie: dos horas sobre el escenario con continuos cambios de registro de voz, de movimientos y de vestuario.

Con el torso desnudo o con abrigo, acurrucado o esplendoroso, riendo o llorando, Furriel pasa por todos los estadios mientras camina hacia la locura completa, con guiños a una niñez maltratada y a una adultez violenta y machista. Es bufón, amante, asesino y niño.

A veces humaniza al monstruo, lo reconocen ambos a EFE tras el estreno en Buenos Aires.

«Trabajar con Calixto es una gran exigencia física, vocal, intelectual y emocional. Pero como ya trabajé con él y soy un actor que entrena mucho, sabía que estaba preparado», dice Furriel sobre esta aventura teatral que le ha llevado a cancelar proyectos cinematográficos.

Sobre el Ricardo III de Bieito afirma que es «una apuesta absolutamente contemporánea» y sobre el personaje que «entretiene desde la incomodidad».

Poco antes el director había dicho a EFE que Furriel está entre la media docena de mejores actores de teatro del mundo, lo que levanta sonrisas al argentino mientras reconoce que desde niño se propuso ser «un actor de élite» y se preparó para ello.

Furriel llega a este papel a petición propia, tras pedírselo a Calixto Bieito, quien crea la obra a su medida, y así llenan cada noche un teatro de 950 localidades en Buenos Aires y levantan al público con un prolongado aplauso final.

El actor explica que «Calixto tiene una manera tan libre, creativa y sagaz en lo que va pidiendo, que si vos estás abierto en la escucha y tenés herramientas para poder decodificarlo rápido, para ponerle el cuerpo, siempre va a ser estimulante».

Calixto Bieito y Joaquín Furriel, junto a un gran elenco de actores y actrices, crean un universo de locura y violencia, de abusos y de poder desmedido. Un viaje al corazón de las tinieblas que, como siempre, acaba mal.

Esther Rebollo