Camboya evita conmemorar los 50 años del inicio del régimen de terror del Jemer Rojo

Un turista deposita flores ante la estupa del Campo de la Muerte en Nom Pen, cincuenta años tras la toma de la capital camboyana por el régimen del Jemer Rojo.
EFE/EPA/KITH SEREY

Noel Caballero

Bangkok, 17 abr (EFE).- Camboya evitó conmemorar con grandes eventos oficiales el 50 aniversario este jueves de la caída de Nom Pen en manos de los jemeres rojos, que marcó el inicio de uno de los regímenes más brutales del siglo XX.

Pocas personas acudieron hoy por iniciativa propia a depositar ofrendas frente al Campo de la Muerte de la capital camboyana, uno de los monumentos que conmemoran las matanzas perpetradas a lo largo del país por el régimen encabezado por Pol Pot, el “hermano número uno” de los jemeres.

Miles de calaveras de víctimas no identificadas se encuentran en el interior de la estupa budista principal del monumento, uno de los lugares, junto al centro de torturas S-21, frecuentemente visitados por los turistas que llegan a la capital.

Los homenajes voluntarios contrastan con la ausencia de grandes eventos organizados por las autoridades, más preocupadas en recibir la visita este jueves del presidente chino, Xi Jinping.

El inicio del terror

Un grupo de turistas visitan el Campo de la Muerte en Nom Pen, cincuenta años tras la toma de la capital camboyana por el régimen del Jemer Rojo.
EFE/EPA/KITH SEREY

El 17 de abril de 1975, las fuerzas maoístas del Jemer Rojo tomaron la capital de Camboya, poniendo fin a años de guerra civil y a la dictadura del general Lon Nol (1970-1975), apoyada por Estados Unidos.

Tras años de conflicto armado e inestabilidad política, los camboyanos acogieron con entusiasmo la llegada de las tropas jemeres a la capital.

Sin embargo, el efusivo recibimiento se transformó en terror en tan solo unas horas cuando, el mismo día de la toma de Nom Pen, los mandos del régimen maoísta ordenaron a todos los habitantes de la capital -unos dos millones- abandonar de inmediato la urbe bajo el pretexto de un supuesto bombardeo estadounidense.

En pocos días, la ciudad quedó completamente desierta en una de las mayores evacuaciones de la historia.

Miles de personas perecieron en las marchas hacia las zonas agrarias donde los jemeres buscaban reconstruir la sociedad con la abolición de la moneda, la propiedad privada, la religión y la educación, entre otras medidas radicales.

Durante los tres años y medio del Jemer Rojo, expulsados del poder el 7 de enero de 1979, se estima que al menos 1,7 millones de camboyanos, aproximadamente un cuarto de la población, perdieron la vida a causa de ejecuciones, hambruna, enfermedades y trabajos forzados en un intento de crear una utopía agraria, según datos de Naciones Unidas.

Negación del genocidio

Un grupo de turistas visitan el Campo de la Muerte en Nom Pen, cincuenta años tras la toma de la capital camboyana por el régimen del Jemer Rojo.
EFE/EPA/KITH SEREY

Tras su derrota, el régimen se refugió en zonas cercanas a la frontera con Tailandia, donde continuó con su lucha, hasta que en diciembre de 1999 los últimos rebeldes jemeres acordaron deponer las armas.

El pasado febrero, el Parlamento camboyano aprobó por unanimidad una ley, impulsada por el Gobierno, que castiga con hasta 5 años de prisión a quien niegue las atrocidades cometidas por el Jemer Rojo.

El Legislativo indicó que la ley, ratificada en marzo por el rey Norodom Sihamoni, tiene por objetivo evitar que se repitan los crímenes del movimiento maoísta y brindar justicia a las víctimas.

La ley castiga a las personas que no reconocen, niegan u objetan el reconocimiento de los crímenes que demostró el tribunal especial respaldado por la ONU que juzgó desde 2006 a los principales líderes del Jemer Rojo, que incluye genocidio y crímenes de lesa humanidad.

Juicio incompleto

Durante 16 años, el tribunal, que cesó su trabajo en 2022, dictó tres sentencias contra figuras del movimiento.

El mayor logro se produjo en noviembre de 2018, cuando condenó a cadena perpetua al exjefe de Estado Khieu Samphan y al ideólogo del régimen Nuon Chea por el genocidio contra la minoría vietnamita y la musulmana cham. Ambos dirigentes ya habían sido condenados en 2014 por crímenes contra la humanidad.

En 2012, también condenó a cadena perpetua a Kaing Guek Eav, alias Duch, exjefe de la prisión S-21, por crímenes contra la humanidad.

No obstante, el tribunal no pudo sentenciar al exministro de Relaciones Extranjeras Ieng Sary, fallecido durante su proceso, ni a la exministra Ieng Thirith, absuelta al padecer demencia senil.

Tampoco pudo juzgar a Pol Pot, quien murió en 1998 en el último bastión de la guerrilla maoísta en el norte de Camboya, prisionero de sus propios camaradas.