Vigo, 26 ago (EFE).- Carla Simón sintió el impulso de crear el «archivo familiar» que siempre le había faltado a través del cine. Con ‘Romería’, su última película, cierra «un ciclo personal»; el de sus orígenes, y avanza hacia nuevos terrenos cinematográficos, hacia universos más «poéticos» y alejados del naturalismo.
«Ahora toca mirar hacia el futuro, hacia otras direcciones, y no seguir explorando el pasado familiar», afirma Simón (Barcelona, 1986) en una entrevista con EFE, horas antes del preestreno en Vigo de ‘Romería’, su tercer largometraje y con el que compitió en la sección oficial del pasado Festival de Cannes cerrando la trilogía familiar formada junto a ‘Verano 1993’ (2017) y ‘Alcarràs’ (2022).
«Mis tres películas tienen en común esa necesidad de crear ese archivo familiar que me había faltado. Siento que se cierra un ciclo que tiene que ver con historias que han sido inspiradas por mis familias y que ha coincidido justamente ahora con el nacimiento de mi segunda hija», asegura Simón, abierta a explorar nuevos retos.
«Ahora estoy preparando un musical flamenco que no tiene nada que ver con lo que he hecho hasta ahora», revela la directora, que opina que el cine «da la oportunidad» de ahondar en temas y en universos «desconocidos».
Tras explorar el momento en el que pasó a vivir con sus tíos después del fallecimiento de sus padres a causa del sida o de indagar en las relaciones familiares de sus tíos y abuelos maternos, con ‘Romería’ Simón viaja al pasado familiar paterno.
Lo hace a través de Marina, interpretada por la debutante Llúcia García, una personificación de la propia Carla Simón que emprende un viaje hacia Vigo para conocer sus orígenes, la historia de amor de sus padres y la memoria familiar que se construyó tras una generación «perdida».
Una historia de «memoria colectiva»
Simón apunta al «fuerte estigma» que existe en torno a la heroína y al sida, que causaron «un dolor muy profundo» en los años 80 «difícil de gestionar» y con los que la directora realiza un ejercicio de «empatía».
Según señala, ‘Romería’ refleja «de un modo fiel» su percepción sobre sus padres, «sin juzgar ni ser demasiado cruel, pero tampoco romantizando» la historia.
«Creo que es una generación que hay que reivindicar, porque son niños nacidos en una represión absoluta, en el franquismo; y de repente, en su juventud, se abrieron las puertas de la libertad, y lo único que querían es poder vivir eso hasta el fondo», expone Simón, que considera su historia un ejercicio de «memoria colectiva».
Romper con el naturalismo

En ese ejercicio, precisamente, Simón «rompe» con el naturalismo propio de sus anteriores trabajos y avanza hacia lugares «más oníricos», con realidades «imaginadas».
«Venía de hacer dos películas con un compromiso muy fuerte con la realidad. Durante mucho tiempo me he intentado apropiar del relato de los otros, pero he entendido que la memoria es muy subjetiva y muy selectiva, y que cada uno se cuenta como puede», declara.
Con ‘Romería’, Simón asegura que ha conseguido crear esas imágenes que nunca tuvo e, incluso, «resucitar a los muertos».

Vigo, un personaje más
La cineasta rodó la película el pasado verano en los alrededores de Vigo, ciudad a la que la propia realizadora viajó en su juventud en la búsqueda de su pasado.
«Revisitar esos sitios donde creo que mis padres estuvieron ha sido una manera de conectarme muy directamente con ellos. Antes de pensar en ‘Romería’ ya había filmado estos espacios y tenía mucho sentido que el personaje protagonista tuviera una cámara y que intentara captar esos espacios vacíos que tienen que ver con el paisaje que acompaña la historia de amor de sus padres», explica.
En ese «juego de espejos» entre lo filmado y lo imaginado está Marina, que con su cámara «realiza un búsqueda activa» en la que lo cinematográfico está muy presente, siempre ligado a «la observación y la curiosidad».
«Creo que hay una curiosidad que te mueve hacia la vida y hacia las historias y que tiene mucho que ver con el deseo de hacer cine», opina Simón.
José Carlos Rodríguez