‘Cartas cruzadas’, la correspondencia que constata la amistad de Paul Cézanne y Émile Zola

RETRATO-ZOLA.- París.- 1880.- Retrato del escritor y novelista francés Emile Zola (1840-1902)./ EFE

Jose Oliva

Barcelona, 9 mar (EFE).- La editorial Acantilado publicará el próximo 12 de marzo ‘Cartas cruzadas (1858-1887)’, que incluye la correspondencia entre el artista Paul Cézanne y el escritor Émile Zola, un volumen que refleja su relación de amistad, fraguada desde la infancia, y desmiente la supuesta ruptura entre ambos.

El historiador Henri Mitterand, autor del prefacio, la edición y las notas del volumen, sitúa el origen de esa amistad en algún día de 1853 o 1854, siendo “dos muchachos en el patio del colegio de una lejana ciudad provenzal”, si bien cree que la asociación entre ambos es un “fenómeno excepcional”.

Amistad desde la infancia

Paul Cézanne y Émile Zola iniciaron en la infancia una amistad que enlazaría sus destinos de por vida: no sólo compartían origen geográfico, medio social y educativo e intereses intelectuales, sino también una profunda complicidad.

Zola alcanzó un pronto reconocimiento y éxito, mientras que Cézanne, aislado, apenas expuso su obra hasta el final de su vida, gracias a Ambroise Vollard, pero esta distinta suerte artística no impidió que mantuvieran un fructífero diálogo durante treinta años, incluso después de la publicación de ‘La obra’ en 1886, en la que supuestamente Zola retrataba a su amigo pintor de un modo poco favorable.

Estas cartas muestran bajo “una nueva luz” la riqueza de una amistad tan compleja como genuina, y la singular sensibilidad de dos artistas que tuvieron el privilegio de conocerse y lo celebraron sincerándose sobre sus preocupaciones más íntimas, artísticas y personales, a menudo indistinguibles para ambos.

Una relación artista-escritor única

Mitterand asegura que no se encuentra otro ejemplo de “una unión moral y estética” parecida entre un escritor y un pintor a lo largo de la historia.

Ilustra esta relación una carta del 3 de marzo de 1861 donde Zola, desde París, comunica al pintor: “Tenerte cerca, charlar los dos, como antiguamente, con la pipa entre los dientes y la copa en la mano, me parece algo tan maravilloso, tan imposible, que hay momentos en que me pregunto si no me estaré engañando, y si ese bello sueño no se hará realidad”, a lo que el escritor le anima en su respuesta: “Has luchado dos años para llegar al punto en el que estás; me parece que tras tantos esfuerzos la victoria no puede ser completa sin algún nuevo combate”.

Entre Zola y Cézanne, continúa el editor, no solo hubo una forma de parentesco en el plano de las ideas, la elección de temas, la inserción en el espíritu de la época, sino también “un mismo origen geográfico, un mismo medio social y educativo, la pertenencia a un mismo ambiente de artistas, un mismo rechazo de los academicismos, un mismo apego a los objetos y a las formas del mundo, un mismo distanciamiento de los imperativos impuestos por las convenciones”.

La edición de toda la correspondencia cruzada entre ambos permite a Mitterand rebatir la supuesta enemistad que truncó la relación entre los dos creadores franceses.

Las cartas rebaten la ruptura entre Cézanne y Zola

Asegura que hubo, por un lado, “una manipulación sospechosa de la verdad”, y en segundo lugar “una ignorancia explicable pero perjudicial del estado real de la documentación disponible”: Ambroise Vollard, el marchante de cuadros que se convirtió en amigo de Cézanne, afirmó que Zola se había desecho de las cartas del pintor, lo cual era falso.

Si John Rewald pudo publicar en 1937 la primera edición de la ‘Correspondance’ de Cézanne fue porque Denise Le Blond-Zola, la hija del escritor, que conservaba las cartas del pintor, remitidas por el propio Cézanne o por su hijo Paul tras la muerte de Zola, pudo ponerlas a su disposición.

John Rewald, por su parte, escribió en una nota añadida a la carta de Cézanne a Zola del 10 de mayo de 1880: “Desde que sus propios trabajos conocieron el éxito, la actitud del novelista cambió”, pero, según Mitterand, “ignoraba que Zola, año tras año, no había dejado de dar cuenta, siempre de forma elogiosa, de las exposiciones organizadas por los pintores asiduos al café Guerbois y a La Nouvelle Athènes, enfrentándose a los sarcasmos de los críticos consagrados”.

Henri Perruchot demostrará la misma ignorancia en su biografía de Cézanne de 1956 y el propio John Rewald creyó poder afirmar que la carta escrita por Cézanne el 4 de abril de 1886 era una carta de ruptura.

Repetición de errores

Al editor le parece poco excusable la repetición de los mismos errores y las mismas imputaciones de expertos recientes, tras las precisiones aportadas por la investigación moderna, y que se explica por la ausencia de una edición de las cartas de Cézanne y Zola.

El supuesto enfado de Cézanne por ‘La obra’ queda desmentido en esa carta que el pintor envía a su amigo, la penúltima conservada, fechada el 4 de abril de 1886: “Acabo de recibir ‘La obra’ que has tenido la amabilidad de enviarme. Agradezco al autor de ‘Los Rougon-Macquart’ este buen testimonio de recuerdo y le pido que me permita estrecharle la mano pensando en los viejos tiempos”.

Un año más tarde, Zola le remitirá su nuevo trabajo, ‘La tierra’, y Cézanne le dirá: “Cuando estés de regreso, iré a verte para estrecharte la mano”.