Ciudad de México, 27 sep (EFE).- El nombre Lex Ashton resuena en foros globales incel y en las aulas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), después de que el estudiante apuñalara hasta la muerte a un compañero dentro de la institución. El trágico hecho “abre la puerta” a la cultura de la “píldora roja” en el país y es “síntoma de los movimientos antiderechos humanos”, advirtieron especialistas.
Expertas en pedagogía feminista y en el estudio de masculinidades alternativas explicaron a EFE que este caso representa la exacerbación de lo gestado durante el encierro digital de la pandemia de covid-19. Y consideraron que “no es un hecho aislado” en México, por lo que es un “llamado de alerta” para la comunidad adulta, que debería empezar a prestar atención a estos “discursos masculinistas” y “antiderechos” que en Europa y Norteamérica han derivado en el asesinato de personas.
Antes de que Ashton, de 19 años, atacara con un cuchillo a Jesús Israel, de 16, en el Colegio de Ciencias y Humanidades Sur (CCH Sur), el joven publicó en redes sociales que se percibía a sí mismo como “escoria” y lamentaba que los ‘chads’ -hombres exitosos y atractivos- pudieran disfrutar de las ‘foids’ -mujeres cosificadas- y él no, términos despectivos asociados al discurso de la masculinidad tóxica y antifeministas de los incel.
“Ya lo he perdido todo, no tengo trabajo ni familia ni amigos, no tengo motivos para seguir con vida. Pero saben qué, no pienso irme solo, voy a retribuir a todas esas malditas y todos lo van a ver en las noticias”, escribió Ashton en redes sociales.
“Gurús” y precarización
Para Silvia Soler, directora interina del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB), este caso es un síntoma de cómo las masculinidades atraviesan por la “pérdida de certezas frente al futuro y la precarización de la vida”, en la que incluso la educación ha dejado de ser un “mecanismo de escalada social”, por ello, muchos jóvenes terminan por “resguardarse en las ideas de la masculinidad tradicional”.
En la era de la “posverdad”, agregó, los jóvenes encuentran ese modelo tradicional en hombres que “con un poco de carisma toman un micrófono y se convierten en gurús de un día para otro”, como el caso de El Temach, un influencer mexicano con más de 2 millones de seguidores en Instagram que promueve narrativas de “victimización masculina” frente a la autodeterminación de las mujeres que buscan liberarse de la subordinación patriarcal.
“Hay una ausencia de referentes masculinos que arropen otras experiencias que no sean la frustración y el fracaso, y que no los lleven a estos actos de violencia”, subrayó.
Sin certezas sobre el futuro y frente a “la dificultad de relacionarse afectivamente con mujeres”, las comunidades de gurús, videojuegos o foros de grupos “antiderechos” llenan el “sentido de pertenencia” de los hombres, apuntó el psicólogo Alejandro Silva especialmente para los incels o célibes involuntarios, quienes se sienten excluidos de los “ideales masculinos” vinculados a la “fuerza física o conductas dominantes”, considerados por ellos “inalcanzables”.
Discursos antiderechos
Otro factor que alarma a Geru Aparicio, integrante para Uruguay y México de la Red Latinoamericana MenEngage, es que este “discurso masculinista” también es promovido por líderes en el poder, como Donald Trump, Javier Milei o Vladimir Putin.
“Hacen un performance de la hipermasculinidad, de la fortaleza, del poderío económico y bélico-militar. Se instrumentaliza la violencia y el control, aparentemente para poner orden y seguridad”, enfatizó.
En ese sentido, acotó, “hay proyectos políticos de ultraderecha a los que les conviene que existan este tipo de foros (incel) en los que se promueven las narrativas de violencia y donde se señala a los movimientos feministas, LGBT o migrantes”.
“Se benefician de la doctrina del miedo y despojan derechos a partir de una narrativa de igualdad, como lo ha hecho Trump o Milei”, zanjó.
Las especialistas coinciden en la necesidad de que México cuente con una política pública de Estado de “despatriarcalización”, trabajar con los varones en todos los niveles escolares, apostarle a la salud mental, y fomentar nuevos referentes masculinos “cuidadores y vulnerables”, porque a sus 19 años Lex Ashton, “ya tenía inoculado un discurso de odio, antiderechos”.