Pekín, 7 jun (EFE).- China y Francia deben «fortalecer la confianza estratégica mutua» y «respetar los intereses fundamentales de la otra parte», aseguró el ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi, en una reciente conversación telefónica con su homólogo francés, Jean-Noel Barrot.
Durante la llamada, que tuvo lugar este viernes y cuyos detalles fueron difundidos este sábado por la agencia de noticias Xinhua, Wang enfatizó la necesidad de «fortalecer los intercambios de personas, culturales y educativos» entre ambos países, con el fin de «promover el desarrollo sano» de las relaciones entre China y Francia, así como de Pekín con el conjunto de la Unión Europea (UE).
El canciller chino expresó su esperanza de que París «se oponga a la interferencia de la OTAN» en los asuntos de Asia-Pacífico y subrayó que China y Francia «deben defender conjuntamente el multilateralismo y salvaguardar el libre comercio, además de oponerse a las prácticas unilaterales de intimidación», en referencia a la guerra comercial desatada por el presidente de EE.UU., Donald Trump.
Barrot, por su parte, señaló que las relaciones entre Francia y China «son cada vez más importantes» ante la «creciente incertidumbre» global y apuntó que su país considera al gigante asiático como un «amigo y socio», según declaraciones recogidas por Xinhua.
Promover los intercambios de personas y culturales entre las dos partes «enviará una fuerte señal de apertura, lo cual es de gran relevancia en la actualidad», dijo Barrot, al recalcar que Francia «se opone a las guerras comerciales y arancelarias» y está dispuesta a resolver «apropiadamente» las fricciones económicas y comerciales.
Esta llamada tuvo lugar dos semanas después de la conversación telefónica entre el mandatario chino, Xi Jinping, y su par francés, Emmanuel Macron, quien insistió en la necesidad de que haya «condiciones equitativas» de acceso a los respectivos mercados para las empresas de ambos países.
La igualdad de acceso al mercado chino es una vieja reivindicación de la Unión Europea, que se queja de forma habitual de que las compañías del gigante asiático tienen mayores facilidades en suelo europeo que las suyas en territorio chino.
Además, París y Pekín están enfrentadas desde el año pasado por las amenazas de represalias chinas a productos franceses, esencialmente el coñac, por el papel francés en la imposición de aranceles europeos a la importación de automóviles eléctricos chinos, que, según la UE, se benefician de ayudas de Estado en su país.