Chus Mateo, el discípulo aventajado de Scariolo que hizo al Real Madrid campeón de Europa

Chus Mateo, nuevo seleccionador español de baloncesto. EFE/ Mariscal

Madrid, 22 sep (EFE).- La Federación Española de Baloncesto (FEB) ha confirmado un ‘cambio de cromos’ en el banquillo con el Real Madrid por el cual Chus Mateo (Madrid, 1969) se hará cargo de la Selección tras la salida de Sergio Scariolo, quien ocupará el lugar de este en el club blanco para iniciar allí una segunda etapa.

Mateo asume de esta manera el complicado papel de recoger el legado que deja el mejor entrenador que ha tenido ‘La familia’ en su historia; una vez campeón del mundo (2019), cuatro veces campeón de Europa (2009, 2011, 2015 y 2022) y otra bronce (2017) y dos veces medallista olímpico; de plata en Londres 2012 y de bronce en Rio 2016.

Dos de esos éxitos, el del 2009 y el del 2012, llevaron también su firma, pues por entonces formaba parte del cuerpo técnico del italiano. Fue la última vez en la que ambos compartieron vestuario después de haber hecho lo propio en la primera estancia Scariolo en el Real Madrid (1999-2002) y hasta en dos ocasiones en el Unicaja de Málaga (2004-2006 y 2007-2008), con un paso entre medias para vivir su primera experiencia profesional como ‘jefe’ en el CAI Zaragoza en la liga LEB Oro (2006-2007).

A partir de ahí sus caminos se bifurcaron y el del madrileño le llevó a dirigir en China al Shanxi Zhongyu Brave Dragons y posteriormente al Fuenlabrada antes de juntarse con Pablo Laso, de nuevo en la entidad de Concha Espina, la que ha sido en muchos momentos su casa desde que llegó para entrenar en las inferiores desde otro club de la capital, el Canoe.

Ese arraigo al club madridista hizo que desde las oficinas mirasen a su figura para relevar al propio Laso, cuyo nombre también ha sonado con fuerza en la carrera por dirigir a España que ha terminado por ganar Mateo. Se embarcó entonces en un reto tan complicado como el que ahora se le presenta, pues su antecesor llenó las vitrinas de la entidad con 22 títulos.

Una apuesta arriesgada por ambas partes a la que respondió de manera sobresaliente en su primera campaña conquistando la Euroliga, trofeo de caza mayor que eclipsó el hecho de que en España los suyos solo ganasen la Supercopa, cayendo en semifinales de la Copa del Rey contra el Unicaja y cosechando una dolorosa derrota en la final de la Liga Endesa contra el Barça por 3-0.

Las tornas cambiarían por completo el curso siguiente, donde firmó pleno de títulos nacionales pero no pudo repetir como campeón continental tras caer en la final de Berlín contra el Panathinaikos, después de haber conseguido un 27-7 de récord en la fase de grupos. Fue la única nota amarga en una temporada donde los suyos empezaron encadenando 19 victorias oficiales.

Todo ello le valió para ganarse el derecho a dirigir una nueva campaña en el Movistar Arena, después de un verano con muchos cambios debido a la salida de veteranos como Sergio Rodríguez, Rudy Fernández y Fabien Causeur y de piezas importantes de la talla de los franceses Guerschon Yabusele y Vincent Poirier.

Esa transición le pasó factura en los primeros meses; perdiendo la Supercopa ante el Unicaja y dos partidos ligueros en las primeras salidas a La Coruña y Bilbao. Una incertidumbre que se trasladó a la Euroliga, donde el comienzo también fue dubitativo hasta el punto de llegarse a dudar de su continuidad.

Con esfuerzo y compromiso Mateo volteó en cierta medida la situación; no gracias a la Copa del Rey que perdió en la final, ni a la Euroliga, en la que no disputó la Final a Cuatro. Pero sí a la Liga Endesa, en la que solo sufrió una derrota desde el 22 de diciembre y que acabó sin caer como anfitrión en toda la temporada y firmando una segunda vuelta perfecta.

Temperamental por momentos sobre el parqué y caballeroso fuera de la pista, lo que no le impide hablar claro cuando considera que la situación lo requiere, el nuevo seleccionador español encaja en el perfil de su predecesor. Ahora estará obligado a comandar el cambio tras un Eurobasket amargo en el que España no superó la primera fase.

Borrada ya del mapa la generación de los ‘Juniors de Oro’, y también la mayoría de los fieles y prestigiosos escuderos que vinieron después, algunos entrenados por el propio Mateo como Sergio Llull, Rudy Fernández o Sergio Rodríguez; a sus manos llega un equipo tocado pero con las mismas ganas de competir que siempre ha tenido. Y talento maduro en la figura, entre otros, de los hermanos Hernangómez, de Santi Aldama, de Lorenzo Brown, de Alberto Díaz, de Jaime Pradilla, de Darío Brizuela, o de sus ex jugadores Alberto Abalde o Usman Garuba.

Sobre esa estructura deberá insertar a las promesas que vienen por detrás. Nombres como Sergio de Larrea, que en el último Europeo asumió la dirección de juego junto al también joven Mario Saint-Supéry, e Izan Almansa, campeones del mundo sub-19; Aday Mara; o Hugo González y Eli John Ndiaye, a los que también entrenó en el Real Madrid. Algunos labrándose un futuro repartidos por el mundo y otros deseosos de una oportunidad de dejarse ver en la liga española que no termina de llegar, la transición no será una tarea sencilla.

Carlos Mateos Gil