Madrid, 3 sep (EFE).- Investigadores de varias universidades españolas han desvelado los mecanismos ocultos que explican por qué algunos puentes, en concreto los de celosía de acero, resisten y no se derrumban cuando se ven afectados por eventos catastróficos, y cómo pueden incluso llegar a resistir cargas mayores a las que soportan en condiciones normales.
Esos ‘mecanismos ocultos’ han sido desvelados por investigadores de la Universitat Politècnica de València (UPV) y de la Universidad de Vigo, que han comparado el funcionamiento de los puentes de hierro con las telarañas, que son capaces de adaptarse y de seguir atrapando presas aún después de haber sufrido daños y de haber perdido alguno de sus hilos; hoy publican los resultados de su trabajo en la revista Nature.
El ingeniero e investigador José Miguel Adam, del Instituto Universitario de Investigación de Ciencia y Tecnología del Hormigón de la UPV, ha explicado que la construcción de puentes de hierro fue muy habitual entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XX, y ha observado que muchos de ellos todavía están en servicio y plenamente operativos, sobre todo en líneas férreas.
Adam, coordinador del proyecto ‘Pont3’, ha detallado a EFE cómo al realizar ensayos en los laboratorios comprobaron que se activaban mecanismos latentes de resistencia que revelaban su robustez, y cómo simularon más de doscientos fallos de diferentes elementos hasta corroborar que los puentes «resistían mucho más de lo que esperábamos, porque se activaban mecanismos que hasta ahora desconocíamos».
Eventos naturales cada vez más intensos e impredecibles

Los puentes son elementos críticos de las redes de transporte, y su derrumbe puede tener consecuencias muy graves, incluyendo víctimas mortales y pérdidas económicas que pueden alcanzar millones de euros por cada día de cierre, ha señalado la Universidad Politécnica en una nota de prensa difundida hoy.
Belén Riveiro, investigadora del Centro de Investigación en Tecnologías, Energía y Procesos Industriales de la Universidad de Vigo, ha subrayado en la misma nota la importancia de que estas estructuras no colapsen debido a un fallo local y ante los cada vez más intensos e impredecibles eventos naturales y los cambios ambientales que están acelerando el deterioro de los puentes.
No estaba claro hasta ahora por qué algunos fallos iniciales de ciertos elementos se propagan de forma desproporcionada en algunos casos, mientras que en otros apenas afectan a la funcionalidad de estas construcciones, pero los investigadores han desvelado los mecanismos secundarios que permiten a estas estructuras ser más resilientes y no colapsar.
Sus conclusiones, han asegurado, aportan nuevas claves para el diseño de puentes más seguros ante eventos extremos y servirán también para mejorar las estrategias de monitorización, evaluación y refuerzo de los ya existentes o para redefinir los requisitos de robustez de las estructuras de hierro.
Alargar la vida útil de viejos puentes de hierro
José Miguel Adam ha precisado a EFE que sus hallazgos revelan qué mecanismos o partes de un puente nuevo habría que trabajar con más detalle para que se activen en caso de un eventual fallo local, y en el caso de los ya existentes dónde habría que focalizar la atención o las inspecciones o qué elementos habría que reforzar para que se activen esos mecanismos latentes de resiliencia.
A su juicio, esta tecnología permitiría incluso recuperar muchos puentes que hoy están en desuso o prolongar la vida útil de miles de construcciones, muchas de las cuales se levantaron hace más de cien años y podrían continuar operando con garantías de seguridad si se implementan las medidas de refuerzo apropiadas y que se han descubierto con este trabajo.
El proyecto ‘Pont3’ está financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, y el punto de partida del trabajo que hoy publica Nature arranca en sendas becas ‘Leonardo’ que la Fundación BBVA concedió a Belén Riveiro (en 2021) y José Adam (en 2017) para estudiar este tipo de estructuras y la resistencia de las construcciones ante fallos locales.