Científicos piden medidas para proteger a la población del peligro de los microplásticos

Vista detallada de plásticos y microplásticos, en una fotografía de archivo. EFE/David Arquimbau Sintes

Barcelona, 11 mar (EFE).- Los científicos que han participado en el proyecto internacional PlasticHeal, liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), han reclamado este martes a las instituciones “más medidas” para proteger a la población del peligro que suponen para la salud los microplásticos y los nanoplásticos.

Durante cuatro años, un equipo de investigación liderado por la UAB, con participación de once instituciones europeas, ha llevado a cabo el proyecto PlasticHeal para investigar los riesgos que pueden tener los microplásticos y los nanoplásticos (MNPL) en la salud humana.

Los principales investigadores del proyecto han expuesto este martes en Barcelona sus conclusiones en la conferencia titulada “El plástico en nuestro interior: revelando el impacto oculto de los micro y nanoplásticos”.

La investigadora de la UAB Alba Hernández ha explicado que, desde el descubrimiento del plástico a comienzos del siglo XX, este material “ha revolucionado” la vida cotidiana “por su versatilidad y durabilidad, y también su rendimiento económico, lo que ha hecho del plástico un producto indispensable en muchos sectores”.

“Pero el plástico -ha advertido- también ha pasado a ser un problema porque el mal uso de este material ha creado contaminación, y cada año hay 300 millones de toneladas de plástico que se producen, la mayoría de ellas de un sólo uso, y si seguimos con esta tendencia, se estima que se doblará esta producción en los próximos veinte años”.

“Puesto que sólo una pequeña parte del plástico es reciclable, acabamos teniendo millones de toneladas que acabarán contaminando nuestro medio ambiente, y esto sólo es la cara visible de los problemas que suponen los plásticos”, ha señalado.

También hay las consecuencias invisibles, ha añadido, que “son los microplásticos y los nanoplásticos, que se producen durante los diversos usos de este material, también durante el reciclaje, y que acaban estando en todas partes, en la alimentación, en el agua y también en el aire” que se respira.

“Los seres humanos estamos expuestos a través de la ingesta e inhalación a estos nanoplásticos, y los que son de menos de un micrómetro, se pueden trasladar a través del sistema respiratorio y digestivo a la sangre”, ha señalado Alba Hernández.

Según esta misma investigadora, una vez que ya están en el torrente sanguíneo, las personas están expuestas a sus peligros y, si esta exposición dura toda la vida, se sabe ya “con certeza que están presentes en los órganos del cuerpo”.

Ante este hecho, ha considerado, hay que analizar si suponen un riesgo para nuestra salud, “creemos que es importante entender las consecuencias, porque los microplásticos y los nanoplásticos son uno de los factores medioambientales que pueden causarnos graves problemas, como por ejemplo, el cáncer”.

Las consecuencias ya se pueden cuantificar, ha precisado, “puesto que de hecho ya está demostrado que casi el 20 % de las muertes que tienen lugar cada año están producidas por la contaminación”.

En este contexto, hay que ser conscientes de este problema, ha pedido, “y contar con el empuje científico para conseguir políticas de regulación que permitan proteger a las personas, y las autoridades tienen que decidirlas”.

En las conclusiones del equipo científico se indica que “el conocimiento científico puede llevar a alternativas y a más innovación, así como a cambios de conducta por parte de los consumidores, porque si tienen el conocimiento podrán entender el riesgo al que se exponen”.

Además, dichos conocimientos pueden permitir “gestionar mejor las enfermedades de pacientes expuestos a los microplásticos y los nanoplásticos”.

 

Medidas para tener un entorno medioambiental saludable

“Necesitamos medidas que ayuden a proteger a la población y esto beneficiará a todos, porque tendremos un entorno medioambiental saludable”, ha subrayado esta misma investigadora de la UAB.

Ha admitido que identificar los riesgos y las soluciones “no es nada fácil”, porque para poder categorizar el riesgo hay que saber en primer lugar la cantidad de microplásticos y nanoplásticos que ya hay en el cuerpo.

“No es suficiente -ha puntualizado- con realizar dos, cinco o diez estudios que analicen la exposición, sino que tenemos que acumular todos los conocimientos adquiridos para calcular el riesgo, y para ello nos hacen falta años de investigación”.

Esto es así porque, según ha dicho, se necesitan respuestas muy concretas, obtenidas mediante análisis en el laboratorio, con seres vivos, analizando la cantidad pero también los tipos de plástico.

“Hemos conseguido -ha aseverado Alba Hernández- tener un catálogo de microplásticos y nanoplásticos que podemos utilizar en el laboratorio, y ahora ya sabemos lo que ocurre cuando entran en contacto con una célula, así como también cómo se distribuyen y hemos identificado señales de alarma por algunas de las partículas analizadas”.

De hecho, ha precisado, se sabe que pueden producir cambios en el ADN, en el sistema digestivo, diversas inflamaciones, y otras alteraciones, como el cáncer.