Bruselas, 19 mar (EFECOM).- Bajo el mandato de Donald Trump, Estados Unidos reniega de las tecnologías limpias, lo que abre una oportunidad para que la Unión Europea capitalice ese vacío y atraiga las ingentes inversiones necesarias para mantenerse competitiva en la carrera global por la innovación en la descarbonización.
“El hecho de que Estados Unidos haya decidido retirarse del Acuerdo de París y de que las inversiones comiencen a alejarse de EE.UU. debido a las señales enviadas por su presidente abre una oportunidad para Europa”, dijo hoy el comisario europeo de Energía, Dan Jørgensen en una entrevista a la red de agencias de noticias europeas European Newsroom (enr), de la que forma parte EFE.
Según el célebre informe sobre competitividad del ex primer ministro italiano Mario Draghi, cuyo análisis sirve de faro al segundo Ejecutivo de Ursula von der Leyen, el bloque comunitario necesita invertir entre 750.000 y 800.000 millones al año si quiere mantener el pulso productivo, lo que supone el 5 % del PIB de la UE.
“Menciona la energía más de 700 veces”, destaca Jørgensen para subrayar cómo de importante es que los Veintisiete consigan procurarse energía más barata, pues la UE paga actualmente entre el doble y el triple que Estados Unidos y China por su energía.
Por eso, el socialdemócrata danés, de 49 años, tiene la triple y complicada misión de abaratar la energía en la UE como vector para facilitar una descarbonización competitiva la industria y, al mismo tiempo, alejar al bloque comunitario de los combustibles fósiles de Moscú, tareas entrelazadas que se pueden cumplir utilizando “las mismas herramientas”, dice.
“Tenemos que hacer mucho más para ser independientes de los combustibles fósiles”, apunta el danés, quien menciona que la UE ha enviado más dinero a Moscú para comprar combustible que ayudas y subsidios a Kiev desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022.
Esa situación se debe revertir y la Comisión Europea presentará “muy pronto” un plan para que la UE se desconecte completamente del gas de ruso mientras que, en paralelo, la Unión Europea necesitará seguir comprando gas, sobre todo gas natural licuado (GNL).
“Si no fuera por Noruega y EE.UU., habríamos tenido problemas mucho más graves”, señala Jørgensen, quien sabe que la UE aún necesitará adquirir gas “durante algunos años” y cree que es “absolutamente crucial” negociar con suministradores como EE.UU.
Lo dice justo después de visitar al secretario de Estado de Energía de EEUU, Chris Wright, y de reunirse con empresas energéticas estadounidenses, citas de las que ha sacado la conclusión de que los proveedores tienen voluntad de negocio, pero también quieren “ayudar a Europa en una situación difícil”.
Es lo que cabría esperar entre dos aliados históricos, pero la política disruptiva de Trump y su desprecio a Europa hacen dudar de cómo se pueda traducir eso en el plano de las exportaciones de gas, sobre todo después de ver que Rusia manipuló el mercado europeo del gas en los albores de la invasión de Ucrania.
“No es que no intentemos diversificar, pero las opciones son limitadas”, señala el comisario sobre las compras a un país que acaba de imponer una ronda de aranceles al aluminio y el acero de la Unión Europea, y amenaza con ahondar la guerra comercial.
Evitar sustos con los envíos de gas a la UE es, indirectamente, parte del Plan de Acción para la Energía Asequible que ha presentado la Comisión, en el que además de recomendar a los Veintisiete que reduzcan impuestos energéticos si buscan un ahorro inmediato, también se apuesta por arrojar luz y taquígrafos a las compraventa de hidrocarburos.
“Sin importar con qué país negociemos, esto es fundamentalmente un mercado, y debe operar bajo un marco de mercado”, comenta el comisario, que aboga también por buscar contratos a largo plazo como garantía de certidumbre.
Renovables y nuclear
Además, la UE necesitará seguir trabajando en la electrificación de su sistema productivo.
Para ello tendrá que fomentar la eficiencia energética, seguir apostando por las compras conjuntas de gas y mejorar la integración del mercado de la energía, que ya ahorra 30.000 millones de euros al año a los países de la UE “pero se podría hacer mucho más”.
“Si decimos que necesitamos 200 autopistas para conectar el sistema de transporte europeo, en energía sólo tenemos 100 y sólo usamos 50”, lamenta Jørgensen.
El danés apuesta también por acelerar el despliegue de fuentes de generación renovable, con el objetivo de reducir los tiempos de autorización de las nuevas plantas a 6 meses y a un máximo de 2 años para “casos complicados”.
Todo ello sin renunciar a la energía atómica, motivo de división entre los Estados miembros.
“Necesitamos la energía nuclear como parte de nuestro ‘mix’ para alcanzar los objetivos (climáticos) que nos hemos marcado”, añade el danés, cuyo país no produce energía atómica, pero sí la importa de Suecia.