Cómo la Policía acabó con la «suerte» del fugitivo de los tatuajes

Policía Nacional ha detenido en Madrid a Álvaro Pasquín Mora, conocido como el fugitivo de los tatuajes, buscado por un delito de abuso sexual cometido en la capital en 2017 que prescribía en diez días, por lo que permanecía escondido en un cobertizo desde hace cinco años. Según informa la Dirección General de la Policía Nacional, la colaboración ciudadana ha sido fundamental para su arresto porque tras agotar las vías de la investigación, los agentes de la sección de Fugitivos decidieron incluirlo en la lista de los diez más buscados para obtener alguna pista. EFE/Policía Nacional *****SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO) *****

Laura Camacho

Madrid, 23 jul (EFE).- Con el lamento de haber estado a punto de lograr salirse con la suya tras cinco años escondido en un cuchitril recóndito de una finca en Madrid y apenas nueve días antes de que su delito prescribiera, Álvaro Pasquín Mora, el fugado de los tatuajes, se quedó paralizado al ver cómo la Policía Nacional cumplía el augurio de una frase escrita en su pecho: «La suerte está echada».

Los agentes de la Sección de Localización de Fugitivos de la Comisaría General de Policía Judicial de la Policía Nacional irrumpían ayer a las 9.00 horas en su escondite, un cobertizo de una finca situada en el barrio madrileño de Colonia Jardín, donde un sorprendido pero tranquilo Pasquín Mora les llegaba a decir que no imaginaba que fueran a pillarlo.

«No pensaba que me ibais a encontrar», les dijo al equipo de policías que daban este martes al traste con sus planes de abandonar ese chamizo en nueve días, cuando la justicia diera definitivo carpetazo el 31 de julio a su condena por abuso sexual una joven de 20 años en Madrid en 2017.

«Lo primero que voy a hacer es llamar a mi madre»

El jefe del Grupo 2 de la Sección de Localización de Fugitivos relata a la agencia EFE que, tras ser sorprendido por los agentes, el fugado les dijo que lo primero que quería hacer era llamar a su madre, con quien había roto toda comunicación desde hace cinco años para no ser descubierto.

A manos ya de los agentes, también les llegó a reprochar con rabia que podían haber dado con él antes y no ahora cuando estaba a punto de que su responsabilidad judicial extinguiera.

Y es que la búsqueda de Pasquín, de 33 años, se inició en 2020 tras emitirse una orden judicial de ingreso en prisión tras ser condenado por la agresión que no cumplió. Al no presentarse, la Policía comenzó a buscarle, pero no tuvo éxito.

El inspector recuerda que se agotaron todas las vías para dar con su paradero y constataron que no tenía contacto con ningún familiar ni amistad, por lo que trataron de desbloquear la investigación con un llamamiento a la colaboración ciudadana.

Unas cuentas bancarias, claves para su localización

El 8 de julio del pasado año, la Policía Nacional incluía al huido en su lista de los diez más buscados que podrían ocultarse en España.

Junto a su foto, la Policía describía así a Álvaro Pasquín Mora: 32 años, mide 1,70 metros, es de complexión delgada, moreno de pelo, piel blanca y ojos negros. Llama la atención la gran cantidad de tatuajes que tiene; en ambos costados, piernas y antebrazos, así como una frase en el pecho en la que se puede leer “La suerte está echada”.

Tras la campaña, los agentes comienzan a recibir información de ciudadanos. El inspector al frente de las pesquisas revela a EFE  que, entre las pistas, llegaron varias relativas a unas cuentas bancarias  relacionadas con negocios de compra venta de objetos que haría el fugitivo, algo que el detenido confirmó cuando fue detenido en el chamizo donde tenía instalado un ordenador.

A los agentes les confiesa que vive de estos negocios y que sobrevive con pedidos de comida a domicilio usando una identidad falsa.

En estos cinco años apenas ha salido de su guarida que, según la primeras pesquisas, le cedió el propietario de la finca aunque el cobertizo está en un lugar alejado y totalmente independiente de la vivienda. Los agentes descartan que el dueño estuviera encubriendo al fugado.

Un espacio deteriorado y en condiciones de poca salubridad, según los agentes que constataron también el cambio físico del fugitivo, con el pelo más largo y teñido de rubio y con algún tatuaje más en su cuerpo.