Madrid, 15 ago (EFE).- Los devastadores incendios que asolan España pueden ser también destructivos para la salud mental especialmente de los evacuados, que además de un apoyo psicosocial inmediato, necesitan recuperar la sensación de control marcándose responsabilidades y establecer redes de apoyo para evitar trastornos a largo plazo.
Aproximadamente durante un mes tras una catástrofe, los afectados van a mostrar «respuestas y conductas que van a sorprender; habrá quien llore desesperadamente, a quien le dé por reírse de manera descontrolada, personas que no tengan ganas de comer y otras que quieran hacerlo todo el tiempo, pero todas las reacciones, todas, están dentro de lo normal», explica a EFE Mónica Pereira, del grupo de Urgencias y Catástrofes del Colegio de Psicología de Madrid.
Incluso hay personas que se resisten a abandonar sus hogares amenazados por las llamas o a volver a ellos pese a poner su vida en peligro, y eso es también entra dentro de lo «normal».
«Mi cerebro no es capaz de procesar la posibilidad de perder todo lo que he creado durante tanto tiempo y entonces me quedo bloqueado. Es un ‘shock'», aclara la experta. Además, los hogares son el lugar más seguro para cada uno, y perderlo es perder también esa seguridad.
Del 5 al 10 % desarrollarán un trastorno mental
Con el tiempo, entre un 10 y un 15% de los afectados opina que no sólo ha sobrellevado la catástrofe, sino que ha mejorado; la mayor parte, entre un 75 y un 80 %, vuelven a su vida más o menos normal, y del 5 al 10 % desarrollarán algún tipo de enfermedad mental o afectación emocional.
«Lo que peor lleva el cerebro humano es la incertidumbre», enfatiza la psicóloga; por ello, los expertos que trabajan en emergencias siempre aconsejan «centrarse en lo que sí pueden hacer para gestionar su situación actual».
En el caso de los desalojados, pueden «organizarse de manera que puedan, por ejemplo, unos entretener a los niños, otros buscar la comida o prepararla, otros que puedan organizar los lugares para dormir». Es decir, «tener la mente ocupada en cosas que sean funcionales y que dependan de ellos», no dejar todo a la ayuda y cuidado de los demás porque estas personas «necesitan retomar la sensación de control de su vida cuanto antes, aunque estén fuera de sus hogares».
Pero también precisan de las autoridades. «No se trata sólo de acogerlos en lugares donde están todos seguros, sino también de darles información cada cierto tiempo para que ellos sepan que se les están cuidando».
Evitar la sobreexposición a las noticias
Miedo, insomnio, recuerdos recurrentes del momento traumático, irritabilidad, incapacidad para concentrarse o estrés son sólo algunos de los efectos que en el corto y medio plazo; recibir apoyo psicosocial inmediato para gestionar estas emociones es primordial para prevenir que una situación traumática suponga un trastorno más grave, coincide la técnica de Salud de Cruz Roja Laura Fernández.
Especialmente los grupos de mayor riesgo: niños, mayores, personas con enfermedad mental previa o discapacidad física o mental y más colectivos que ya estaban en una situación de vulnerabilidad previamente.
Pese a que es «complicado» hablar del tiempo que necesitarán para recuperarse de las heridas emocionales, ya que «cada persona vive estos eventos de una forma diferente» y tiene un nivel de resiliencia distinto, lo fundamental es que si los síntomas iniciales no desaparecen o que incluso se agravan se pida ayuda a un profesional especializado.
Además, y aunque todas las personas necesitan «estar informadas, no es necesario estar todo el día escuchando la radio o todo el día leyendo este tipo de noticias».
«La sobreexposición a la información puede desarrollar angustia y ansiedad, incluso un estrés vicario», es decir, que personas que no están viviendo el incendio de primera mano sufran también un impacto emocional ante las noticias», detalla la psicóloga.
¿Qué más se puede hacer por salvar la salud mental de un incendio? Pues además de garantizar la salud física o retomar las rutinas anteriores, también tener las necesidades básicas cubiertas y, «muy importante», mantenerse cerca de la red de apoyo, de «personas de confianza», con las que poder hablar de lo vivido.
Para aquellos que no cuentan con esa red, la organización pone a su disposición distintos servicios como el proyecto Cruz Roja Te Escucha, que deja una línea telefónica abierta «para todas las personas que necesiten hablar porque sientan un malestar emocional».