¿Cómo se vela por el suministro eléctrico en las zonas afectadas por incendios?

Imagen de ayer martes del incendio forestal originado en Larouco (Ourense), considerado ya el mayor de todos los declarados en Galicia desde que hay registros. EFE/Eliseo Trigo

Madrid, 20 ago (EFE).- Prevención, coordinación y anticipación son las máximas que rigen las estrategias de las compañías eléctricas a la hora de garantizar el suministro en las zonas afectadas por incendios como los que, sólo este año, han quemado más de 380.000 hectáreas en España.

Pese a la virulencia de los episodios activos, distintas fuentes del sector no aprecian, de momento, incidencias ni en la red de transporte de alta tensión de Red Eléctrica ni en la de distribución, y recuerdan que, en contextos así, muchos cortes de luz son programados para que los medios aéreos que luchan contra el fuego puedan actuar con seguridad.

Riesgos principales

El mayor riesgo de un incendio para la infraestructura es la rotura de las líneas aéreas -que permiten que la electricidad se distribuya por todo el país-, ya que están construidas con aluminio y acero, elementos que terminan cediendo ante las elevadas temperaturas que emanan de las llamas.

Lo cuenta a EFE Fernando Diz-Lois, director de operación de redes de Endesa. Según los últimos datos de la energética, cerca del 60 % de los 320.000 kilómetros de líneas eléctricas que e-distribución (su filial de redes) gestiona en Andalucía, Aragón, Baleares, Canarias, Cataluña y parte de Extremadura, son aéreas.

De ellas, una parte importante discurre por zonas boscosas o con vegetación, lo que eleva su exposición.

El fuego también puede afectar a centros de transformación ubicados en áreas externas de las poblaciones o en el ámbito rural, que abastecen a fincas de particulares o a explotaciones agrícolas.

Cortes durante la extinción

Por ahora, explica Diz-Lois, «está totalmente asegurado» el suministro eléctrico en las zonas de distribución de Endesa, que ha hecho frente estos días a un incendio en el sur de la provincia de Badajoz y a otro en Tarifa (Cádiz).

En ambos casos, el impacto sobre la red se ha limitado a la desconexión -controlada- de ciertas instalaciones, siempre en coordinación con las autoridades competentes y las fuerzas de seguridad, para que los medios de extinción, sobre todo los aéreos, pudiesen trabajar con el menor riesgo posible.

«Una vez que el incendio se tiene controlado y se puede acceder con seguridad a la zona, nuestras brigadas se desplazan y revisan el estado de las líneas», relata el director de operación de redes de Endesa, que pone de relieve la colaboración entre la Administración y la empresa, presente incluso en el puesto de mando avanzado.

Muchas veces esta impresión se obtiene de manera terrestre, pero si el fuego es de gran magnitud, se puede realizar con drones y equipos de inteligencia artificial (IA) o con helicópteros.

Concluida la revisión, si no se observa ningún problema en la infraestructura, se lo comunican a la Administración para reconectar la instalación. De lo contrario, se moviliza una brigada para sustituir el elemento averiado.

Durante ese tiempo, la energética habilita medios alternativos, como grupos electrógenos, para restablecer el suministro temporalmente mientras se repara la línea.

Las brigadas técnicas de Endesa, repartidas por todo el territorio, cuentan con personal especializado en la gestión y operación de la red de distribución eléctrica en situaciones climatológicas graves y de emergencia.

Su formación consiste fundamentalmente en simulacros, tanto propios como coordinados con la Unidad Militar de Emergencias (UME) o el 112.

Prevención y anticipación

Igual de importantes son las actuaciones preventivas realizadas durante el resto del año. Entre las tareas esenciales está la poda selectiva de la masa forestal que crece en torno a las líneas eléctricas.

Además, durante el verano, la red se opera de manera especial, ya que «se quitan los reenganches para que las líneas funcionen de forma más controlada, y se pone mayor énfasis en la supervisión de lo que sucede en su entorno por si hay incendios», indica Diz-Lois.

La anticipación es, asimismo, clave para garantizar el suministro, pues «con tiempo suficiente, viendo los vientos predominantes en la zona, la evolución meteorológica y la orografía», se puede prever cómo el fuego afectará a las instalaciones a futuro y tomar medidas preventivas.

¿Y si el incendio ha sido provocado?

Los posibles daños en la infraestructura eléctrica «no son excesivamente caros» si la extensión del incendio no es muy grande, dice el director de operación de redes de Endesa.

«Si hablamos de una línea eléctrica estaríamos en torno a los 100.000 euros», añade.

Ahora bien, si la magnitud es tan grande, por ejemplo, como la de la dana, ya podría alcanzar a una subestación de distribución, cuyo coste asciende a unos cinco millones de euros.

No obstante, el impacto que un suceso de estas características tiene a nivel climático y paisajístico es «muchísimo más elevado» de lo que puede causar a una instalación eléctrica.

El desembolso lo asume la compañía, que «evidentemente» cuenta con un seguro.

Si el fuego ha sido provocado y se localiza a su responsable, las empresas incorporan el perjuicio causado a sus infraestructuras a la nómina de daños completos del incendio.

Pero «los pirómanos no suelen tener recursos económicos para afrontarlo», por lo que «es muy difícil» que respondan por sus actos, admite Diz-Lois, que ve en ello el «mayor hándicap» para evitar que delitos así continúen reproduciéndose.