Como vino para chocolate, en Rueda (Valladolid)

Tres hermanos, Ana, María y Juan Ruiz, han recuperado la antigua fábrica de chocolate de sus antepasados, en Rueda, para mantener el legado y diversificar su negocio vitivinícola y agroalimentario. EFE/ Inés Morencia

Inés Morencia

La localidad vallisoletana de Rueda es conocida por sus vinos blancos de la variedad verdejo, pero entre bodega y bodega, la familia Ruiz se esfuerza por vincular esta cultura vitivinícola con el mundo del chocolate, a través de una particular herencia de sus antepasados, en forma de maquinaria de 1918, que ahora utilizan para ofrecer maridajes. EFE/ Inés Morencia

Rueda (Valladolid), 23 ago (EFE).- La localidad vallisoletana de Rueda es conocida por sus vinos blancos de la variedad verdejo, pero entre bodega y bodega la familia Ruiz se esfuerza por vincular esta cultura vitivinícola con el mundo del chocolate, a través de una particular herencia de sus antepasados, en forma de maquinaria de 1918, que ahora utilizan para ofrecer maridajes.

La localidad vallisoletana de Rueda es conocida por sus vinos blancos de la variedad verdejo, pero entre bodega y bodega, la familia Ruiz se esfuerza por vincular esta cultura vitivinícola con el mundo del chocolate, a través de una particular herencia de sus antepasados, en forma de maquinaria de 1918, que ahora utilizan para ofrecer maridajes. EFE/ Inés Morencia

Los hermanos Ana, Juan y María han tomado las riendas de una fábrica que permaneció sellada desde 1982 hasta 2012 y que han ido evolucionando de manera paulatina para ofrecer desde hace meses visitas en las que unir vino y chocolate en el paladar.

Esta es la particular historia de la ‘casa de chocolate’ de Rueda y, como si fueran cinematográficos ‘Willy Wonka’, los bisnietos del promotor de la fábrica, Felipe Ruiz, alimentan esta herencia familiar conjugando tradición y potencial turístico, ya que supone un complemento al turismo enológico que también despega en la zona.

Ya desde una pequeña nave ubicada en el propio municipio, con la maquinaria de principios del siglo XX, se puede seguir el proceso de fabricación de una tableta de chocolate, desde la selección del cacao, procedente de Ghana, hasta que se saca de los moldes y se empaqueta.

Pero puesto que cada vez es más difícil adquirir los granos de cacao, se está optando por comprar pastillas, que ahorran una fase previa de preparación en la tostadora, desgranadora, molino y mezclador, y además favorecen la homogeneización del chocolate a la hora de fundirlo.

Una vez conjuntados el cacao, el azúcar y la harina -únicos componentes de este exclusivo chocolate- se envía a la refinadora para obtener una pasta y hacer bolas de 200 gramos que se pesan en una báscula romana, como todos los ingredientes, y de ahí a la moldeadora, donde queda alisada esa pasta.

Tras secarse el chocolate en los moldes, que también datan de 1918, se procede al empaquetado manual, lo que cierra la transformación, tras dos horas y media de trabajo totalmente artesanal, para conseguir 75 tabletas en cada tanda.

4.000 tabletas al año

Esta rescatada empresa solo elabora 200 tabletas al día y vende ahora unas 4.000 al año, tanto a particulares como a panaderías, tiendas ‘gourmet’ o comercio de proximidad de la comarca vallisoletana, aunque también se han enviado a Barcelona o Canarias, pero sin presión comercial, afirman los chocolateros.

De este modo, la familia Ruiz ha sumado el chocolate a su principal fuente de ingresos, que sigue siendo la agricultura y en concreto la viticultura ya que cuentan con 85 hectáreas de viñedo de uva verdejo y sauvignon blanc que venden a la bodega Marqués de Riscal.

Pero su inquietud, y las ganas de hacer cosas diferentes llevó a Ana Ruiz, enóloga de profesión, a potenciar las variedades tintas para seguir con el legado que le dejaron sus padres, Felipe Ruiz y Mila Ortega, con ‘Reguilón’, y con ‘Vida 1883’, en honor a su bisabuelo materno, Valeriano Moro, un destacado cosechero de Rueda.

Tienen un objetivo a corto-medio plazo: poder elaborar vino verdejo propio ya que cuentan con pequeños depósitos de 10.000, 2.000 y 1.000 litros, que también llevaría su sello de calidad y exclusividad, y que se sumaría al de frutos secos, que también combina Juan Ruiz.

Diversificar para seguir creciendo y disfrutando del campo, en continua evolución, con garbanzos, almendras y pistachos ecológicos que se tuestan en una empresa de Guarrate (Zamora) en partidas pequeñas y envasan ellos mismos, con el fin de hacerse con un hueco en este mercado.

No hay lugar para la relajación en esta familia volcada con el vino y ligada a una tradición chocolatera, que da a conocer todo este legado a través de diferentes catas y actividades en la bodega Entrevidas, donde los visitantes son recibidos por Ana Ruiz, quien también prepara para el próximo día 30 otra variedad de experiencia de fusión: vino, naturaleza y astronomía.