Ciudad de México, 17 sep (EFE).- Para escribir ‘La muerte ajena’, la argentina Claudia Piñeiro conversó con jueces y periodistas de su país sobre casos de supuestas “agencias de modelos” que, en realidad, ofrecían la compañía de chicas ‘escort’ a “hombres poderosos”, quienes las “manipulan” con fines sexuales y hasta políticos, entramado que deshebra la periodista Verónica Balda, protagonista de la novela.
“Hombres poderosos, en lo económico y político, utilizan a estas chicas no solo sexualmente, las utilizan para espiar a otros políticos. Ellos ponen a estas chicas en las listas de concejales -porque necesitan un porcentaje de mujeres- para luego manipularlas”, explica a EFE la autora, en referencia a la ultraderecha de su país.
En su visita a México -territorio donde asesinan a 10 mujeres al día- la literata, reconocida como icono de la novela negra latinoamericana señala que, además de esta manipulación, “en Argentina, por como es la ley”, es muy difícil que “la justicia avance” en casos que involucran a mujeres dedicadas al trabajo sexual, pues muchos “se arreglan extrajudicialemnte”.
Al toparse con “la pared” de la justicia, la también autora de ‘Catedrales’ (2021) decidió avanzar ese límite con la ficción imaginando “qué hay detrás de estas agencias de modelos que reclutan chicas”, porque, asegura, “me interesaba el uso que hace el poder hacia estas mujeres más allá del uso del cuerpo”.
Aunque la ganadora del Premio Dashiell Hammett de Novela Negra en 2021 no resta importancia al cuerpo, también reconoce que “los magnates” muchas veces necesitan sostener una “masculinidad” frágil a través de la “hipersexualización de las mujeres”.
Con la caída al vacío de Juliana, una joven escort, desde un quinto piso en el acomodado barrio porteño de Recoleta, Piñeiro atrapa la atención de su protagonista, Verónica, pues lo que comienza como la posible muerte de una desconocida pronto se transforma en un vínculo sanguíneo que la impulsa a una investigación incansable.
Y es que, en gran parte de su obra, las voces principales suelen ser así: mujeres que buscan e investigan movidas por una cuestión vital y ética, un rasgo bastante único que ha llevado a la argentina, de 65 años, a vender miles de ejemplares ahora y a inicios del siglo, cuando las mujeres todavía estaban “bastante relegadas del género”.
Lo mesiánico y el descontrol de la mentira
En ‘La muerte ajena’, una novela sobre “la no verdad”, Verónica, como periodista, también cuestiona aspectos de su profesión, como el ‘clickbait’, ese recurso de publicar material “sin tener nada qué decir”, y parte de la reflexión proviene de las propias preocupaciones de Piñeiro sobre el estado de la verdad y la fabricación de la mentira.
“El periodista argentino Rodolfo Walsh escribió: ‘Si no tenemos justicia, por lo menos que se sepa la verdad’(…) Hoy ya ni siquiera tengo esperanza en la verdad. La mentira no tiene control. Entonces, si no contamos con justicia ni con verdad, ¿qué nos queda? No lo tengo claro”, confiesa, refiriéndose también a la desinformación que circula en las redes sociales.
Además, advierte que esta incertidumbre favorece ciertos “conceptos mesiánicos, como los que promueve el presidente (Javier Milei) en mi país”, por ejemplo, “él todo el tiempo dice que si algo está mal, nos salvarán las fuerzas del cielo(…) Y hay mucha gente que necesita creer (en eso)”.
“Creo que han sido muy hábiles, pero es horrible lo que hicieron: manipular a la gente con un discurso mesiánico”, sentencia.
La novelista defiende que el descontrol de la mentira también permea en el mundo de la cultura, y recuerda cuando ‘Cometierra’ (2019), de la escritora Dolores Reyes, junto con otros textos, fueron denunciados por familias y representantes de Libertad Avanza, partido de Milei, por supuesta “perversión de menores”.
Como referente literaria en la región, Piñeiro destaca que “muchas mujeres hoy son leídas y premiadas (…) y los varones están un poco inquietos, porque a ellos les tocó muchos años de estar como protagonistas”.
“Ahora nos toca a nosotras”, defiende, y aclara que todavía persiste un trato de inferioridad o ausencia en espacios de poder, como en las Academias o los jurados, donde siguen predominando los hombres.

