Santiago de Compostela, 27 sep (EFE).- Investigadores, abogados y ciudadanos conmemoraron este sábado en Santiago de Compostela los 50 años de las últimas ejecuciones del régimen franquista que, apenas dos meses antes de la muerte del dictador, fusiló a cinco personas tras unos consejos de guerra sumarísimos.
La jornada, organizada por el comisionado para la Celebración de los 50 años de España en Libertad y el grupo de investigación HISTAGRA-CISPAC de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) incluyó una mesa redonda entre diversos especialistas y la proyección de dos películas sobre aquellos sucesos.
El 27 de septiembre de 1975 José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz (militantes del FRAP, los dos primeros gallegos) y Juan Paredes Manot «Txiki» y Angel Otaegi (de ETA político-militar) fueron fusilados en Hoyo de Manzanares, lo que provocó una fuerte condena internacional, incluso de El Vaticano, que había enviado una carta del papa pidiendo clemencia.
En la mesa redonda en el Paraninfo de la USC -moderada por la comisionada para la conmemoración de los 50 años de España en libertad, Carmina Gustrán- participaron la abogada Magda Oranich -que defendió a «Txiki»-, el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia Ismael Saz y el periodista Jesús Rodríguez.
Gustrán explicó a EFE que el acto se celebró en Santiago porque la USC quería hacer un homenaje especialmente a Baena, que fue alumno de su Facultad de Filosofía y Letras, y también porque deseaban no centrar todas sus actividades en Madrid.
Además, justo este verano se declaró nula la condena a muerte de Baena, que la comisionada considera «el caso más sangrante de todos» ya que no había «ni una sola prueba que le imputase».
«Queda muchísimo por hacer, hay tantas historias todavía por conocer de la dictadura y es muy necesario hacerlas públicas. Sobre todo en este momento del auge de las fake news, de los bulos, que nos quieren tergiversar la historia y decirnos que tampoco se vivía tan mal en aquella época», recalca.
Flor, hermana de José Humberto Baena, asegura a EFE que su familia sabía que «era inocente» del asesinato de un policía que se le achacó ya que era «un chico de lo más honesto y noble que respetaba mucho las vidas».
Recuerda cómo su padre le preguntó 15 minutos antes de que lo fusilasen si había sido él y que éste le contestó que no, diciéndole que sabía que «nunca mentía».
Unos testigos, tres señoras que estaban al otro lado de la acera en el momento del asesinato, aseguraron además que el autor no había sido Baena, pero en la Policía les dijeron que se fuesen «para casa», señala Flor, que lo que quiere es «devolver el honor» a su hermano, por lo que luchó su padre el resto de su vida.
«De qué vale que se haya anulado su condena si están muertos. No quiero ninguna compensación económica, yo no quiero dinero, quiero que me devuelvan su honor y nada más», dice.
Aunque también quiere conseguir, añade, que «en los libros de historia se cuente lo que pasó en los últimos años de Franco», para que lo sepan en los institutos y en la universidad «donde hay un gran desconocimiento».
El historiador Ismael Saz también considera que el caso de Baena, que fue el último en ser fusilado, es en «el que más claro está que no había sido él» pero que «prefirió no delatar a nadie, estaba encubriendo».
Saz resalta que los últimos fusilamientos fueron «una respuesta de mano dura provocada por la propia debilidad de la dictadura agonizante» de Franco.
«Eran conscientes de que se les escapaba todo por todos los poros y no podían pensar en otra cosa que en la represión brutal», explica.
Una obsesión por llevar las ejecuciones adelante y «matar cuanto antes posible» en la que coincide la abogada Magda Oranich.
«Prisa, prisa, prisa, se vulneraron todos los derechos, se denegaron todas las pruebas, nos dieron cuatro horas para preparar la defensa, querían llegar a tiempo y poder matar en el último momento mientras Franco viviera», dice.