Alberto Ferreras
Zamora, 5 oct (EFE).- Los incendios forestales que el pasado agosto afectaron especialmente al noroeste peninsular tienen consecuencias más allá de las miles de hectáreas quemadas, y se dejan notar este otoño tanto por el peligro que la lluvia puede suponer para el arrastre de cenizas y sedimentos como por los efectos en la salud de la fauna.
Cuando este primer domingo de octubre acaba de darse por extinguido el incendio iniciado el 8 de agosto en Llamas de la Cabrera (León), que arrasó más de 22.000 hectáreas y aún permanecen sin apagarse los rescoldos del fuego del 14 de agosto de Porto de Sanabria (Zamora), la lucha contra los incendios del verano continúa ahora en otros frentes.
En la provincia de Zamora, donde se originó el que ha sido el incendio más devastador del verano, el de Molezuelas de la Carballeda con más de 31.500 hectáreas calcinadas y dos personas fallecidas, han dado la voz de alerta del riesgo que ahora suponen las cenizas y la fragilidad del terreno calcinado.
El presidente de la Coordinadora Rural de Zamora, Chema Mezquita, ha advertido de que, con todo lo que se ha quemado, uno de los problemas es que «las cenizas acaban yendo a los ríos» y eso puede «alterar los equilibrios de los ecosistemas de los ríos» y del lago de Sanabria.
Barreras anticeniza

«O nos tomamos esto en serio, o al final vamos a pagar mucho tiempo la factura de los incendios forestales», ha advertido en declaraciones a EFE Chema Mezquita, que ha reclamado que se extiendan las «barreras anticenizas» en el entorno de ese lago zamorano, el mayor de origen glaciar de España, y en otros territorios en los que pueda resultar peligroso el arrastre de cenizas.
Por el momento, la Confederación Hidrográfica del Duero ha iniciado esta semana la instalación de las primeras de esas barreras en el entorno de la laguna de los Peces situada aguas arriba del lago de Sanabria y perteneciente a su parque natural.
En total, se van a instalar en la zona 820 metros de los denominados «biorrollos», unas estructuras cilíndricas hechas con materiales orgánicos y envueltas con una red resistente que frenan la erosión y las cenizas para evitar que lleguen a los cauces de agua.
Tan importante como evitar que las cenizas lleguen a los cauces de agua, especialmente en aquellos lugares donde existen captaciones para el abastecimiento de la población, es lograr retener el suelo y evitar el peligro del arrastre de sedimentos que deja el terreno yermo y dificulta el rebrote y el crecimiento de nuevo de la vegetación tras los incendios.
De ahí que también desde la CHD se vayan a adoptar otras medidas para intentar frenar la erosión tras los fuegos, con una inversión de unos cinco millones de euros en los trabajos de restauración forestal, reparación de daños y protección del dominio público hidráulico en las provincias de Ourense, León, Zamora, Salamanca, Palencia y Ávila.
Afección a la fauna
Más allá del terreno, los daños de los incendios tienen efecto igualmente en la fauna y sobre ellos ha alertado la presidenta del Colegio de Veterinarios de Zamora, Elena Laguno.
Ha explicado que las partículas del humo pueden originar problemas respiratorios en la ganadería y también dermatológicos, ya que las partículas tóxicas de los incendios pueden quedar impregnadas en el pelaje y ser ingeridas por los propios animales al lamerse.
Eso puede desencadenar incluso cáncer en los animales y, además, el estrés del fuego puede tener consecuencias más inmediatas en los próximos meses, al conllevar una menor ovulación y afectar a la reproducción de las especies.
Distintos efectos colaterales que, cual rescoldos, se suman a otros más obvios como la pérdida de pastos y de riqueza medioambiental que dejaron los incendios del pasado verano.