Madrid, 13 sep (EFE).- Aunque el peso de la madera en la edificación es muy reducido en España, no llega al 1 %, su uso puede jugar un papel clave para agilizar la construcción de viviendas en un país que arrastra un importante déficit y para ayudar a prevenir incendios como los del verano gracias a la gestión de los bosques.
Frente a países como Suecia, Finlandia, Noruega y Austria, donde la construcción en madera es muy común, en España es muy residual frente al hormigón y el ladrillo. No obstante, se encuentra en fase de crecimiento y empieza a consolidarse en determinados segmentos, especialmente estructuras híbridas, viviendas industrializadas y edificios sostenibles.
Tras la oleada de incendios que ha sacudido España este verano, cada vez más frecuentes, los expertos reclaman una mayor gestión de la masa forestal y ven en la producción activa de madera un incentivo para mantener los bosques cuidados y limpios, evitando la propagación del fuego y dinamizando economía rurales que sufren la despoblación.
Reduce los tiempos de construcción entre un 20-50 %

El presidente del Consejo General de la Arquitectura Técnica de España, CGATE, Alfredo Sanz, señala a EFE que el uso de sistemas industrializados en madera, como el contralaminado, permite fabricar gran parte de los componentes en el taller y ensamblarlos en obra en plazos más cortos que la construcción tradicional, reduciendo los tiempos entre un 20-50 %.
Agrega que es posible levantar promociones de viviendas en cuestión de meses, fundamental en el actual contexto, y que a esta rapidez se suma la precisión y calidad que ofrece la producción industrial, con menos errores y residuos y mejores prestaciones energéticas.
Y es que, la producción de vivienda en España es insuficiente para poder responder a la demanda y las proyecciones de nuevos hogares del INE (343.000 anuales entre 2024-2028) acentúan este desequilibrio, subraya la patronal de promotores APCEspaña, que insiste en que es preciso aumentar notablemente la producción combinando la construcción tradicional e industrializada, así como el uso de materiales que contribuyan a agilizarla.
Más sostenible y flexible
La madera es un material natural utilizado por el ser humano desde sus orígenes, incide a EFE la presidenta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), Marta Vall-llossera, que destaca su flexibilidad y adaptabilidad en combinación con otros materiales como el hormigón o el acero.
La aparición de sistemas de madera laminados y contralaminados y la construcción industrializada acorta plazos; se traduce en menos necesidad de financiación puente; mejora la eficiencia energética; reduce las emisiones de CO₂; agiliza el montaje y tiene además un excelente comportamiento térmico y acústico, destaca.
A diferencia de lo que sucede en América o el norte de Europa, es todavía incipiente en España, que la modificación del Código Técnico de la Edificación de 2006 introdujo la regulación del uso de la madera como elemento constructivo.
Paliar incendios cada vez más frecuentes
España es el tercer país europeo con más superficie de bosque por detrás de Suecia y Finlandia pero gran está infrautilizada y poco gestionada.
«El monte que no se gestiona y no genera beneficio acaba abandonado», lamenta Juan Antonio Gómez-Pintado (Vía Ágora y ex presidente de la patronal APCEspaña), que acaba de fundar la Asociación para la Gestión Forestal y la Edificación con Madera (AGEFEM), una apuesta constructiva y de gestión del bosque con la que cree que se podrían crear hasta 400.000 empleos.
Los incendios de este año han dejado 403.000 hectáreas quemadas, un coste en extinción de 7.243 millones de euros y la emisión de más de 18 millones de toneladas de co2.
En caso de incendio, los arquitectos señalan que aunque pueda parecer contraintuitivo, la madera no se comporta mal frente al fuego (no se quema de forma instantánea y mantiene su resistencia al mismo más tiempo que otros materiales), es duradera, fiable y está regulada y certificada para construir.
El Banco de España alerta de que la desertificación y la mayor severidad y frecuencia de los incendios forestales representan un grave riesgo climático que puede además afectar a la actividad económica, al crédito bancario y a la estabilidad financiera.