Contra la basura espacial: estrategias, regulación y futuro de la sostenibilidad en órbita

Alberto Águeda, director de vigilancia y gestión de tráfico espacial en la empresa GMV. EFE/Irene Morante de la Hera

Irene Morante de la Hera

Madrid, 9 feb (EFE).- La creciente acumulación de basura, con satélites inactivos y fragmentos producto de colisiones o explosiones a la deriva, amenaza el desarrollo de la carrera espacial e impulsa nuevas estrategias para mitigar su impacto, que van desde una mayor regulación hasta tecnologías innovadoras diseñadas para capturar y retirar los desechos.

“Lo que queremos es que la basura no se quede en el espacio y para ello la mejor opción es que vuelva a la Tierra”, explica en una entrevista con EFE Alberto Águeda, director de vigilancia y gestión de tráfico espacial en la empresa GMV, un grupo tecnológico con presencia internacional y actividad en distintos sectores incluidos la aeronáutica y el espacio.

La presencia de desperdicios en diferentes órbitas, especialmente en la baja y en la geoestacionaria, presenta “un verdadero riesgo” para los satélites operativos, cuenta el experto, ya que a la velocidad a la que se mueven estos objetos, unos 28.000 km/h, “el mínimo golpe con un pequeño grano de arena puede inutilizar un satélite”, mientras que “una colisión con un objeto más grande puede provocar una nube de escombros que, a su vez, provocarían nuevos choques”, generando una reacción en cadena.

Incluso la Estación Espacial Internacional se ha visto obligada en varias ocasiones a modificar la altura de su órbita para evitar posibles impactos ante la chatarra del espacio.

Un espacio más limpio

Alberto Águeda, director de vigilancia y gestión de tráfico espacial en la empresa GMV. Crédito: Javier Sancho

Las soluciones para promover un acceso seguro al espacio ultraterrestre contemplan distintas vías que, en el ámbito de la prevención, pasan por proyectos como Zero Debris de la Agencia Espacial Europea (ESA).

Esta iniciativa aspira a que la UE sea una “sociedad neutra” también en el espacio, y por ello propone “no generar más basura y que todo aquello que se lance al exterior, regrese a la Tierra”.

También existen estrategias de gestión del tráfico espacial que permiten detectar los desechos para prevenir impactos: estas tecnologías “pueden identificar posibles colisiones” y “comandar” a los satélites en peligro para que cambien de órbita y evitarlas, detalla Águeda.

Otras soluciones buscan retirar la basura existente, desarrollando unas “grúas espaciales” que serían capaces de capturar satélites inactivos y devolverlos a la Tierra.

Vacío regulatorio 

Pese al riesgo que representa la basura espacial, la regulación internacional sigue siendo limitada ya que se ejerce sobre “un entorno compartido del que nadie se siente responsable” y que este especialista compara con el “Lejano Oeste”.

Salvo en la órbita geoestacionaria, regulada por un convenio específico, las normas varían según cada país, que autoriza y establece sus propios criterios para los lanzamientos desde su territorio.

Sin embargo, la creciente actividad en órbita está impulsando el desarrollo de normativas conjuntas, como sucede en la UE, que trabaja en una ley espacial común para todos los países miembros, mientras en el caso de España también se avanza en la creación de su propio marco legal.

Más satélites, más desafíos 

Atrás quedó la época en la que solo los Estados enviaban objetos al espacio: la “democratización” del acceso a este entorno ha permitido que cada vez más empresas lancen sus propios satélites, con los que proveen servicios de telecomunicaciones o de GPS.

Más de 10.000 satélites operacionales orbitan la Tierra, “de los cuales 7.000, el 70 %, pertenecen a Starlink”, empresa del estadounidense Elon Musk, lo que “le otorga una gran responsabilidad”.

Junto a estos dispositivos, “hay más de 30.000 objetos dando vueltas sin control de un tamaño superior a un cubo de Rubik; un millón, más grandes que un centímetro y 130 millones, mayores que un grano de arena”, precisa Águeda.

Ante el previsto aumento exponencial de la actividad orbital, la ONU ya ha emitido una serie de recomendaciones para minimizar la proliferación de escombros espaciales como evitar la expulsión de objetos desde los satélites, vaciar los tanques de combustible antes de desactivarlos para prevenir explosiones o contar con sistemas de maniobra en caso de riesgo de colisión.

Àgueda, que participó recientemente en el ‘Circularity Day’ de Ecoembes, destacó la importancia de concienciar a la sociedad para atajar este problema y “llegar a tener un entorno sostenible, no sólo en la tierra, sino también en el espacio”.