Buenos Aires, 10 jun (EFE).- La dos veces presidenta argentina Cristina Fernández, sobre quien recayó este martes la confirmación de una condena de seis años de prisión por la Corte Suprema, ha sido la figura política más poderosa de las últimas dos décadas en el país suramericano.
Astuta, controvertida, elocuente, estratega. La primera mujer elegida por el voto popular para comandar la Casa Rosada se inscribe en la selecta lista de personajes argentinos capaces de despertar tanto amores como odios.
Y es que la figura de Fernández no ha pasado nunca inadvertida, desde sus comienzos en la arena política, hace casi cuatro décadas.
Nacida el 19 de febrero de 1953 en la ciudad bonaerense de La Plata, CFK, como también se la llama, conoció a Néstor Kirchner en la universidad cuando estudiaban Derecho. Tras seis meses de noviazgo, se casaron en 1975, cuando ambos coqueteaban con la militancia en la Juventud Peronista.
Tras el golpe de Estado de 1976, que dio inicio a la dictadura militar, el matrimonio se afincó en la sureña Río Gallegos, ciudad natal de Kirchner y donde éste cimentó una carrera política que le llevó a la Presidencia argentina en mayo de 2003.
Tuvieron dos hijos, Máximo, de 48 años, actualmente diputado, y Florencia, de 34.
La carrera política de Fernández comenzó a finales de la década de 1980, cuando fue elegida diputada provincial en Santa Cruz, cargo que dejó seis años después para sentarse en el Senado.
En 1997 fue elegida diputada nacional, en 2001 regresó al Senado y en 2005 fue reelegida en la Cámara Alta, ya como primera dama.
En la cima del poder
En 2007, sucedió en la Presidencia a Kirchner, quien falleció por un ataque cardíaco en 2010, quizás el golpe más duro de su vida y con el que debió cargar en la campaña de 2011 para unos comicios que le dieron la reelección y en los que obtuvo el 54 % de los votos.
Consiguió en aquella ocasión el mayor nivel de adhesión popular logrado en una primera vuelta presidencial desde el retorno de Argentina a la democracia, en 1983.
Con un modelo político y económico desgastado, el kirchnerismo, sin alternativa propia al «peso pesado» que representaba Cristina, perdió las presidenciales de 2015 y dejó la Casa Rosada en manos del conservador Mauricio Macri (2015-2019).
Dos años después, Fernández, cuyos problemas con la Justicia por denuncias de corrupción habían comenzado al final de su segundo mandato, obtuvo un asiento en el Senado.
En mayo de 2019 sacudió el avispero político al ofrecer a Alberto Fernández, jefe de Gabinete durante cinco de los doce años del kirchnerismo en el poder, que liderara la fórmula presidencial que competiría en los comicios de ese año.
Con CFK como candidata a vicepresidenta, la dupla limó las asperezas de antaño y supo aglutinar a las diferentes corrientes del peronismo, una unidad que resultó clave para arrebatar a Macri sus sueños reelectoralistas.
Aquella jugada magistral le permitió, como vicepresidenta, acceder desde el 10 de diciembre de 2019 a la titularidad del Senado, un sitio de privilegio desde donde seguir tejiendo su estrategia política.
Las diferencias con Alberto Fernández resurgieron y la vicepresidenta no tuvo reparos en criticar abiertamente la política económica del mandatario, profundizando la división en el peronismo, que sufrió una dura derrota en las presidenciales de 2023 que llevaron al ultraderechista Javier Milei a la Casa Rosada.
Juicio y condena
En mayo de 2019 comenzó el juicio oral contra Fernández por presuntas irregularidades en la concesión de obras viales, un caso que la exmandataria inscribió en la trama de ‘lawfare’ (hostigamiento judicial y político) de la que asegura ser blanco.
El 1 de septiembre de 2022, en el tramo final de ese proceso, la entonces vicepresidenta fue víctima de un intento de asesinato cuando un hombre intentó dispararle en el rostro mientras saludaba a militantes a las puertas de su apartamento en Buenos Aires.
El 6 de diciembre de 2022 el tribunal oral condenó a Fernández a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, una sentencia que un tribunal de alzada confirmó en noviembre de 2024 y que ahora la Corte Suprema deja firme.
La decisión deja a la actual presidenta del Partido Justicialista (PJ, peronista) fuera de la contienda electoral, pues planeaba ser candidata a legisladora provincial en septiembre, y a un paso de ir a la cárcel, de la que podría librarse si le conceden el beneficio de la prisión domiciliaria por ser mayor de 70 años.
Natalia Kidd