Cruzada a las toallitas húmedas en el inodoro: la lacra de un vertido de costo millonario

Vista de archivo de parte de los restos de toallitas húmedas retiradas de una Estación Depuradora. EFE/ José Luis Real

Madrid, 23 jun (EFE).- Las toallitas húmedas para higiene personal cuyo uso está ampliamente extendido generan un grave problema ambiental: no se desintegran en el inodoro como el papel higiénico, lo que congestiona las redes de alcantarillado con un sobrecoste técnico millonario, algo que el Gobierno quiere combatir con una normativa en desarrollo de la que se cumplen nuevos plazos.

El problema de las toallitas húmedas de un solo uso es que aun siendo biodegradables, no son dispersables a causa de las fibras con las que están fabricadas. No se deshacen en el agua a corto plazo, sino que los residuos se acumulan «de forma masiva en las tuberías», según explica a Efe el presidente de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (Daquas), Jesús Maza.

Se trata de un problema, que oculto bajo las calles, genera daños estructurales en «el sistema de saneamiento, dado que nunca fue diseñado para este tipo de residuos».

La acumulación de toallitas húmedas en las redes genera un sobrecoste de hasta 230 millones de euros al año en el sistema de depuración de aguas por saturación, según el presidente de Daquas.

El problema genera un gasto de entre 4 y 6 euros por persona al año, lo que equivale a más de 3 millones de kilos recogidos de este producto en una ciudad de 300.000 habitantes, ha añadido.

La normativa y el principio de “quien contamina, paga”

Para abordar el problema, el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) ha lanzado una consulta pública, hasta el 27 de junio, por lo que se cierra esta semana, sobre un proyecto de real decreto con el objetivo de obligar a los fabricantes de toallitas húmedas de un solo uso a costear su limpieza en las redes de alcantarillado.

La nueva normativa europea sobre aguas residuales, que el Gobierno español está en proceso de transponer, contempla medidas para mejorar la calidad del tratamiento y controlar los desbordamientos.

También promueve el desarrollo de sistemas de depuración de cuarta generación, que permitirían reutilizar agua en un país con un alto grado de estrés hídrico.

Una de las claves del nuevo enfoque es aplicar el principio de responsabilidad ampliada del productor (RAP). Según Maza, «no se trata de recaudar más, sino de impulsar a los fabricantes a buscar soluciones técnicas viables». «Igual que en el sector de los residuos o los envases, quien contamina debe pagar por los daños que ocasiona».

Este principio, cada vez más extendido en Europa, busca corresponsabilizar a los fabricantes e incentivar la innovación en productos realmente dispersables, además de biodegradables.

 

¿Por qué se tiran toallitas al inodoro?

Maza ha ilustrado el problema del vertido indiscriminado de este producto en el inodoro con otro ejemplo: «Una manzana es biodegradable, pero si se tira por el inodoro», ataca las redes y lo mismo ocurre con las toallitas húmedas.

«La acumulación de estos residuos en las redes de alcantarillado genera atascos, obliga a realizar intervenciones manuales de alto riesgo y deriva en vertidos contaminantes al medio ambiente»; esto encarece la actividad de depuración entre un 10% y un 15%.

A nivel técnico el proceso es complejo porque apenas está automatizado. «Gran parte de estos residuos deben ser retirados manualmente por operarios en condiciones insalubres y peligrosas».

«No existen aún máquinas que lo hagan de forma eficiente”, denuncia el presidente de Daquas, ya nivel económico es un costo que acaba asumiéndolo en última instancia el ciudadano a través de la tarifa del agua.

 

Un problema estructural  

En su periplo por las redes de alcantarillado desde el inodoro, antes de llegar en el caso de hacerlo, hasta la depuradora, los restos de toallitas húmedas recorren distancias que pueden ser de muchos kilómetros.

España cuenta con 189.000 kilómetros de redes de alcantarillado y más de 248.000 km de redes de abastecimiento, según Maza.

Modernizar este sistema implica una fuerte inversión, y cualquier obstáculo que impida el tratamiento eficiente del agua supone un riesgo ambiental. “Cada vez que el agua no llega a la depuradora y se vierte sin tratar, perdemos la oportunidad de regenerarla y reutilizarla”, subraya.

En ese trayecto por las redes, se activan en caso de emergencia los llamados aliviaderos para evitar el colapso del sistema en caso de saturación pero eso tiene impacto en el medio ambiente.

En España existen más de 12.000 de estos puntos de alivio de las redes. «Son compuertas que se abren para evitar que el agua residual en caso de acumulaciones vuelva de nuevo a los inodoros; el problema cuando vierten esos puntos es que las aguas, no tratadas, llegan al medio ambiente”.

 

El papel del ciudadano

Pero no toda la carga recae sobre las empresas. Maza recuerda que el gesto más simple y eficaz sigue siendo no tirar las toallitas por el inodoro. “Si van a la basura, el sistema de gestión de residuos se encarga. Pero si entran en las tuberías, empiezan los problemas”.

En el cuarto de baño “estamos solos con la puerta cerrada”, por eso, es vital reforzar la concienciación y promover una mayor implicación ciudadana como ocurre con otros residuos como el vidrio o el aceite usado.