Javier Herrero.
Madrid, 18 jun (EFE).- Reciente Premio de la Academia de la Música de España al mejor disco del año por ‘La jauría’, Dani Fernández estrena este jueves ‘Todo cambia’, documental que resume el sentir y el camino de aquel niño de un pueblo de La Mancha que se atrevió a soñar «en un lugar en el que no te dejaban soñar» y triunfó.
«Pero yo no quiero ser una estrella, lo que quiero es dedicarme a la música y mantener la vida que tengo», precisa en una entrevista con EFE, ahora que, después de muchos años de pasión desbordada por subirse a un escenario, ve abiertas de par en par las puertas de una industria que en el pasado se las cerró de bruces en la cara.
Porque la de ‘Todo cambia’ es, en parte, la historia de alguien que acarició su objetivo desde muy niño en cuanto representante de España en Eurovisión Junior, más tarde como ídolo adolescente como miembro de Auryn y, desde el pasado mes de diciembre, ante un primer concierto en el viejo Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid en el que a punto estuvo de colapsar.
«Una de las cosas que más me sorprendió del documental fue verme enfadado. Propusimos algo tan grande que hubo un montón de problemas técnicos y fue un caos. El ver cómo todo se podía echar a perder me produjo una sensación de estrés que hizo que hablara mal a mi equipo, cuando yo sé que soy lo que soy gracias a los que me rodean», reflexiona.
Es una de las cosas negativas que ha aprendido de sí mismo con esta producción, pero gana el saldo de las cosas positivas: «Sobre todo la paciencia que tuve cuando lo dejo con mi banda, vuelvo a reencontrarme conmigo mismo y puedo volver a escribir. Me siento orgulloso de lo conseguido y cómo sobrellevé algunas cosas».
Entre esas cosas está el «bullying» que sufrió en su pueblo de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), donde «el mensaje siempre era ‘Nunca llegarás'», por destacar como representante de España en Eurovisión Junior o, más tarde, por conocer el éxito como integrante de Auryn, banda para adolescentes que lo convirtió en la diana de gente que en algunos casos consideraba amigos.
«Ahora mismo me he reencontrado con mi ciudad; siento que se me quiere de verdad y creo que el ser adulto cierra muchas heridas», asegura Fernández, empeñado por otro lado en formar una «familia» dentro del difícil mundo de la música, en el que abundan las dobles caras: «En ese sentido siempre te vas a llevar alguna hostia, pero prefiero seguir pegándome tortazos a cerrarme a conocer gente».
En su humildad y cercanía recae buena parte de su encanto, también en su sinceridad al referirse al «deséxito» vivido cuando Auryn se acabó de improviso, el teléfono empezó a sonar cada vez menos y necesitó reformularse como artista en solitario pese a las susceptibilidades de quienes entonces firmaban los contratos.
«Los que mandaban no confiaron en mí y eso me hundió; fue muy difícil y a la vez entendía que no confiaran en mí, porque igual yo mismo no hubiera apostado por Dani Fernández», confiesa, orgulloso de haber sacado luego a su «luchador» interno para, con el apoyo de quien sí creyó en él, construir una nueva etapa de éxito con tres discos en los que no dejó de crecer como autor e intérprete.
Con el premio al disco del año por el más reciente de ellos, ‘La jauría’, insiste en que para él el éxito no es ya «ni la fama ni las cifras».
«Yo me siento completo desde que tuve a mi hija y una de mis reflexiones a día de hoy, que estoy trabajando con mi psicóloga, es que no quiero más. Creo que he llegado al tope perfecto que me permite seguir dedicándome a esto, que mi hija crezca y que tenga una vida de felicidad que no sé si tendría que si yo fuese una estrella», apostilla.