Santander, 20 abr (EFE).- Un conocido aforismo dice que de las crisis salen oportunidades y de ello pueden dar fe Alfredo Asensio y Marta Baquero, un matrimonio asturiano al que un bache en su joyería obligó a ponerse las pilas e idear un nuevo nicho de negocio.
Así convirtieron el carbón de su tierra, el Concejo de Mieres, en piezas con estilo hechas con esa piedra.
Para esta pareja, el haberse reinventado dando una nueva vida a un recurso tan importante para su comarca supone un doble premio, más en esta época en que la minería vive horas bajas.
Ellos, trabajando el carbón de hulla para joyería, han querido homenajear su historia y la de sus vecinos, en un pueblo, Turón, que llegó a más de 20.000 habitantes en la época de esplendor de sus pozos mineros y que ahora ya no vive de este recurso.
“Este mineral fue la vida en Asturias porque nos dio mucho”, dice, en una entrevista con EFE, Marta Baquero, que el próximo 28 de abril presentará junto a su marido sus piezas de ‘TuCarbón Joya’ en la Pasarela Norte, en Santander.
Un punto y seguido en el negocio

Su punto de inflexión fue en 2017, cuando Marta y Alfredo vieron que en su joyería no llegaban con lo que vendían, porque había mucho que pagar y el negocio iba a menos.
“Un día pensando qué podíamos hacer, dándole vueltas a algo que fuera típico y que nos representase, Alfredo dijo que en nuestra zona como no fuera el carbón mal lo teníamos, y dijimos que por qué no”, cuenta Marta Baquero.
Empezaron a investigar, a trastear y a hacer pruebas para ver qué se podía hacer.
Y al final dieron con su particular “fórmula de la Coca-Cola”, tratando los trozos de carbón con polímeros para su conservación y para protegerlo.
De la escombrera al mostrador

Alfredo y Marta empezaron de cero, pisando tierra, porque al principio ellos mismos iban a la escombrera frente a su casa a recoger piedras.
“Cogíamos el carbón en esas escombreras, siempre había alguna piedra caída de una vagoneta”, señala Marta, que recuerda que salían los fines de semana a las cercanías del pozo San José o de Santa Bárbara.
Después han sido también los clientes los que les han llevado a su establecimiento las piedras que tenían o habían recogido para ver si se podía hacer algo con ellas.
No puede estar al aire
El carbón es frágil y se rompe fácilmente, por lo que tuvieron que indagar cómo endurecer las piedras hasta que dieron con una serie de polímeros para crear las joyas que venden.
El secreto está, en parte, en engarzar bien la pieza, porque una piedra de carbón no puede estar al aire.
“No puedes hacerlo colgando de un cordón y punto, sería inviable”, explica Marta. Y por eso se protegen los trozos de roca metidos en plata o en madera, en diseños con gusto y estilo.
Lo que hace esta pareja es moldear la piedra, engarzarla en otro material duro que la soporte y darle una imprimación para llegar al resultado final: la joya de carbón.
Este matrimonio también empezó a ver nuevas formas en la hulla, machacándola y haciendo piedrecitas más pequeñas para meterlas en anillos en forma de corazón, de trébol o de otras representaciones para llevar ante el público.
Tienen distintas colecciones, aunque casi todas son un homenaje a la mina, emulando en sus formas desde la entrada del pozo, las ruedas que bajaban la jaula de los mineros o los cables de las explotaciones.
El origen es el Círculo
Empezaron con su colección más icónica, la denominada ‘Círculos’, que siempre está en su joyería en Turón.
Estas piezas les han dado muchas alegrías y además Alfredo y Marta las ven “como muy representativas de lo que es la minería”.
Precisamente estas joyas de ‘Círculos’ fueron elegidas por el Principado en 2022 para agasajar a la Princesa de Asturias y a la Infanta Sofía, con una gargantilla y unos pendientes.
“Eso nos vino muy bien ese año, la publicidad fue muy grande y nos dio a conocer fuera de Asturias”, destaca Marta.
Para ellos el camino sigue, dentro de unos días en la Pasarela Norte de Santander.
Recorren ferias y mercados con su trabajo, para llevar sus piezas de carbón dentro y fuera de Asturias y evocar sus orígenes mineros. EFE