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Eric San Juan
Ho Chi Minh (Vietnam), 29 abr (EFE).- Seducidos por la amabilidad de la población y un estilo de vida sencillo y superando sus iniciales reticencias a regresar al país en el que vivieron el infierno bélico, un puñado de veteranos de guerra estadounidenses han hecho de Vietnam el país en el que pasar los últimos años de su vida.
Uno de los pioneros es Chuck Searcy, un hombre de 80 años originario de Alabama que, tras estar un año en Vietnam (1968) como agente de inteligencia, se instaló en Hanói en 1994, meses antes de que Estados Unidos y el país asiático restablecieran sus relaciones diplomáticas.
Unas relaciones hoy puestas a prueba por la guerra arancelaria, cuando el miércoles se cumple medio siglo del fin de la guerra, después de que las tropas comunistas del Norte entraran en el palacio presidencial de Vietnam del Sur, lo que facilitó la retirada dos años antes de las tropas estadounidenses de Vietnam.
Searcy recuerda que en su primer viaje de vuelta tras la guerra a Vietnam en 1992 con otro amigo veterano, iban aterrorizados en el avión cuando se aproximaban al lugar de sus pesadillas, donde en 1968 vivieron in situ la sangrienta ofensiva del Tet.
“Nos daba miedo la reacción de los vietnamitas cuando supieran que éramos veteranos de guerra americanos. Temíamos que nos odiaran, pero desde el primer día conocimos a gente amable y curiosa que quería hablar con nosotros. Tanto en el norte como en el sur nos encontramos a antiguos soldados vietnamitas o a sus hijos, que no nos guardaban ningún rencor. Fue asombroso”, dice a EFE.
No solo es uno de los veteranos pioneros en regresar a Vietnam, también es el que más huella está dejando en su país de acogida gracias a Project Renew, una organización que desde su creación en 2001 ha desenterrado y desactivado más de 120.000 artefactos explosivos en la provincia de Quang Tri, la más bombardeada.
Reencuentro con el pasado

Jim Reischl, de 78 años, volvió a Vietnam 40 años después de su servicio en 1970 en busca de su antigua novia para saber si había dejado atrás a una hija que nunca conoció.
Poco antes de terminar su tiempo de servicio, ella le dijo que estaba embarazada, pero él no la creyó y durante todos aquellos años la pregunta daba vueltas en su cabeza, hasta que se decidió a regresar a Vietnam para intentar aclararlo.
Sin más información que el nombre y unas fotografías, inició en 2013 una búsqueda con la ayuda de un asistente vietnamita que le llevó tres años después a encontrar a su novia de entonces, Nguyen Thi An, quien le confirmó que habían tenido una hija, pero fue robada durante el conflicto y nunca más dio con ella.
La relación con Thi An no pasó a mayores tras su emotivo reencuentro, pero en sus viajes a Vietnam, Reischl se terminó enamorando de otra mujer vietnamita con la que vive felizmente casado desde hace tres años en la ciudad de Dalat.
“Estoy muy bien aquí, el clima es maravilloso, sobre todo para alguien que viene de Minnesota, donde hace mucho frío. La gente es amable, la vida es barata. Aquí consigo ahorrar con mi pensión de jubilado”, dice a EFE.
Otro veterano que decidió establecerse en Vietnam es Richard Brown, un exmarine que pasó un año en la base aérea de Chu Lai (1969-70), sin apenas contacto con la población local.
Años más tarde, ya en Estados Unidos, conoció a refugiados vietnamitas mientras estudiaba mecánica aeronáutica, y aquella experiencia sembró en él el deseo de volver. En 2005 se trasladó a Vietnam junto a su esposa vietnamita, huyendo del “ritmo frenético del consumismo americano”.
“Vietnam ofrecía una vida mucho más sencilla, y no quería arrastrar a mi mujer a aquella locura”, dice.
Brown, de 75 años, trabajó para varias empresas de aviación vietnamitas hasta 2014, cuando se retiró por motivos de salud, y hoy comparte su tiempo entre dos viviendas: una cerca de la playa en Da Nang y otra en las tierras altas centrales, cerca de Pleiku.
Pese a haber trabajado incluso en Hanói, donde pensaba que su pasado militar podría levantar recelos, asegura que fue siempre bien recibido: “Me aceptaron, incluso las personas vinculadas al Partido Comunista vietnamita”, explica a EFE.
En su vida actual en Vietnam, Brown lamenta únicamente la desaparición de muchos veteranos estadounidenses que, como él, habían elegido instalarse en el país. “Antes del Covid éramos muchos más. Ahora quedamos muy pocos. Estamos muriendo rápido”, comenta con resignación.
“Esta es mi casa, estoy muy feliz viviendo aquí y no he lamentado ni un solo minuto”.EFE
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