De la barriga a la oreja, la confitería tradicional portuguesa se desnuda en Lisboa

'Tetitas de monja', 'barriga de monja', 'dulce fálico' o 'galleta de oreja' son algunos de los nombres que uno puede encontrar en la confitería tradicional lusa, que une el amor por lo dulce con el sentido del humor de los portugueses y que refleja una nueva exposición en Lisboa. 'Cuando el cuerpo se hace dulce' es el nombre de la muestra en el Museo de Lisboa-Santo António, que reúne más de 30 piezas provenientes de los conventos o de la cocina popular, con referencias al cuerpo humano por su nombre o forma.-EFE/ Carlota Ciudad

Lisboa, 1 jul (EFE).- ‘Tetitas de monja’, ‘barriga de monja’, ‘dulce fálico’ o ‘galleta de oreja’ son algunos de los nombres que uno puede encontrar en la confitería tradicional lusa, que une el amor por lo dulce con el sentido del humor de los portugueses y que refleja una nueva exposición en Lisboa.

'Tetitas de monja', 'barriga de monja', 'dulce fálico' o 'galleta de oreja' son algunos de los nombres que uno puede encontrar en la confitería tradicional lusa, que une el amor por lo dulce con el sentido del humor de los portugueses y que refleja una nueva exposición en Lisboa. 'Cuando el cuerpo se hace dulce' es el nombre de la muestra en el Museo de Lisboa-Santo António, que reúne más de 30 piezas provenientes de los conventos o de la cocina popular, con referencias al cuerpo humano por su nombre o forma.-EFE/ Carlota Ciudad

‘Cuando el cuerpo se hace dulce’ es el nombre de la muestra en el Museo de Lisboa-Santo António, que reúne más de 30 piezas provenientes de los conventos o de la cocina popular, con referencias al cuerpo humano por su nombre o forma.

Azúcar, limón, huevos, almendras, harina o incluso pollo son los ingredientes de la mayoría de estos dulces, cuyo origen se remonta en algunos casos a varios siglos.

El coordinador del museo, Pedro Teotónio Pereira, explicó en declaraciones a EFE que esta exposición tiene como base el ‘Pão de Santo António’ (pan de San Antonio) que, según la tradición, debe guardarse en casa para que no falte comida al año siguiente.

A partir de ahí, pensaron en lo que consideran que es su «opuesto máximo», que es el ‘dulce fálico de São Gonçalo’ o ‘ferramenta de São Gonçalo’ (herramienta de San Gonzalo), de Amarante, en el norte de Portugal y con forma de pene.

Entre el bollo de Santo António y el postre de Amarante «existe una cantidad enorme de dulces en Portugal relacionados con el cuerpo humano, las monjas y los sacerdotes. Y nosotros aquí hemos juntado algunos de esos dulces», resumió Pereira.

‘Riñón’, ‘suspiro’, ‘orejas de abad’, ‘bribones’, ‘almohada’, ‘rabias’, ‘espera maridos’ u ‘olvidados’ son otros de los productos seleccionados, que estarán expuestos hasta el 10 de agosto y que han sido llevados al museo desde los lugares típicos donde se producen.

En esa línea, las fechas elegidas para esta exposición responden también a la estación en la que muchos de estos dulces son preparados en Portugal, asociados en su mayoría a festividades de santos en verano.

La comisaria de esta exposición es Paula Barata Dias, que investiga desde hace casi 20 años la relación entre la religiosidad y la alimentación en textos litúrgicos y obras de arte.

Con su trabajo intenta explicar la relación que tienen estos productos con la base religiosa que se mantiene en la cultura portuguesa, parte de ella originaria incluso de ‘cultos agrarios primitivos’ y desconocida para muchos.

«Todo eso está muy lejos de lo que son los intereses del hombre contemporáneo. Consumimos dulces y comemos dulces sin ser conscientes de que fueron motivados y formaron parte de un sistema que en realidad es una comunicación religiosa», precisó a EFE la investigadora.

Barata Dias, profesora de la Facultad de Letras de la Universidad de Coimbra, recordó que este fenómeno no es algo que se limite solamente a Portugal, sino que existe en toda Europa, «particularmente» en el sur.