Delhi-Kabul-Islamabad, los tres movimientos relámpago de China en el tablero asiático

Una foto facilitada por la Oficina de Asuntos Exteriores de Pakistán muestra al Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores de Pakistán, el senador Mohammad Ishaq Dar (R), saludando al Ministro de Asuntos Exteriores de la República Popular China, Wang Yi (L), en Islamabad, Pakistán, 21 de agosto de 2025. Wang Yi llegó a Islamabad para una visita oficial de tres días. EFE/EPA/Oficina de Asuntos Exteriores de Pakistán / ENTREGA ENTREGA USO EDITORIAL SÓLO/NO VENTAS

 Indira Guerrero

Nueva Delhi, 21 ago (EFE).- En una de las regiones más volátiles del planeta, el canciller chino, Wang Yi, ha estrechado en apenas cuatro días la mano del primer ministro indio, Narendra Modi, de los líderes talibanes en Kabul y del Gobierno de Islamabad, en una ofensiva que reafirma a China como una potencia todavía indispensable en el sur de Asia.

La gira ha sido un ejercicio de pragmatismo diplomático en tres actos, adaptada a cada uno de los actores de la región: la potencia rival, el estado paria y el aliado histórico.

Parada Nueva Delhi: capitalizar la brecha con EE. UU.

Una foto facilitada por la Oficina de Asuntos Exteriores de Pakistán muestra al Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores de Pakistán, el senador Mohammad Ishaq Dar (R), saludando formalmente al Ministro de Asuntos Exteriores de la República Popular China, Wang Yi (L), en Islamabad, Pakistán, 21 de agosto de 2025. Wang Yi llegó a Islamabad para una visita oficial de tres días. EFE/EPA/OFICINA DE ASUNTOS EXTERIORES DE PAKISTÁN / HANDOUT 94059HANDOUT USO EDITORIAL SÓLO/NO VENTAS

La gira comenzó el lunes en su parada más compleja, Nueva Delhi. Sin embargo, se produjo en un punto de máxima tensión comercial y diplomática con Washington, que ha puesto a la India, el socio estratégico tradicional de EE. UU. en Asia, en una posición de cierta vulnerabilidad.

China se proyectó como un socio dispuesto a avanzar, con el objetivo de resolver la profunda desconfianza que persiste desde el choque militar de 2020, y gestionar la rivalidad para evitar que descarrile otros intereses.

El resultado han sido gestos de buena voluntad, como la negociación para reanudar el comercio fronterizo, sin ceder en el punto fundamental: la disputa territorial.

 China busca compartimentar el conflicto militar para poder avanzar en la relación económica, una postura que a la India le cuesta aceptar pero que, ante las presiones externas, se ve obligada a considerar. Como prueba de este deshielo, Modi ha aceptado una visita a Pekín que habría sido impensable hace dos años.

Parada Kabul: legitimar al paria internacional

Afganistán es el flanco occidental de China y una fuente potencial de inestabilidad para su sensible región de Xinjiang. La visita a Kabul tuvo un objetivo puramente pragmático: seguridad a cambio de desarrollo.

La táctica fue ofrecer al régimen talibán lo que Occidente le niega, legitimidad funcional y promesas de inversión, como la extensión del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) y la explotación de minerales.

A cambio, Pekín exige la garantía de que los talibanes repriman a los grupos terroristas uigures que amenazan a China. Al reunirse con el ala más dura del régimen, como miembros de la Red Haqqani, China demuestra que trata con los detentores del poder, sin las condicionalidades de derechos humanos que impone Occidente.

Parada Islamabad: reafirmar al aliado clave

Tras el acercamiento a la India, su archirrival, era fundamental para Pekín viajar a Islamabad para reafirmar su alianza «a toda prueba» con Pakistán.

 La táctica fue tranquilizar a su socio estratégico más importante en la región, para asegurar que, a pesar del deshielo táctico con Nueva Delhi, la relación con Islamabad sigue siendo el ancla de la estrategia china en la región.

La reunión se centró en profundizar la cooperación en el CPEC y en coordinar la política de seguridad, consolidando a Pakistán como el principal conducto para la proyección de la influencia china hacia el Océano Índico.

En resumen, en 72 horas Pekín ha utilizado su poder económico y su pragmatismo diplomático para tejer una red de influencia que le permite gestionar a su rival, India, tutelar a un estado paria, Afganistán, y reafirmar a su principal aliado, Pakistán.

 Todo ello, mientras se abre la brecha con EE. UU. EFE

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