Madrid, 6 may (EFE).- Las políticas europeas y estatales para garantizar el suministro de minerales considerados “fundamentales” para la Transición Energética y Digital están impulsando la minería a nivel global “sin reducir el consumo de energía y de materiales y perpetuando un modelo extractivista insostenible con impactos en el medioambiente, la salud y las comunidades locales”.
Así lo han expresado este martes diferentes actores de la sociedad civil, sindicatos, comunidades locales y organizaciones ecologistas en la jornada “Minerales críticos para una Transición Ecológica justa: escenarios y alternativas”, impulsada por la organización ecologista Amigas de la Tierra.
Los minerales críticos y las tierras raras se han instalado en la conversación cotidiana por su demanda e importancia en el actual contexto geopolítico: se trata de un grupo de 17 elementos químicos que se consideran materias primas estratégicas para sectores como el de las energías renovables, la movilidad eléctrica y los ámbitos industrial, digital, aeroespacial y defensa, entre ellos el litio, el cobalto o el grafito.
A finales de marzo la Comisión Europea anunció la lista de los primeros 47 proyectos estratégicos europeos, de los cuales siete operarán en España: seis proyectos extractivos y uno de reciclaje que “han conseguido un estatus que les otorgará diferentes ventajas administrativas y económicas”, según la portavoz de Amigas de la Tierra, Adriana Espinosa.
El concepto de ‘proyecto estratégico’ “permite agilizar o incluso eliminar los contrapesos ambientales que había”, como permisos o declaraciones de impacto ambiental, lo que permitirá contaminar “más y mejor”, según el portavoz de Ecologistas en Acción y miembro del Observatorio de Multinacionales en América Latina, Pedro Ramiro.
El reglamento de materias primas europeo dice que “al menos el 10% de los recursos mineros que se consumen en la Unión Europea tienen que proceder de dentro del territorio”, lo que implica “un aumento de proyectos mineros en toda la unión para seguir manteniendo el nivel de consumo actual”, ha añadido Ramiro.
Estos minerales van destinados a dispositivos de digitalización, baterías, teléfonos móviles, dispositivos electrónicos, armas y, sobre todo, para el coche eléctrico: de las proyecciones que se hacen de requerimientos de litio para el futuro, “el 60% tiene que ver con las baterías de los coches eléctricos”, ha destacado.
Sin embargo, “en ningún momento se plantea reducir el consumo de energía y materiales y se perpetúa un modelo extractivista insostenible”. A juicio de este portavoz, se debe evitar “sustituir unas fuentes por otras, unos vehículos por otros y unos dispositivos por otros”.
Efectos en las comunidades locales
En España, varios proyectos mineros ya existentes y en exploración están “generando impactos ambientales significativos”, ha dicho, y ha citado como ejemplo la mina de cobre de Las Cruces (Sevilla), que lleva años operando y “ha sido condenada judicialmente por incumplir normativas ambientales”; ahora se busca convertirla en “estratégica” para sortear controles y aumentar su producción, ha explicado Ramiro.
Otro ejemplo es el proyecto de litio en Cañaveral (Extremadura), aún en fase de exploración, pero con impactos ecológicos ya documentados por el Observatorio Ibérico de la Minería, o la mina de Touro (Galicia), que muestran cómo la actividad minera “contamina ríos y acuíferos y afecta a toda la cadena ecológica, desde los arroyos hasta la ría de Noia, perjudicando incluso al marisco y la pesca local”, ha afirmado.
La portavoz del Observatorio de la Deuda en la Globalización, Claudia Custodio, ha apuntado a los impactos de la minería en países del Sur Global, que a pesar de las particularidades de cada territorio se pueden resumir en contaminación, escasez de agua, destrucción de ecosistemas y comunidades desplazadas en territorios empobrecidos, “sacrificados para abastecer la transición energética del Norte Global”.
Custodio ha advertido de que abrir minas en Europa “no frenará la extracción en el Sur Global”. En su opinión, “”responde a una demanda creciente sin revisar sus causas, perpetuando un modelo desigual e insostenible basado en el sobreconsumo de recursos”.